lunes, 3 de octubre de 2011

Génesis Día 94

De nuevo a horas impropias hasta para un gallo hiperactivo en una granja psiquiátrica, doy inicio al Blog, cuando apenas son las cuatro de la mañana de este lunes, tres de Octubre. Pero lo cierto es que he dormido muy bien estas pocas horas desde que anoche me acostara poco antes de medianoche, así que me encuentro con las pilas bien cargadas. 

Lo primero que quiero es pediros disculpas porque ayer el post que escribí salió publicado con multitud de errores de todo tipo. Sin recurrir al conocido por todos "por causas técnicas ajenas a TVE" que tantas veces habremos escuchado en nuestra vida cuando en la tele se iba la imagen, os diré con sinceridad que todas esas faltas que ayer pudisteis encontrar tuvieron su origen en este dichoso teclado táctil, que cuando pulsas una letra, en ocasiones detecta que has pulsado la de al lado, o que sencillamente no has pulsado ninguna. Se juntó además la circunstancia de que a pesar de revisar siempre todo el texto una vez escrito y corregir todos los errores, ayer mi inseparable iPad tuvo a bien publicar el borrador previo en lugar de la versión definitiva. Los que me padecéis más a diario, sabéis lo perfeccionista que soy para estas cosas, y lo que me fastidia este tipo de cosas y ese es el motivo por lo que os lo cuento.

Bueno, por eso y porque del día de ayer tampoco tengo gran cosa que contaros, salvo que tal y como estaba anunciado superamos los treinta grados en un día absolutamente veraniego. Ya al salir de casa a por los periódicos, un tanto malhumorado por la paliza que los irlandeses nos dieron a Italia en rugby, teníamos casi veinte grados; alguno menos incluso de los que había, cuando también un poco apesadumbrados, regresamos a casa tras el partido del Sporting contra el Barcelona a eso de las diez de la noche.

Pero vayamos por partes: la jornada se inició más o menos a la misma hora que hoy, lo que como ya os había contado, aproveché para ver las tres carreras del mundial de motociclismo. Después llegaba el turno al rugby, de cuyo resultado prefiero no acordarme. Ya desayunados, y con el sol calentando lo suyo, nos fuimos para Quintes, donde os juro que no se podía estar con un pie fuera de casa bajo pena de sufrir una insolación fulminante. Además, yo me encontraba muy agusto dentro, leyendo los periódicos y echándole un ojo al derby vasco que a mediodía daba comienzo. La verdad que con estos nuevos horarios de la Liga BBVA hace falta casi tener un master para no liarse con ellos.

Hubo tiempo todavía para un breve vermouth en Casa Kilo, lo que aproveché para comprar el correspondiente décimo de Navidad; porque sí: ya he empezado a hacer acopio de papelajos que irán como todos los años a acabar sus días en la cocina de leña. Otro vicio incorregible en el que año tras año caigo sin remedio. Pude además saludar así a un gran amigo al que llevaba tiempo sin ver, compañero de Universidad, y que vive por la zona. Cada vez me siento más feliz de volver a esa vida social que tenía casi olvidada.

Después comida, ¿cómo no?, en abundancia, para alguien que busca recuperar peso, y como colofón para ello qué mejor que un buen postre en forma de tarta de chocolate y nata, para ya con el estómago lleno, entregarme a una placentera siesta. De nuevo en acción, como una hora y media más tarde, más fútbol, hasta que llegó la hora de la verdad: el partido en El Molinón. No puedo decir que no me esperara lo que presencié, pero aun así te quedas con esa odiosa sensación de que te ganaron con lo mínimo, que siendo el Barca ya es mucho, y que los nuestros, salvo honrosas excepciones, parecían por momentos no querer ofender al ogro blaugrana y minimizar así el hipotético castigo. Faltó en definitiva más brega y un poco más de intensidad, y quién sabe, probablemente nos hubieran caído media docena, pero al menos yo me hubiera ido más tranquilo y satisfecho. Lo que de nuevo pude ver con profundo pesar, fue la cantidad de probarcelonistas que se refugian en las gradas de El Molinón, ayer muchos de ellos atavíados con esos colores de difícil definición. ¡No niños, no!: adultos pasados bien sus cincuenta abriles con su camiseta o bufanda culé exhibida sin tapujos; ¡sacrílegos y apóstatas en el Templo del Fútbol! De este modo cuando marcó el Barcelona su único tanto, el gol fue celebrado en muchos sectores del campo como con ningún otro equipo ocurre. En fin, que poco se puede hacer al respecto y allá cada uno con sus gustos y preferencias. Eso sí, será gracioso verles el próximo partido  otra vez enfundados supuestamente orgullosos en los colores rojiblancos.

Así que si tuviera que deciros qué fue lo mejor del partido de ayer, no tendría duda alguna y seguro que no os cuesta entenderme: el pedazo bocadillo de tortilla de pulpo que mi suegra tuvo a bien prepararnos para el descanso a Mónica y a mi. Con un bocata así, las derrotas se digieren mucho mejor. Todavía voy a acabar por cogerle gusto al horario de las ocho de la tarde que tanto me molestaba al inicio...

Y como aunque no lo creáis, todavía tenía el cuerpo para ver más fútbol, al llegar a casa estuve primero con el final del Juve Milan donde los bianconeri se impusieron en las postrimerías ya del encuentro, para finalizar el domingo televisivo viendo al Madrid ganar sin excesivos apuros a un Espaynol que resulta casi siempre su víctima más propicia.

Perdonadme si os he saturado con tanto deporte, pero mejor eso que no contaros otras cosas aún más insufribles como los avatares de la campaña electoral con la que a falta de casi dos meses para las elecciones, nos saturan todos los medios, eclipsando ayer incluso a la boda del año, esa que todos sabéis. ¡Otro tema reiterativo donde los haya! De algo tiene que vivir la prensa rosa. Bueno, y la no tan rosa.

Centrándome ahora en el planning hospitalario para esta semana, anunciaros con enorme placer, que no tengo que ir a Oviedo nada más que el jueves, día eso sí, completito, pues haré analítica, tratamiento con el Rituximab y posterior consulta, y donde espero poder conocer ya los resultados de la resonancia. Hasta ese día y esperando que sigamos teniendo este tiempo, aprovecharé para aumentar la intensidad de mis paseos e intentar comenzar con algún ejercicio, suave eso sí, de musculación. Ya os había dicho que uno de mis objetivos para fin de año es correr la San Silvestre, y como me ponga cabezón, ¡vaya si la corro! En fin, que ya se verá, que como siempre os digo esto va por rachas, y aun así, ahora mismo, y a pesar de lo bien que me encuentro no sería capaz ni de correr cincuenta metros. Pero me gusta ponerme retos complicados, prácticamente inalcanzables, justo lo contrario que normalmente te aconsejan: objetivos modestos que te vayan motivando a medida que los consigues. Yo debo ser más al estilo de empezar la casa por el tejado. Y con casi cuarenta tacos, es complicado cambiar ahora.

Y nada más por este lunes, al que dedicaré un buen tiempo a recadillos durante la mañana, para por la tarde, si no hay cambio de planes, pasarme a dar una vuelta por Quintes como colofón a lo que espero sea un hermoso día de otoño. El  mismo que os deseo a todos vosotros. Un fuerte abrazo... "y mañana más....".

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