martes, 31 de agosto de 2010

Extra Tres

Son las seis y media de la tarde cuando comienzo a escribir este Blog. Poco a poco –muy poco a poco- los días van pasando y ya son diez desde que salí del hospital. Evidentemente si echo la vista atrás noto una mejoría considerable, aunque no tanta como a mí me gustaría. Pero aun así, podemos estar más que contentos de cómo van las cosas.

De momento lo único que me sigue dando lata es la dichosa tos y la congestión nasal que por la noche se une a mi sequedad en la garganta -producto del tratamiento- para no dejarme dormir a gusto. No obstante en los últimos días sí que estoy durmiendo algo mejor. Además no dejo ni un día de echar una siesta, con lo que algo de lo que no duermo por la noche lo recupero por el día.

Por lo que se refiere a mis ganas de comer algo también que creo que han crecido; pero todavía me cuesta un poco, sobre todo por la noche. La cena es lo que peor me entra con diferencia. Y eso que las cantidades que ahora mismo estoy comiendo son de risa para lo que acostumbraba a comer. Aun así he dejado ya hace una semana de bajar peso y sigo estabilizado en unos 65 kilos envidiables. Según los médicos será a partir del mes o mes y medio cuando empiece a recuperar progresivamente peso.

Algo que también voy notando es que mis fuerzas van aumentando. De hecho hoy he salido a caminar cuarenta minutos. Es verdad que llegué un poco cansado, pero no más que cuando hace una semana salía y no hacía más de quince. Y ahora en cuanto acabe con el blog me iré a dar otra vueltita, aunque ésta un poco más corta.

Esta mañana he estado por Oviedo en la tercera revisión. Básicamente todo sigue según lo previsto aunque las defensas han bajado respecto a la última vez, lo que no deja de ser normal porque la última analítica la hicimos con las inyecciones de Neupogen recién puestas. Aun así se mantienen por encima de los límites de seguridad por lo que de momento no hay necesidad de poner más inyecciones. No obstante, también me han avisado de que no me extrañe si tal vez necesito alguna más. Parece ser que durante el primer mes las defensas tardan un poco en estabilizarse.

Por lo que se refiere a la hemoglobina ya he alcanzado los doce puntos, lo que está muy bien. No recuerdo ahora lo que tenía cuando entré en el hospital, pero no pasaría de ocho y medio. Todavía me queda un poquito para llegar a los parámetros de una persona normal, pero estamos en el buen camino. Donde ya sí puedo decir que he alcanzado ese rango de normalidad es en las plaquetas, que desde el primer día no han dejado de subir y eso que en principio por lo que me habían dicho, eran las más remolonas a la hora de aumentar.

Como seguía quejándome de lo de la congestión nasal y de la tos, hemos hecho una nueva placa, pero en este caso de la zona de las fosas nasales, donde por lo que se ha visto, podría haber indicios de alguna sinusopatía. Hemos pedido cita así con el otorrino al que veré el próximo día 17. En cualquier caso yo creo que esto es algo que he arrastrado toda mi vida y que ahora ha salido un poco más a la luz por todo lo que me han metido. En principio el médico no le ha dado mayor importancia aunque por supuesto lo controlaremos.

Una cosa de la que hemos vuelto hoy a hablar es del tema de las vacunas. Al parecer no será como yo pensaba a los tres meses, sino que será a los seis cuando me revacune de todo. Así que durante estos seis primeros meses tendré que tener cuidado de no pillar ninguna gripe –me ha aconsejado que la gente que vive conmigo se vacune- ni que me acerque demasiado a niños que pudieran contagiarme las típicas enfermedades por las que ya pasé en su día, pero que por lo visto, ahora mi cuerpo no recordaría haber pasado. No me imagino yo ahora mismo pasando unas paperas o el sarampión...

En cuanto a mi medicación, para protegerme, estoy tomando antivíricos, antifúngicos y antibacterianos. Progresivamente iré dejando alguno de estos, aunque nunca antes de los tres primeros meses. Y los antivíricos los tendré que tomar durante todo un año. Un poco lata pero de momento no me he saltado ninguna toma.

La próxima revisión me la han fijado para el lunes que viene, así que por lo menos esta semana descansaré de ir a Oviedo, que parece que no, pero se agradece. Sobre todo cuando uno está tan cansado de andar por el hospital.

Bueno, pues lo dicho, el lunes que viene os contaré que tal seguimos en un nuevo blog. Y recordad que pase lo que pase, siempre diremos aquello de “y mañana más”.

jueves, 26 de agosto de 2010

Extra Dos

Son las siete y veinte de este jueves, veintiséis de agosto, cuando comienzo a escribir en el Blog. Mañana se cumplirá mi primera semana fuera del hospital y podemos decir que de momento no nos podemos quejar en absoluto de cómo están yendo las cosas, aunque uno, inconformista e inquieto que es, siempre quiere que todo vaya rápido.

Ahora mismo acabamos de volver de dar un paseo por los alrededores de El Molinón. Teníamos curiosidad por ver cómo había quedado la obra. Bueno, en realidad lo que han acabado es sólo la grada Norte –que todo sea dicho ha quedado bonita- porque hay obras en curso como para dar y tomar. Tengo serias dudas sobre cuándo podremos ver nuestro vetusto estadio totalmente remodelado.

Estos días de atrás –incluido hoy- con el tremendo calor que hacía, decidimos que lo mejor era subir a Quintes a comer. Dentro de la casa de mis suegros la verdad es que se está de maravilla del fresquito que hace dentro. ¡Menudas siestas que me estoy echando!; que falta que me hacen, porque sigo durmiendo bastante mal. Y además el estar en Quintes hace que despeje un poco la cabeza y esté más relajado que metido todo el día en el piso.

Pero vayamos a lo realmente importante: esta mañana he estado en Oviedo para la segunda revisión. Reconozco que entré en ella un poco mosqueado, porque como le dije a la médico, yo pensaba que en una semana mis sensaciones iban a ser mucho mejores. Me habían dicho que podía hacer vida normal, y yo no entendía qué vida normal puede ser esa en la que no tienes apetito, padeces insomnio, te doblas con sólo subir cuatro escaleras o tienes una tos permanente que ni que fumaras dos cajetillas de Celtas diarias. Me aclaró –en realidad ya lo había hecho, pero es que yo soy muy cabezón- que todas esas molestias las tendré que sobrellevar durante el primer mes, y que por supuesto puedo hacer vida normal en el sentido de que puedo hacer lo que quiera, pero siempre que yo sienta que puedo hacerlo. Lo que evidentemente no puedo es salir ahora y meterme una caminata de hora y media.

Así que nada, seguiremos echando mano de la palabra ya sacrosanta: paciencia. Lo que pasa, es que como en el chiste de Eugenio, yo imploro pacieeeeeencia… pero ahora!!!

Por lo que respecta a la analítica en sí los parámetros sanguíneos fundamentales (plaquetas, hemoglobina y leucocitos) siguen creciendo. Las inyecciones de Neupogen han cumplido su cometido y he subido de forma espectacular mis neutrófilos lo que quiere decir que estoy mucho más protegido a la hora de coger cualquier infección.

Para que me quedara más tranquilo, y dado que me quejaba de una tos -que es verdad que me tiene frito-, me llevaron a hacer una placa que en principio ha descartado como todo hacía indicar que haya nada por lo que preocuparse. Probablemente pueda ser hasta una tos de tipo nervioso. Conociéndome seguro que es eso.

Y es que lo que peor llevo es el dormir tan mal y eso supongo que me afecta un poco a mi estado general tanto físico como mental. El tema es que por la noche se me congestionan las fosas nasales –y eso que hago lavados con agua salina y vahos con eucalipto- con lo que se me reseca la garganta al respirar por ella de modo que despierto prácticamente cada media hora o tres cuartos de hora; no exagero. Tomo un traguín de agua, doy media vuelta, y con suerte vuelvo a dormir. El problema es cuando a las cuatro de la mañana no consigo volver a coger sueño.

En fin, que como comentaba antes habrá que seguir armándose de paciencia, esperar que este mes pase rápido y que muy pronto pueda deciros que las principales molestias han desaparecido. Aun así hay que ser justos: nada de esto es comparable a estar en el hospital. Ni de lejos. Así que en líneas generales y aunque a veces me cabree un poco porque me parezca que todo va a la velocidad de una tortuga, puedo decir que estoy contento.

Con esto me despido de vosotros hasta el próximo blog extra, que probablemente sea el martes que viene que es cuando me toca la siguiente revisión. Y recordad que pase lo que pase, siempre diremos aquello de “y mañana más”.

lunes, 23 de agosto de 2010

Extra Uno

Son las cinco y cuarto de este lunes, primero fuera del hospital, cuando doy inicio a este blog extra con motivo de mi visita hoy al HUCA para la primera revisión.

Antes de ello, comentaros que la vuelta a casa ha sido fantástica –como no podía ser de otro modo-. Es cierto que sigo con diversas molestias que hacen que no pueda estar todo lo bien que quisiera, pero aun así, como se está en casa evidentemente no se está en ninguna otra parte.

Aun así no podemos engañarnos y este primer mes es un poco de rodaje y los cuidados y precauciones tienen que ser todavía altos. Al final como bromeo con quienes hablo, esto es como estar en el hospital pero en casa, en el sentido de que tengo que seguir tomando un montón de medicación, mantengo las molestias con las que me fui del hospital –náuseas, sequedad de garganta e insomnio fundamentalmente- y tengo revisiones cada dos por tres. Pero como también les digo, prefiero estar sin duda en mi casa que en aquella claustrofóbica habitación 540.

Por lo que se refiere al finde pasó volando y aproveché para comer el sábado en Quintes con mis suegros y el domingo con mis padres, donde hoy he vuelto. Debía hacer más de cuatro meses que no pasaba por ahí. Poco a poco iré viendo gente, pero tendrá que ser de forma tranquila y cuando me encuentre bien, porque tampoco quiero quedar con nadie y tener que echar a correr porque me empiecen a entrar arcadas.

Bueno, pasando a esta mañana, estuve como os digo en consulta en el HUCA y los resultados entran dentro de lo normal. Si bien es cierto que me han bajado en particular un poco las defensas, concretamente los neutrófilos –un tipo de glóbulo blanco que se encarga de comerse a los bichos malos como bacterias y hongos- me han aumentado el resto de parámetros, así que de momento podemos decir que vamos bien. Simplemente habrá que ser un poco más cuidadoso con la higiene si cabe. De todos modos hoy ya me han puesto una inyección de Neupogen y mañana me pondré yo otra. Con eso el jueves, día en el que tengo una nueva revisión, veremos si recuperamos un nivel más satisfactorio de neutrófilos.

Como anécdota deciros que esta tarde me he comprado una bicicleta por internet. A parte de los paseos a pie creo que el moverme en bici por la cantidad de kilómetros de senda que tengo al lado de casa, desde Viesques a La Camocha, me vendrá muy bien para ir cogiendo tono muscular. Lo que ahora me toca es pasarme por el Decathlon a pillarme la equipación de "globero" correspondiente.

En fin, que con esto me despido de vosotros hasta el próximo blog extra no sin antes daros de nuevo las gracias por seguir ahí apoyándome. Porque pase lo que pase, siempre diremos aquello de “y mañana más”.

¡Ah!, por cierto: hace un sol espléndido. Me encanta.

sábado, 21 de agosto de 2010

Día Dieciocho

Son las diez en punto cuando comienzo a escribir este Blog, en este sábado 21 de Agosto, primer día que pasamos en casa desde nuestra estancia durante cuatro semanas en el hospital con motivo del trasplante de médula ósea.

Uno echa la vista atrás y relee cómo allá por el sábado 10 de Abril escribía en el primero de los blogs lo siguiente: “Ayer me diagnosticaron un linfoma NH de células T. No recuerdo haber recibido una noticia tan desagradable desde que me dijeran que los Reyes Magos eran los padres.” Para aquel entonces llevábamos ya más de tres semanas con pruebas e ingreso incluido en Cabueñes para dictaminar el motivo de mis dolencias.

Desde entonces os he ido contando diariamente todo lo que hacía o lo que se me pasaba por la cabeza. Para mí el blog ha sido motivo de desahogo y de motivación para seguir siempre adelante gracias a todos vuestros ánimos. No tengo palabras para transmitiros toda mi gratitud por vuestro apoyo y preocupación por mí. Si algo positivo se puede sacar de todo esto, sin duda ha sido la sensación de sentirme tan protegido y arropado por todos vosotros, como el ciclista que sube un puerto entre el griterío de los aficionados que forman un pasillo que apenas permiten su paso pero que al mismo tiempo le lanzan hacia la cima. Así que en el fondo sentía que tenía la responsabilidad de no fallaros y creo que no lo he hecho.

Decir que lo peor ha pasado es algo que nadie puede asegurar, pero tampoco se puede negar que las perspectivas ahora mismo son muy buenas. El trasplante ha ido fantástico y los médicos son optimistas con mi recuperación total. Delante me quedan algunas semanas todavía con molestias, con náuseas, con revisiones casi constantes, y con una carretada de medicamentos para tomar diariamente, pero lógicamente la mentalidad con la que se afronta es totalmente distinta.

De hecho este próximo lunes tengo la primera de las revisiones. A ver si hemos logrado subir un poco el nivel de plaquetas, que son las más remolonas, y a poder ser, también el de las defensas, ahora sólo un poco por encima del mínimo. Lo que tengo bastante aceptable es la hemoglobina, aunque todavía tendrá también que mejorar.

Este blog no quiero que suene a despedida porque seguiremos siempre en contacto, pero creo que ahora ya no tiene sentido que os cuente a diario lo que voy haciendo porque si todo va bien apenas habrá novedades. Lo que haré en lugar de eso, serán blogs extras que os mandaré cuando por ejemplo acuda a una revisión o cuando dentro de tres meses tenga que someterme a una nueva biopsia de médula ósea que será la que dictamine mi curación real. Luego a partir de ahí vendrá el aluvión de vacunas. De hecho ayer los médicos me comentaban que tendré que vacunarme sin duda de la gripe, y no yo solo, sino toda la gente que me rodee de forma habitual.

Del día de ayer, ¿qué deciros? Que la mañana se hizo eterna hasta que por fin llegó la hora de irnos para casa. Como era de prever tanto mis padres como mis suegros vinieron a buscarnos. La ocasión lo merecía. Pensándolo bien nunca había estado tanto tiempo seguido sin verlos, así que fue realmente muy emocionante para todos.

Después en casa caí ya en la cuenta de lo cansado que estoy. Parece increíble pero me costaba hasta moverme por el pasillo. Y a Mónica lo mismo. Estamos totalmente anquilosados, pero es normal: llevamos un mes en el que lo más que hemos caminado han sido los cinco metros escasos de la habitación, así que todo ese peso que los dos hemos perdidos es masa muscular que ha desaparecido y que ahora habrá que recuperar poco a poco. Esta mañana en la báscula comprobé que apenas superaba los 66 kilos y medio. Y de verdad que no se me ve delgado ni demacrado de cara, pero sí me noto los muslos faltos de masa muscular. Esas piernas que tantos goles marcaron en sus años mozos, aunque muchos más fallaron, pero que nunca dejaron de correr ni un minuto mientras hubiera aliento, son las mismas que ahora me van a llevar a recuperarme antes de que me dé cuenta.

La cena de ayer fue suave, para ir poco a poco asimilando el cambio. Por supuesto nada que ver con lo que comíamos en el hospital pero aun así las náuseas me impiden comer como yo quisiera.

La noche fue sin duda mucho mejor que en el hospital, aunque desperté igualmente unas cuantas veces por culpa de la garganta reseca. Lo de la garganta es una molestia que arrastraré unas dos o tres semanas. Para solventarlo, a parte de dentífrico y colutorio especial, tengo siempre conmigo una botellita de agua para echarle un traguillo cuando es preciso.

Así que nada, os reitero de nuevo mi gratitud por vuestro apoyo y sobre todo por vuestra paciencia y compresión, entendiendo que todavía no podremos vernos de forma inmediata como quisiéramos, aunque poco a poco tendremos seguro la oportunidad de ir haciéndolo. En cualquier caso, sabéis que me tenéis siempre en mi correo electrónico priorefilippo@yahoo.es

Hoy ha amanecido un día de restallo. En principio tengo cosas que hacer por casa y luego caminaré por la cinta, que hace un calor insoportable para salir fuera. Y mientras escribo estas líneas, os prometo –me prometo- que aunque no haya blog, en mi corazón seguirá siempre el lema que me ha llevado adelante todo este tiempo: “y mañana más…”

viernes, 20 de agosto de 2010

Día Diecisiete

Son las nueve y media cuando comienzo a escribir este Blog, con la esperanza de que sea la última vez que lo hago desde el hospital. Sobre las once y media o doce cuando vengan los médicos de visita, nos darán la confirmación de si finalmente recibimos el alta y podemos irnos a casa. ¡Qué ganas!

Esta noche volvió a ser un poco larga. Desperté a eso de las tres y media y estuve desvelado hasta cerca de las cinco. Los nervios son demasiado fuertes. Luego ya descansé lo que pude hasta que a las siete entraron a hacerme la extracción de sangre, que como ya no tengo vía colocada, realizaron por el “método tradicional”, o sea, aguja, pinchazo y tira patrás. Luego a las siete y medio toma de tensión y pesado, que sigue mostrando mi tendencia a bajar tallas. Hoy pesé 67 kilos.

De la moquera no he avanzado mucho, pero no parece nada importante. En cualquier caso como medida de precaución este finde intentaré no prodigarme en las salidas y quedarme en casa reponiendo fuerzas, que sobre todo por las tardes, me noto muy débil.

Ayer por la mañana volví a hacer una serie larga de bici, de unos cuarenta y cinco minutos. En casa recuperaré supongo la rutina de la cinta estática de andar hasta que pueda salir a dar paseos más allá de dar la vuelta a la manzana.

Los médicos pasaron a eso de las doce para transmitirnos sus buenas impresiones, pero como son médicos, hasta que no tengan los últimos análisis de hoy tampoco se pillan los dedos. Lógico. De momento las defensas están un poco por encima del mínimo, la hemoglobina está baja aunque algo más alta que cuando ingresé y las que más remolonas están son las plaquetas, que por lo visto, son siempre las últimas en recuperarse. Es por eso que en las próximas revisiones que realicé podría necesitar todavía de alguna trasfusión adicional de plaquetas o de glóbulos rojos, o incluso, alguna inyección extra de Neupogen.

Por la tarde después de la opípara comida estuvimos viendo un poco la tele hasta que llegó nuestra sesión de juegos, donde agarraos, ¡GANÉ AL PARCHÍS! La razón de mis derrotas era clara: al tener el brazo derecho impedido por la vía, me veía obligado a tirar el dado con la izquierda. Así que ahora que he recuperado mi brazo ejecutor, las victorias no han tardado ni una partida en regresar. ¡A temblar! Bueno, he de decir también que perdí al Scrabble y al Chinchón, aunque conseguí la igualada final a los dados en el Mentiroso.

Por la tarde estuve un poco revuelto, más por los nervios que por otra cosa, porque ni tenía fiebre -un poco de febrícula nada más- ni nauseas, ni nada. Después de cenar estuvimos viendo el partido del Sporting, pero francamente, una vez más, me quedé sopa al descanso. Menos mal, porque ver perder a tu equipo tres cero haciendo el ridículo no debe ser lo más agradable para luego conciliar el sueño.

Hoy ha amanecido con un sol espléndido. El día no merecía menos. No nos queda más que esperar la confirmación del alta para llamar a nuestros padres para que vengan a buscarnos. Va a ser un reencuentro muy emocionante para todos. Y mientras escribo estas líneas, os prometo –me prometo- una cosa: “y mañana más…”

jueves, 19 de agosto de 2010

Día Dieciséis

Son las diez menos cuarto cuando comienzo en este jueves a escribir el Blog. La noche ha sido complicada porque a eso de las cuatro me desperté y ya no conseguí dormirme. Supongo que sobre todo será cuestión nerviosa. Antes ya había despertado un par de veces. Lo malo en esta ocasión es que además me dio una pequeña racha de arcadas, más creo yo por la cantidad de agua que ingiero por la garganta seca que por otra cosa. Pero bueno, hacia las cinco y media volví a caer dormido y no me molestaron hasta las siete que entraron a hacerme la extracción del día, que esto es como el sorteo de la ONCE, cada día una extracción, sólo que aquí siempre me toca a mí.

Sigo con algo de moquera, aunque hoy tendremos los resultados ya que ayer por la noche por asegurar me tomaron unas muestras de lavados nasales, más que nada para descartar cualquier cosa, pero están convencidos que no hay nada de lo que preocuparse.

Otro de los problemas que me persiguen ahora son los dolores intestinales cada vez que tengo que ir al baño. Son dolores muy fuertes que a veces parece que te va a reventar la tripa, pero una vez más –para variar- son normales. La mucositis que me afectó a la boca, no se queda sólo ahí, sino que afecta a toda la membrana que va desde la boca hasta donde la espalda pierde su honorable nombre... Así que este tipo de problemas es habitual que se mantengan al menos durante tres o cuatro semanas.

Hoy es un día en el que se piensan muchas cosas, y aunque este Blog no vaya de lo que hoy pasa por mi cabeza, lo cierto es que prácticamente es lo mismo que ayer tenía metido entre ceja y ceja. Primero te pasas mucho tiempo pensando en que algo no se tuerza y que por una tontería tengas que alargar estas “maravillosas” vacaciones. Yo soy el primero concienciado en que cuando esté en casa no será la panacea, pero sin duda, mi estado anímico mejorará de forma sustancial y ello repercutirá necesariamente en una mayor velocidad a la hora de recuperarme.

Pero en segundo lugar también piensas cosas más profundas, como que la vida muchas veces es muy dura con algunos a los que no les ofrece una segunda oportunidad. No tenemos más que echarle un ojo a la prensa o a la tele. En mi caso, dentro de las circunstancias, puedo considerarme afortunado por tener esta segunda oportunidad, que por supuesto no voy a desaprovechar. También piensas como es lógico si tal vez algún día haya que recurrir a una tercera oportunidad, pero ese es un pensamiento que ahora no aporta nada y que además, ya sería tema para otro Blog, no para este.

Los médicos pasaron casi cuando acabé mi sesión de bici. Pocas novedades. Todo sigue según lo previsto y ahora mismo ya ingiero toda la medicación por vía oral. Es más que probable que incluso hoy me quiten la vía venosa y mañana me saquen la sangre “como toda la vida”, con aguja. ¡Tengo unas ganas de librarme del palo este de peregrino!

Por la tarde apenas dormimos media hora después de ver nuestro episodio diario y luego ya volvimos cada uno con nuestros “vicios”: Mónica está enganchadísima al Plants&Zombies, y yo me dedico a internetear y escuchar música sin más. Pero por supuesto tuvimos nuestra sesión de juegos. Para empezar perdí ya al Scrabble, para luego sufrir otra derrota humillante al Parchís. Pero eso sí, vencí una partidilla al Cuatro en Raya –otro de los juegos que me he bajado para el iPad-. Eso me dio la alegría del día porque vamos, a Mónica le gano una de cada diez. Así que por supuesto no acepté revancha alguna que pudiera amargar aquel dulzor que quedó en mi boca.

Por la tarde después de la cena llegaba la maxisesión de fútbol, primero con el Sporting de Braga Sevilla, valedero para la Champions, y luego con la semifinal del Trofeo Colombino que enfrentaba a Sporting y Atlético de Madrid. Lo confieso: del partido del Sporting que empezaba a las diez y media apenas vi la primera parte. Sin embargo me llevé una alegría esta mañana al ver que al final ganaron uno cero y jugarán esta noche la final frente al Recre.

De nuevo ayer comí y cené de forma bastante aceptable, aunque la báscula sigue traicionándome y ahora mismo marca 68 kgs. Cuando entré hace un mes estaba en 73 kgs. Pero bueno, como dije ayer, eso en una semana o dos se soluciona. Además, menudo cuerpito de Adonis que me he echado sin falta de entrenar, ¿no? Lástima que no pueda ir a lucirlo a la playa. Más que nada por igual se me caen los bañadores.

Hoy ha amanecido nubladete. Se supone que es nuestro último día completo en esta habitación y eso hace como si el sol entrará con toda su fuerza. Y mientras escribo estas líneas, os prometo –me prometo- una cosa: “y mañana más…”

miércoles, 18 de agosto de 2010

Día Quince

Son las nueve y media pasadas cuando comienzo a escribir en este jueves -¡Dios, que no es jueves!, ¡que todavía es miércoles!- el que espero sea uno de los últimos blogs, al menos diarios. Si todo sigue sin novedades el viernes os prometo un blog algo más tardío de lo habitual, pero escrito ya desde casa. Ya veremos, igual estamos aquí aburridos sin saber qué hacer y os voy contando los preparativos de vuelta además de lo que haya ocurrido mañana jueves.

Hoy hemos dormido aceptablemente, como siempre mejor yo que Mónica, aunque sigo despertanto cada poco porque se me reseca la boca muchísimo y tengo que beber agua cada hora u hora y media, con la consiguiente visita posterior a Roca.

Lo que no me ha gustado es que hoy al levantarme lo he hecho con una tos seca y con la nariz atascada. Espero que no sea ningún catarro bobo que vaya ahora a pillar el último día y que lo estropee todo. No creo. Más bien es el calor que hace en la habitación y el aire reseco de no circular en todo el día.

Ayer martes por la mañana fue un día complicado. Me levanté normalmente pero justo al llegar las bandejas con el desayuno me entraron unas náuseas que tuve que irme al baño y allí me reencontré a solas con la sopa de la noche anterior. Digamos que no es la mejor forma de comenzar un día en una semana en la que te han dicho que irás mejorando a cada día que pase. A mí me sigue haciendo gracia eso que me decían al entrar de que “habría cuatro o cinco días malos” porque os juro que casi tendría dificultades para encontrar cuatro o cinco buenos, pero buenos de verdad. De todos modos el objetivo que es lo que importa parece que se está cumpliendo y el resto queda en un segundo plano. Cuando salga de aquí después de este mes en el hospital no sé si seré mejor o peor persona, pero lo que sí sé es que seré más consciente que nunca de mis limitaciones. Ayer volví a descubrir que mi fuerza física supera a la mental. Después de levantarme tan revuelto me quedé tirado en la cama sin querer hablar con nadie y sin querer hacer nada. Estaba en mi "refugio" del que no quería salir. Sin embargo, al final, fue la fuerza física -mi cabezonería-la que me tiró de la cama y me subió a la bici para marcarme la sesión más larga de todas cuantas he hecho hasta ahora: más de una hora pedaleando, con una mínima pausa por culpa de unas náuseas. Pero ahí estuve, y cuando me bajé, sentí que de nuevo había ganado.

Al poco pasaron los médicos en su visita diaria. Volvieron a repetir sus planes para que el viernes podamos irnos para casa si no ocurre nada extraño. Esta mañana ya me han retirado del todo el mórfico como primera medida y prácticamente el resto de medicamentos los tomo ya por vía oral. Estuvimos hablando largo y tendido sobre cómo será mi vida cuando salga de aquí. Lo primero y más importante es recordar que no vengo de una gripe sino de un linfoma que ha necesitado de un transplante de médula, lo que quiere decir que no me encontraré seguramente en el mejor estado de forma durante las primeras semanas. En cuanto a visitas y relaciones sociales, no habrá problema en mantenerlas, pero eso sí, con moderación y cabeza. Yo no puedo saber si una persona –a veces ni siquiera ella- puede estar incubando una gastroenteritis o cualquier afección vírica, pero lo que está claro es que cualquiera que no se encuentre en perfecto estado de salud es preferible esperar a que lo esté antes de vernos. Lo mismo pasa con los niños, "imanes" de todos los virus de guarderías, o con los animales, portadores de las más insólitas bacterias. Tanto con unos como con otros lo mismo, con moderación: no se trata de escapar de ellos como de la lepra -además no podría porque los adoro-, pero tampoco comerlos a besos todo el día.

En cuanto a la comida podré prácticamente comer de todo sin más restricción que mi apetitito. El alcohol sí que deberé limitarlo al máximo al menos hasta que no pasen los primeros tres meses. Ya me recuperaré en Navidades.

Ayer por la tarde como siempre estuvimos viendo nuestra serie y luego volví a tentar la suerte al Parchís, pero parecía claro que dos días seguidos no iba a poder ser. Yo creo que es el modelo minimalista de Parchís que nos hemos traído que no se adapta a mi estilo de juego que busca más los espacios y las bandas.

Por la tarde todavía estuve haciendo otras dos sesiones de bici –éstas de veinte minutos-. Luego nos pusimos con el partido amistoso que echaban del Madrid en La Sexta para pasar ya a algo más serio, el Dinamo Ajax, correspondiente a la previa de la Champions League. ¡Comienza el espectáculo!

¡Menudo peligro! Ayer me bajé para el iPad el juego Plants&Zombies. Hacía tiempo que no caía en mis manos un juego tan adictivo. Y lo peor es que es contagioso porque Mónica se tiró también como un par de horas jugando. Así acabamos los dos con el cuello hecho polvo para ir pa la cama.

Tanto la comida como la cena ayer no estuvieron mal del todo, así que puede cumplir con ellas. Ya me dan a comer yogures para los postres, algo que agradezco. De todos modos en estos últimos días sí que he perdido algo de peso, aunque no demasiado: unos tres kilos todo lo más. Eso lo recupero yo en una semana.

Hoy ha amanecido entre nubes y claros, aunque sigue haciendo bochornillo en la habitación. Ahora mismo en cuanto publique el Blog me subo a la bici a darme un buen voltio por los alrededores. Y mientras escribo estas líneas, os prometo –me prometo- una cosa: “y mañana más…”

martes, 17 de agosto de 2010

Día Catorce

Son la una y diez cuando comienzo a escribir el blog, justo ahora cuando acaban de irse los médicos de su visita diaria en la que siguen en la idea de que si nada se tuerce de aquí a final de semana, el viernes podamos irnos para casa.

Esta noche ha sido relativamente buena porque no tuve náuseas, pero sería porque éstas me esperaban para la mañana donde me la he pasado prácticamente entera en la cama bastante revuelto. De todos modos es algo a lo que tendré que acostumbrarme porque según el médico Jefe es algo que me llevaré de recuerdo para casa durante algunas semanas.

Ayer lunes fue el primero de los días más largos que nos esperan en el hospital: se mezclan los nervios porque el tiempo pase lo más rápido posible con el que lo haga sin que ocurra nada que estropee lo que todos esperamos. Es una sensación un tanto agobiante y que siento que nos consume aún más que cuando estábamos en otras semanas anteriores. De aquí al jueves vamos a tener que apretar muy fuerte los dientes porque ahora sí que no podemos fallar.

En cuanto a mis revisiones diarias todo sigue igual: los parámetros siguen aumentando y por otra parte me mantengo sin fiebre. Hemos así empezado a quitar algunos antibióticos por vía venosa para pasarlos a vía oral, lo mismo que es más que probable que mañana mismo retiremos la mínima dosis que ahora mismo todavía estoy manteniendo de morfina. También he empezado a ingerir otros medicamentos en pastilla. Todo gracias a que puedo beber mucho agua sin problemas. Uno de los requisitos para poder irme para casa es que tengo que irme bebiendo más de dos litros de agua al día. En ese sentido no creo que tenga problemas porque siempre he sido capaz de beber eso y más.

Después de la comida seguimos con nuestros hábitos habituales, es decir, la serie que estamos viendo, la siesta de cuarenta y cinco minutos y la posterior partida al Parchís. Ayer sí que hubo algo que cambió desde que llevo en el hospital: por fin gané una partida al Parchís, y como más duele: remontando con una ficha para entrar a la primera. ¿Una señal del cielo?

Por otra parte sigo con mis series de bici. Ayer volvería a repetir la hora de entrenamiento que suelo hacer todos los días. Creo que lo mismo me compro una bici nueva para cuando salga de aquí. Le he echado el ojo por Internet a una montain bike de Ferrari que es la leche. Fijo que corre hasta más que una normal. Ya me conocéis: yo cuando escojo algo, tiene que ser siempre a lo grande.

Por la noche apenas pude comer nada, pero más que por náuseas por la lamentable comida, aunque tengo que decir que la de Mónica era aún peor. Le tocaron unos pescados -o eso aparentaban por las cabezas y las escamas- que bien podían haber sido capturados en el Piles. ¡Es increíble la mala calidad del pescado que se sirve en este Hospital! ¿Dónde irán a por él?

Hoy ha amanecido otra vez soleado y en la habitación el calor sigue subiendo progresivamente, pero por lo menos tenemos ya en mente el poder disfrutar de la brisa marina este mismo fin de semana. Y mientras escribo estas líneas, os prometo –me prometo- una cosa: “y mañana más…”

lunes, 16 de agosto de 2010

Día Trece

Son las once menos diez cuando comienzo en este lunes a escribir el Blog. Hoy se me han pegado un poco más las sábanas porque anoche estuve un poco revuelto con nauseas, así que han sido comprensivos conmigo y me han dejado descansar un poquito más. Eso sí, lo primero que he hecho nada más saltar de la cama ha sido subirme a la bici para espabilar con una pequeña serie de quince minutos antes de dar cuenta del desayuno.

Ayer no había tenido tantas nauseas durante el día como el sábado. De hecho pasamos la mañana viendo las carreras de motos donde hubo triplete español con victorias en 125, Moto2 y MotoGP. Aunque quizás ayer la noticia en el circuito de Brno que eclipsó el resto de titulares fue la confirmación del fichaje de Valentino Rossi desde la próxima temporada con Ducati. ¡Espectacular matrimonio y un sueño para todos los italianos!

En la visita matutina de los médicos éstos siguieron dándonos buenas noticias en relación a mi evolución. De momento empezamos ya a quitar algún medicamento por vía venosa y pasarlo a vía oral ya que ahora puedo beber de nuevo con total normalidad. Los neutrófilos han sobrepasado ya los niveles mínimos necesarios por lo que hoy ha sido el primer día en el que no me han inyectado Neupogen. Además la hemoglobina se ha situado por encima de 11, que sin ser un valor para echar cohetes, en mi caso, y teniendo en cuenta el tiempo transcurrido desde el trasplante está más que bien. Las plaquetas por su parte siguen aumentando y no parece que vayan a ser necesarias nuevas transfusiones.

Con este panorama si no existe ningún pico de fiebre ni ningún episodio inesperado –crucemos todos los dedos- este fin de semana tengo la palabra de los médicos que lo podré pasar en casa. Se me caen las lágrimas casi con sólo pensarlo. Pero eso sí, ya me han advertido que mucho cuidado; que mucha gente llega a casa pensando que va a encontrarse al 100% como si nada hubiera ocurrido cuando no es así. Y lo mismo vale para los familiares y amigos. Serán necesarios entre 2 y 3 meses para poco a poco y con paciencia volver a ser el que era antes de todo este tinglado, pero eso sí, cada día sí me sentiré un poquito mejor. Y como no puede ser de otro modo tendré línea 24h con el Hospital para cualquier duda o situación que pudiera surgir.

Por la tarde después de la comida –la verdad es que no tenía mucha hambre- estuvimos viendo nuestros dos capítulos diarios de Cómo Conocí A Vuestra Madre. A continuación sesión de siesta para prepararnos para los juegos, donde después de perder al Chinchón en una partida que de 100 gano 99, decidí que no era el mejor día para tentar la suerte al Parchís, así que me sumergí en los juegos que me he bajado para el Ipad. Ya os comenté que estoy enganchado al Hundir La Flota. Pero ahora me he bajado también la versión clásica del Prince Of Persia, uno de Golf, otro de fútbol, otro de tenis y otro de Póker. Por supuesto además del típico de Ajedrez, el clasiquísimo Simon Dice y una versión electrónica del Tangram. ¡Son un vicio!

No descuidé mis entrenamientos en la bici. Ayer haría en total algo más de una hora, mientras que realizaría los ejercicios de inspiraciones como cuatro o cinco veces a lo largo del día.

Por la noche después de que me colocaran el último de los antibióticos ya noté que me revolvía un poco, así que apenas pude cenar nada, y eso que no era de las peores cenas que he "disfrutado" por aquí. Luego me tiré ya en la cama mientras Mónica veía un poco la película que echaban por la TPA.

Hoy ha amanecido de nuevo soleado y en la habitación tenemos un calorcillo que da gusto.Y mientras escribo estas líneas, os prometo –me prometo- una cosa: “y mañana más…”

domingo, 15 de agosto de 2010

Día Doce

Son las diez menos cuarto cuando comienzo a escribir el Blog en este domingo con el que se concluye nuestra tercera semana de estancia en el hospital. Los días pasan despacio pero al final pasan, y como quien no quiere la cosa, pues eso, que nada menos que tres semanas que llevamos aquí metidos. Esta noche he dormido bastante bien, aunque como no puede ser de otro modo sigo despertando cada poco y tengo que ir siempre al baño. Lo raro sería que no fuera cuando al cabo del día me ponen más o menos de media unos cuatro o cinco litros entre sueros y demás historias.

El día de ayer empezó un poco torcido porque me desperté a las seis y medias con muchas náuseas; náuseas que me acompañaron ya durante casi todo el día. La explicación que ya os anticipaba ayer parece ser que radica en la reducción progresiva en la dosis de morfina. El cuerpo, acostumbrado a dosis mayores es como si sufriera de “mono” y pidiera siempre la misma cantidad o mayor si cabe. De todos modos es algo normal y a medida que vayamos bajando el cuerpo volverá a acostumbrarse a no necesitar de cantidad de morfina alguna en la sangre.

En la visita de los médicos nos volvieron a comentar que los parámetros sanguíneos continúan subiendo conforme a lo esperado, o incluso, algo mejor. De hecho ayer ya había alcanzado el número mínimo de neutrófilos para en el caso de mantenerlo durante dos días, poder eliminar las inyecciones de Neupogen. De igual modo seguimos sin sufrir ningún episodio de fiebre desde hace ya unos cuantos días. Sin querer pillarse los dedos porque estas cosas pueden cambiar en cualquier momento, sí que parece haber posibilidades de que el próximo fin de semana lo pasemos en casa.

Otra de las cosas importantes que nos comentaron los médicos es que en su día enviaron también para su análisis a Salamanca, una muestra de la sangre que me extrajeron por aféresis y que luego me reinfundirían en el trasplante. En dicho análisis no se ha detectado rastro alguno de la enfermedad. Es una muy buena noticia que da más confianza en el éxito del transplante.

Ayer por la mañana a pesar de las revolturas y náuseas, me marqué cuarenta y cinco minutos en la bici. La cuestión es no dejarlo ahora que vamos bien. Tampoco descuidé mis ejercicios de respiración.

Después de comer –comí en realidad lo que pude porque no me entraba demasiado-, estuvimos viendo un par de capítulos de nuestra serie favorita antes de echar luego una buena siesta. Siendo justos, fui yo quien la echó de verdad: ¡casi una hora y media!

Lo del Parchís tiene atisbos de transformarse en una maldición o algo así. Es realmente increíble que aunque sólo sea por probabilidad no haya sido capaz de ganar una partida de las diez últimas que hemos jugado. Aun así yo no cejo en el empeño. Y el día en que gané van a oírme hasta en el Paseo del Muro de la voz que voy a pegar.

Por la tarde estuvimos viendo cómo el Sporting sigue en racha en esta pretemporada y ayer se deshacía por un gol a cero de la Real Sociedad. Después venía el partido de verdad, el Sevilla Barcelona, ida de la Supercopa de España. Un auténtico partidazo que no defraudó, sobre todo a los que como yo, disfrutamos con las derrotas tanto culés como merengonas. Es lo que tiene ser del Sporting a morir.

Al acabar el partido aguantamos para ver los Fuegos de Begoña, que como todos los 14 de Agosto, se lanzan en la Playa de San Lorenzo. Lo echaban por la TPA. En fin, puedo juraros que fue decir “¡mira qué guapo: el primero!, y quedarme KO completamente. Desperté cuando mi mujer apagó la televisión justo cuando acabaron. Ella jura y perjura que trató de despertarme para ver el restalló final. Pero ná, ni con esas.

Hoy ha amanecido un día soleado, que ya era hora. No me importa que tengamos ahora unos cuantos días con sol porque estando bien uno lo lleva mejor todo. Además me encantaría que el día que salga de aquí haga un día de sol radiante. Y mientras escribo estas líneas, os prometo –me prometo- una cosa: “y mañana más…”

sábado, 14 de agosto de 2010

Día Once

Son las doce y media cuando comienzo a escribir el Blog en este sábado, tercero de estancia en el hospital. Hoy ha sido una noche aceptable en lo que se refiere a sueño, aunque he estado algo revuelto con nauseas, y que sigo arrastrando toda la mañana. Veremos si ahora que comienzan a reducirme el nivel de morfina se solucionan, porque realmente son muy molestas. La idea es intentar llegar al martes sin necesidad de usar morfina.

El día de ayer fue muy parecido al del jueves. En realidad a veces me cuesta hasta acordarme de en qué día vivo. Las rutinas de cada día son muy similares y todo se torna muy similar.

En la visita de los médicos se volvió a confirmar la mejoría en mis niveles sanguíneos, donde los neutrófilos pasaron de 300 a 960. Aunque sea anticiparme al blog de mañana, comentaros que hoy ya tengo 1470, prácticamente los 1500 de rigor para que si los mantengo dos días me retiren las inyecciones de Neupogen. Además tengo un nivel de plaquetas aceptable que es probable que también implique dejar a un lado las infusiones de plaquetas.

La garganta parece que está plenamente recuperada y por lo que se refiere a la fiebre, llevo ya tres días sin pasar de los 37,5. Muy buena señal de que todo va según lo previsto.

Ayer por la mañana realicé mi media horita de bici a buen ritmo. Según el cuentakilómetros hago unos once kilómetros, lo que no está mal. Me encuentro bien físicamente y quiero aprovecharlo.

A las comidas y cenas me han añadido ya un segundo plato viendo que cada vez voy mejor. Yo voy comiendo en cada caso lo que me apetece, sin forzar. Algo que me he han dicho es que para cuando vuelva a casa llegaré con cierta falta de apetito que se mantendrá durante uno o dos meses hasta que recupere mi estado normal.

Después de comer estuvimos viendo nuestra serie diaria y luego echamos la siesta de rigor. No fue gran cosa, apenas tres cuartos de hora, pero sirvió para descansar un poquito y prepararnos para nuestra sesión de juegos donde por enésima vez volví a perder al Parchís. Menos mal que por lo menos gané luego a los dados.

Por la noche vimos un poco el partido del Madrid contra el Bayern pero nos pasamos rápido a Ley y Orden, que lo otro no dejan de ser partidos de pretemporada, de mentirijillas. Después de la serie comenzaba una peli con la que ya nos quedamos dormidos.

Hoy ha amanecido sin llover, pero sigue haciendo un tiempo nublado. Yo espero que aguante así por lo menos hasta que nos volvamos a casa. Cuento cada día que falta para ello. Lo malo es que todavía no sabemos hasta cuánto tenemos que contar… Y mientras escribo estas líneas, os prometo –me prometo- una cosa: “y mañana más…”

viernes, 13 de agosto de 2010

Día Diez

Son las diez de la mañana cuando comienzo a escribir el Blog, en este viernes, tercero que pasamos en el hospital, pero muy distinto a los dos anteriores. Las sensaciones comienzan a ser buenas y ahora más que nunca vemos el final de esta larga carrera como algo cada vez más cercano. Esta noche he vuelto a dormir bastante bien, lo que no quita el que me eche un buen pigazo antes de que llegue la hora de visita de los médicos, sobre las doce. Lo habitual que suelo hacer es realizar una buena sesión de bici de unos treinta minutos y luego echarme a reposar un poco.

Otra de las cosas que me llenan de optimismo es que he pasado mis primeras veinticuatro horas completas sin fiebre, algo muy importante para valorar seriamente una posible alta. A eso habrá que unir el que el nivel de neutrófilos se mantenga estable en un mínimo de 1500 durante dos días consecutivos. Para que os hagáis una idea de mi evolución, en plena aplasia llegué a cero; este martes tenía 10, el miércoles había multiplicado por 6, alcanzando 60, y ayer tenía ya 300, habiendo multiplicado por cinco. Es un buen ritmo de crecimiento que podría llevarme a esos 1500 a principios de la próxima semana. He revisados los valores de mis neutrófilos cuando ingresé por primera vez en Cabueñes allá por Abril y ¡estaban por debajo de 600! He tenido realmente mucha suerte de no haber pillado nada por los hospitales con unos niveles de defensa tan paupérrimos. En la Mutua donde sólo un mes antes había realizado los controles sanguíneos, todavía me deben una disculpa que sigo esperando después de cinco meses.

Ayer por la mañana estuve como de costumbre redactando mi blog y luego me pasé un buen rato dedicado a la bici y a los ejercicios respiratorios. A las doce llegaron los médicos para darme los resultados de las últimas analíticas y transmitirme su optimismo sobre cómo está yendo mi evolución. Como no puedo evitarlo, les dejé caer algo así como “bueno, ¿estaríamos hablando tal vez de 10 días para irnos para casa?” Se miraron y sonrieron antes de contestar: “bueno, tal vez algo menos”. ¡Sin duda firmaba ahora mismo esos diez días! Pero como esto va día a día, pasito a pasito, lo que hoy puede estar perfecto, mañana puede no estarlo no tanto, y todavía los niveles de defensas no son como para estar tranquilos ni mucho menos ante una infección imprevista. Así que actuaremos como siempre: mantendremos la guardia bien alta, pero eso sí, a la primera oportunidad soltaremos un derechazo de esos que mandan a la lona al más pintado.

Después de la visita tocaba la infusión de plaquetas. ¿Habéis visto alguna vez plaquetas separadas de la sangre? Seguro que os llevabais una sorpresa. Son de un color amarillento como si de un batido de limón se tratara. Por supuesto no su infusión no produce ninguna molestia y apenas dura una hora.

Las comidas siguen mandándomelas supervisadas desde la unidad de nutrición y lo cierto es que estoy empezando a comer mejor. Son platos menos consistentes, pero igualmente nutritivos y que entran mucho mejor. Ayer por ejemplo cené una sopita de fideos con unos fritos de pescado de segundo y compota de manzana de postre.

Justo después de comer llamé a mi casa a ver qué tal estaban pasando el cumple de mi padre, y me quedé de lo más tranquilo viendo que lo estaban disfrutando como yo había pedido. Mi padre además está encantado con la cámara digital que le he regalado para que ahora pueda sacar todas las fotos que quiera a sus adorados gatos de la huerta. Por la noche además mi hermano me envió algunas fotos que sacaron durante la comida que hicieron que durmiera con una sonrisa de oreja a oreja.

Por la tarde después de la serie del día y de la siesta de rigor, volví a intentarlo al Parchís, pero nada, ¡que no hay manera! Yo creo que es la morfina que me deja un poco más apijotado de lo habitual y mi mujer se aprovecha para contar de más. Bueno, sea como sea, por lo lo menos donde no puede ganarme son en las partidas que me marco cada día al Hundir La Flota con el IPad y donde ya he alcanzado el grado de Teniente de Fragata. ¡A mí que siempre me quedaron tan bien los uniformes! Me lo dijo mi madre por primera vez cuando me vio vestido de marinerito para la Primera Comunión...

Todavía antes de la cena me tocaron dos bolsas de sangre para seguir subiendo el nivel de hematocrito y el último chutazo de antibiótico. Al final del día llega uno que no sabe ni la cantidad de medicamentos que habrá tomado...

Por la noche vimos Ley y Orden, que llevábamos unos días sin verla, porque la verdad es a una hora en la que todo el mundo está entrando y saliendo. Luego nos pusimos con una película que teníamos grabada: The Ugly Truth, con Katherine Heigl y Gerard Butler. Típica comedia romántica pero con la que pasamos un rato de lo más divertido. Así que entre lo uno y lo otro apagaríamos la luz sobre las doce. Buena hora para descansar un rato.

Hoy ha amanecido como ayer lloviendo. De momento –toquemos madera- visto como se presentaba esto, no podemos decir que hayamos tenido mala suerte con el tiempo, aunque tampoco os creáis, que aun así aquí siguen habiendo 27 grados. Y mientras escribo estas líneas, os prometo –me prometo- una cosa: “y mañana más…”

jueves, 12 de agosto de 2010

Día Nueve

Son las diez menos cuarto cuando comienzo a escribir el Blog, en este jueves, a las puertas ya de nuestro tercer fin de semana en el hospital. Esta noche ha sido muy buena si la comparamos a las que habíamos tenido en días anteriores. De hecho anoche antes de las doce ya estaba totalmente KO y aunque desperté unas cuantas veces, la garganta me dio muchas menos molestias y al final dormiría incluso por encima de las ocho horas. Además, no he tenido fiebre por encima de los 38 –que es cuando ellos así la consideran- desde las cuatro de la tarde cuando me colocaron un paracetamol. Es decir, que ahora mismo llevo dieciocho horas sin fiebre. Parece que esas pequeñas mejorías poco a poco se van asentando y aunque todavía es pronto para cantar victoria, lo que se confirma es que vamos por el buen camino.

En el mismo sentido son las valoraciones que los médicos nos hicieron de nuevo ayer en su visita. Las defensas están bajo mínimos, en unos niveles ridículos, pero que entran absolutamente en lo normal tras un periodo de aplasia. Lo importante es que ayer ya hubo crecimiento por segundo día consecutivo en su número, y que de seguir en esa progresión, es probable que para la próxima semana pueda tener el mínimo necesario para poder plantearnos un alta, sino a finales de esa semana, sí para principios de la siguiente. Pero vayamos día a día, que siempre resulta mucho más fiable.

Otras las mejorías que se siguen consolidando cada día son la desaparición de las ronchas en la piel. Poco a poco se van difuminando y su color ahora es más discreto, por decirlo así, pero sobre todo, no causan ningún picor.

Por la mañana tuve una nueva infusión de plaquetas. Con estas seguiré casi seguro hasta el último día, puesto que al parecer son las últimas en recuperarse. Lo que sí que me he enterado es de que quiénes han sido dos de los “agraciados” con el premio de acercarse por aquí a donar plaquetas. Ya les he llamado para darles las gracias y de paso para asesorarles sobre el mínimo número de culetes de sidra que tienen que traer en vena para que la calidad de las plaquetas sea mejor. ¡Ah!, pero que mejor casi no venir con la camiseta del Sporting puesta, que aunque por aquí tengo yo a mucho rojiblanco fichado, me consta que hay también mucho pitufo gruñón que podría tratar de tirar por la borda nuestro plan.

Hablando del Sporting por la tarde estuvimos viendo el partido que jugaba en Luarca frente al Espanyol, y que acabó venciendo por un gol a uno, gracias a un lanzamiento de falta magistralmente lanzado por el argentino Sangoy. A ver si va a ser verdad que por fin hemos fichado a alguien que sabe tirar faltas. ¡No me lo creo! Tiene que haber gato encerrado.

Hubo también sesión de juegos, donde ayer dejamos aparcado el Parchís y nos dedicamos al Scrabble. ¡Y otra vez que por una mísera palabra volví a perder! Menos mal que todas estas derrotas que voy acumulando con mi mujer luego me repongo de ellas jugando con el Ipad a algunos jueguillos que me he bajado. Ahora mismo estoy enganchadísimo al mítico Hundir la Flota, aunque a mi mujer le gusta más el Simon Dice. Otro que me ha bajado es el Space Invaders, el de marcianitos de toda la vida¡Qué clásicos!

Por la noche estuvimos viendo un poco el partido de España que ya se presumía que iba a ser de lo más aburrrido, así que la segunda parte prácticamente la vimos con un ojo cerrado. Así fue que sólo hoy me enteré de que habían empatado.

Hoy ha amanecido lloviendo –ha estado así toda la noche- y se nota que ha refrescado de lo lindo. Además es un día muy especial porque es el cumpleaños de mi padre. Así que ya he dado desde aquí las pertinentes instrucciones para que dentro de las circunstancias sea un cumpleaños alegre, que de momento no hay motivos para que no lo sea según lo que llevamos andado. ¡Y que no me entere yo que no es así! Y mientras escribo estas líneas, os prometo –me prometo- una cosa: “y mañana más…”

miércoles, 11 de agosto de 2010

Día Ocho

Son las diez y cuarto del tercer miércoles de aislamiento cuando comienzo a dictar el blog. Esta noche ha vuelto a ser de las de dormir poco y a pigazos, por culpa de la garganta. Sin embargo, noto que la boca se va recuperando y que me empieza a costar menos ingerir alimentos.

Ayer, por fin, nos visitó la nutricionista, para intentar poner una dieta más acorde a mis necesidades, dada la situación actual. El cambio que más me gusta es la modificación del horario: paso a lo que aquí se conoce como horario juvenil, con la comida a las 2 y la cena a las 9. Por otra parte, transmití las dificultades que tenía con cierto tipo de alimentos, en cuanto a salados, condimentos, etc., y conseguimos que a partir de ahora, los menús sean más livianos y agradables. Prueba de ello es que ayer logré cenar el menú que me trajeron. Más vale tarde que nunca!

Seguimos con la infusión de plaquetas diaria y las inyecciones de Neupogen, que se mantendrán hasta subir los niveles. También parece que estoy probando todos los tipos de antibióticos del almacén. Precisamente ayer me sorprendieron con un nuevo tipo que se pone con la misma bomba que la quimio, lo que hizo despertar en mí ciertos recelos por la falta de información previa que hay sobre estas cosas. Entiendo que haya enfermos que no quieran saber nada más que lo imprescindible, pero a mi me gusta conocer todos los detalles de mi evolución, y del punto de tratamiento que en cada momento me encuentro.

Por la tarde, después de la pertinente siesta, reanudamos nuestra partida de parchís aplazada desde el día anterior. No me sirvió de mucho el aplazamiento por lo que empiezo a pensar que va a resultar más complicado ganar en el hospital una partida al parchís que el que nos toque para comer un bollo de pan del día. Por si con el parchís tuve poco, también me tocó perder al chinchón. Dice mi mujer que cuando empiece a ganar partidas será síntoma claro de mi recuperación, y yo le digo que podía empezar a dejarse en alguna, pero bien sabe que todavía sería más doloroso para mi y mi orgullo ver cómo me deja ganar como a un niño.

Hoy ha amanecido con resolete, y aunque la predicción era nublado con posibilidad de lluvias, ya hace bastante calor en la habitación. Y mientras escribo estas líneas, os prometo –me prometo- una cosa: “y mañana más…”

martes, 10 de agosto de 2010

Día Siete

Son las once y media del tercer martes en la unidad de trasplantes cuando comienzo a dictar el blog… No es que esté peor, no hay grandes cambios. Sólo ocurre que debo tener el brazo permanentemente estirado para que pasen los sueros, ya que en nada tendremos una nueva trasfusión de plaquetas, para la cual se debe conseguir primero bajar la temperatura.

Esta noche ha sido una de esas largas, largas. Me comenzó a subir la fiebre hacia las diez y media, con la gracia de que, como me habían suministrado paracetamol para bajarla para la trasfusión de sangre a las siete de la tarde, no podían volver a ponerme otra dosis hasta pasadas las 2 de la mañana. Así que os podéis imaginar lo “divertida” que se hizo la espera. De todos modos, en general, durante las 16 noches que llevamos aquí, no creo que hayamos logrado dormir más de dos horas y media del tirón en ninguna de ellas.

Son por cositas así por las que estoy notando que mi carácter se está empezando a agriar un poco. Afortunadamente por mi cabeza, por nuestra cabeza, no pasa otra cosa que esto se acabe cuanto antes. Y dice mi mujer, de todas formas, que alguna de las pullitas no dejan de tener su gracia.

Por lo que se refiere a la boca, ayer mejoró sustancialmente lo que es la lengua. No os voy a comentar como por un momento me sentí como una serpiente mudando su piel...
Sigo durmiendo muchísimo por la morfina y el orfidal, y es que a poco que me despisto me quedo dormido entre tirada y tirada del parchís. Precisamente ayer no acabamos por ese motivo la partida, posponiendo para hoy el desenlace. He aprovechado la vela de esta noche para vigilar muy de cerca las fichas del tablero.

Seguimos con las inyecciones de Neupogen así como con las trasfusiones de plaquetas y sangre. En principio, es probable que se mantengan hasta finales de semana.

Por la noche, mis padres subieron a Quintes con la excusa de recoger moras para prepararme una mermelada rica rica, y aprovechando la circunstancia nos hicieron una perdida para que nos conectaramos a través del ordenador por videoconferencia. Tuvo gracia ver a nuestros padres hacer uso de tecnologías tan innovadoras.

Hoy ha amanecido con más claros que nubes, y ahora hace un sol de justicia que ha puesto ya la habitación en 28º. Y mientras escribo estas líneas, os prometo –me prometo- una cosa: “y mañana más…”

lunes, 9 de agosto de 2010

Día Seis

Son las nueve y media de este lunes, tercero que paso en el hospital. Esta noche hemos dormido lo justito, porque lo cierto es que la dichosa mucositis me deja la garganta dolorida y hace que me despierte cada poco. Para mitigar un poco las molestias me han dado Lidocaína para que realice enjuagues con ella tres veces al día después de la comida.

Por la mañana, a parte de echarle un ojo al partido del Madrid que echaban en diferido por La Sexta, tuve la segunda infusión de plaquetas. Por cierto, sé que habéis sido muchísimos los que os ofrecisteis como donantes y no puedo tener más que palabras de agradecimiento por ello. Para hoy habrá que esperar a ver los resultados de las analíticas, pero lo que sí me han hecho ya ha sido inyectarme una dosis de Neupogen, aquellas inyecciones que servían para que las defensas se multiplicaran a mayor velocidad. De aquí en adelante lo que toca es que las cifras crezcan y de este modo muy pronto podremos estar pensando en una fecha para volver a casa. Yo ahora mismo no quiero hacerme ilusiones, aunque no estaría mal poder hacerlo para finales de la que viene. Sería fantástico.

La visita diaria del médico no hace sino confirmar cada día que a pesar de lo mal que pueda encontrarme estas últimas jornadas, todo entra dentro de la normalidad y que vamos por el buen camino. Ayer bromeaba con mi médico diciendo que siempre me dicen que son sólo tres o cuatro días duros y luego se mejora, ¡pero leches!, que me digan de una vez desde cuándo hay que contar, que pa mí que me dicen todos los días lo mismo. Bromas aparte, ellos están convencidos de que ahora sí, lo peor ya ha pasado, y que en esta semana veremos muchos progresos. Para empezar es cierto que las fiebres se mantienen pero no son tan altas

Sigo durmiendo muchísimo durante el día como consecuencia de la morfina y el Orfidal, pero aun así encuentro el momento para hacer mis ejercicios. Ayer no bajaría de cincuenta minutos de bici. Hoy intentaré sacar una horita por lo menos.

Por cambiar un poco dado que era domingo, ayer tocó partida al Scrabble, en la que perdí por un verdadero suspiro. O sea, que podemos decir que técnicamente empaté aunque yo creo que eso mi mujer no lo firmaría ante notario.

Por otra parte no dejamos de ver nuestras series preferidas, que a este paso vamos a devorar todas y ayer rematamos la noche con una peli que supongo os sonará: Invictus. Un gran peliculón con un deporte de fondo que a mí me gusta particularmente, el rugby.

Hoy ha amanecido lloviendo. Esto cada vez se parece más a la Asturias que todos queremos y adoramos. En serio, que no sabéis cómo agradezco estos días. Y mientras escribo estas líneas, os prometo –me prometo- una cosa: “y mañana más…”

domingo, 8 de agosto de 2010

Día Cinco

Son las once y media de este domingo, segundo que pasamos en el hospital. La noche fue un poco larga porque al principio me costó pillar sueño por el dolor de garganta y la fiebre, pero como en noches anteriores pudimos controlarlo a base de medicación. Luego de todos modos también es verdad que me paso el día como el abuelo cebolleta cayéndome por las esquinas dormido en cuanto encuentro un punto de apoyo. Entre la morfina para el dolor –pero que amodorra- y los orfidales para las náuseas –y que también te dejan apijotado- como para no dormir más que un oso en época de hibernación. De todos modos me obligo a no pasarme y moverme en cuanto me siento con ganas. Ayer os parecerá increíble, pero hice una hora y cuarto de bici repartida en cinco sesiones.

Por la mañana lo que más me fastidian son las náuseas que me dan justo al despertar, pero bueno, es algo que no dura más de media hora. Luego, después de la ducha y de lo que trato de desayunar, me encuentro mucho mejor.

Ayer tuvimos nuestra primera infusión de plaquetas. Para hoy tendremos la segunda según nos acaba de comentar la médico, quien por cierto sigue insistiendo en que va todo según lo pautado, así que bien.

Por la tarde tuvimos tiempo para nuestras partidillas a los juegos donde puedo dar fe que sigo totalmente negado (pero cada día más ajustado). Hoy como es domingo igual lo celebramos echando un Scrabble. ¡Anda! Justo ahora entran a lo de las plaquetas, así que haremos una parada de tres cuartitos de hora y luego os sigo contando. Estas de hoy parecen más concentradas porque tienen un color más anaranjado frente a las de ayer que eran más amarillentas.

Para la cena de ayer intentaron ya traerme solo purés, pero claro, ese no es el problema. El problema es que ahora mismo tengo la lengua pelada y la boca llena de llagucas y la acidez de los alimentos me molesta muchísimo, a parte de el dolor al tragar… Así que sobrevivo con batidos de proteínas, que además están ricos.

No faltamos a nuestra cita con el Sporting, pero ¿alguien me puede decir el resultado?

Hoy ha amanecido nublado. Una delicia, porque podemos abrir la cortina y disfrutar del pequeño paisaje que se puede vislumbrar desde la habitación. Y mientras escribo estas líneas, os prometo –me prometo- una cosa: “y mañana más…”

sábado, 7 de agosto de 2010

Día Cuatro

Son las nueve pasadas de este sábado cuando comienzo a escribir el Blog. ¡Ya es sábado de nuevo! Eso significa que la próxima semana comenzaremos nuestra tercera de estancia en el hospital en la que sin duda las cosas habrán de mejorar mucho si seguimos como hasta ahora cumpliendo todos los parámetros.

Ayer el día fue bastante similar al anterior, con buenos momentos en los que tuvimos tiempos para los juegos y otros no tan buenos en los que aprovechaba para quedarme amodorrado. Aun así no fallé a mis sesiones de bicicleta ni de ejercicios respiratorios. ¡Anda que no habrá ciclistas que suben puertos de alta montaña aquejadazos de una enfermedad! Sin ir más lejos, el italiano Basso llegó a París en el Tour de este año arrastrando una bronquitis durante la última semana. Así que pienso en eso cuando me subo a la bici con alguna decimilla de fiebre.

Sé que es duro para los que leéis el blog el que os cuente si me encuentro regular o mal, pero sería peor engañaros, ¿no? Desde el primer día creo que he sido muy sincero y os he explicado que esto no iban a ser una vacaciones a Torremolinos. Pero siempre está ese gen humano -especialmente desarrollado en las madres- que le lleva pensar a uno “bueno, igual tiene suerte y no es para tanto”. Esto es medicina y aquí no hay historias raras, lo que es es, y punto. Así que lo mismo que sabíamos que íbamos a tener cuatro o cinco días fastidiados, sabemos que a partir del próximo martes o miércoles la cosa mejorará. Pero todas estas fases son absolutamente necesarias para curar.

Así que nada, por resumiros el día de ayer os diría que lo mismo estuve durmiendo un 50 por ciento del tiempo, mientras que el resto lo dedique a los ejercicios y a los juegos con mi mujer.

La comida ayer fue en su línea. Concretamente en la cena teníamos un bonito que estaba más seco que los bolsillos de Carpanta. Y con unos guisantes como para partirte una caries. Y luego quieren que comamos.

Después de la cena hicimos unas llamadas con el Skype, un programa de ordenador que te permite realizar una especie de videoconferencia. Estuvimos así charlando con mis suegros, luego con mis primos de Bruselas y finalmente con Kiko, el primo de mi mujer, o mejor dicho, con su peque, que es su ahijado, y que tiene madera de presentador de telediario por lo bien que se desenvuelve frente a las cámaras.

Bueno, y que como quien no quiere la cosa ya hemos llegado al fin de semana. Para mí es un hito muy importante porque estoy convencido que a partir de la próxima semana seguro que todo irá a mejor.

Hoy ha amanecido soleadete. No sé si es que nos hemos acostumbrado ya a estas temeraturas, pero lo cierto es que lo llevamos bien. Creo que hicimos bien no cambiando de habitación. Y mientras escribo estas líneas, os prometo –me prometo- una cosa: “y mañana más…”

viernes, 6 de agosto de 2010

Día Tres

Son las nueve y media de este viernes, segundo de estancia en el hospital. Esta noche ha sido sin duda la más dura de cuantas hemos transcurrido hasta ahora. Está claro que han llegado ya los días complicados y lo de esta noche ha sido el preámbulo. He tenido así fiebres altas y dolor de garganta que me han impedido dormir todo lo que hubiera querido, y ahora me le levantado todavía con fiebre y con la garganta como una lija del ocho.

Ayer la verdad es que llevábamos un día bastante tranquilo, aunque yo seguía notándome un poco cansado. Supongo que sería la razón por la que para la tarde me tenían programadas dos bolsas de sangre con el fin de subirme un poco el nivel de hemogoblina.

Entre dormitar en el sofá y en la cama, realicé mis ejercicios de bici y de respiración durante todo el día. Hoy intentaré moverme un poco aunque las ganas son mínimas.

Ya sabíamos que había que pasar por esto como parte del precio por curarse, pero eso no quita que uno se sienta fatal y con ganas de que el tiempo pase más rápido que nunca. Por desgracia sucede justo lo contrario.

Tanto para la comida como para la cena ya he notado una disminución considerable en mi apetito, no ya por la mala calidad de la comida que ya os he comentado, sino porque es algo que al parecer ocurre como otro efecto normal dentro de todo este proceso.

Por la tarde comenzó a subirme ya un poquito la fiebre, pero aun así estuvimos echando una partida al Parchís –que para variar volví a perder-.

Después de la cena la fiebre ya estaba por encima de los treinta y ocho así que suministraron el primero de los Paracetamol que me han seguido suministrando durante la noche. Nada más ponerlo me quedé medio adormilado por lo que apenas vi Ley y Orden.

Todos: tanto médicos como enfermeros me tranquilizan diciéndome que vamos muy bien, que vamos dentro de la normalidad, que esto ahora son sólo tres o cuatro días muy fastidiados y agudos y luego a partir del martes o miércoles comenzaremos a remontar, aunque como siempre, todo esto es variable y depende un poco de la persona.

Bueno, y con esto hemos llegado a un nuevo viernes, víspera de otro nuevo fin de semana. Cada día que pasa es un día menos en nuestra carrera. Ahora ya empezamos a intuir la meta al fondo.

Hoy ha amanecido soleado a más no poder, así que me parece que tocará finde de playa. Aprovechad que ya sabéis que a partir del 15 de Agosto se dice que el verano se acaba en Gijón. Para mí este año probablemente empiece… Y mientras escribo estas líneas, os prometo –me prometo- una cosa: “y mañana más…”

jueves, 5 de agosto de 2010

Día Dos

Son las nueve y media cuando comienzo en este segundo jueves en el hospital, a escribir el Blog. Esta noche de dormido aceptablemente bien, aunque me despierto con frecuencia por la sequedad y dolor que me noto en la boca. Para mitigarlo ayer comenzamos con dosis mínimas de morfina y que iremos subiendo conforme pasen los días para que así pueda comer más o menos sin problemas.

Por la mañana estuve haciendo un poco de bici además de mis ejercicios respiratorios. La verdad es que entre el blog, la visita de los médicos y que la comida te la sirven a las doce y media, lo que es la mañana pasa bastante rápido.

Lo malo ayer me tocó pasarlo justo después de comer. Me sentí más revuelto de lo normal, así que hasta que no eché la comida no descansé. Luego me dieron más antinaúsicos y de este modo me quedé bastante aletargado, tanto que dormiría a cachos desde las dos hasta las seis de la tarde. A esa hora ya me encontré de nuevo mucho mejor por le que volví a realizar un poco de bici. Hay que moverse incluso en los días en los que no te apetezca, que todavía tienen que venir días en los que me apetecerá menos.

Mientras mi mujer se dedicaba a pintar un poco –se ha traído unos blocks con unos lapiceros de colores y de carboncillo- yo estuve interneteando un poco y contestando algunos correos.

A las ocho nos enchufamos a ver el Logroñés Sporting, otro partido de pretemporada que afortunadamente no significa nada… porque si tuvierámos que sacar conclusiones, mal iríamos entonces.

Después de cenar me vinieron a retirar el catéter. El tema es que llevaba ya unos días en el que me molestaba y además no refluía correctamente, es decir, que podían meterme todos los tratamientos sin problemas, pero no podían sacarme sangre, con lo que las analíticas diarias me las tenían que hacer pinchando. Así que decidieron retirarlo y me colocaron en el otro brazo una vía normal, que de momento para lo que tengo que tomar sirve de sobra. La verdad es que ha sido un alivio porque fue quitarlo y dejar de dolerme el hombro.

Bueno, y ya estamos a jueves. Y aunque sé que ahora empieza lo duro de verdad, me motivo pensando que el jueves que viene muy probablemente estemos pensando en la fecha de alta, y sin duda, me encontraré mucho mejor.

No quiero que se me olvide comentaros una cosilla en la que caí en la cuenta estos días: si vais a Google e introducís "y mañ" no os deja ni seguir escribiendo. ¡Sale nuestro Blog como primera opción! No os voy a negar que un poco de ilusión sí que me hace. ¡Gracias a todos!

Hoy ha amanecido nublado y orbayando de vez en cuando. Lo siento por los que estáis de vacaciones pero ojalá siguiera así por lo menos hasta el finde. Y mientras escribo estas líneas, os prometo –me prometo- una cosa: “y mañana más…”

miércoles, 4 de agosto de 2010

Día Uno

Son las diez y cuarto de este miércoles cuando comienzo a escribir el Blog. Esta noche he dormido bastante bien. De hecho ayer a las diez y media ya estaba metido en la cama y al poco caí rendido. Esta mañana me he levantado un poco revueltillo del estómago -algo que me pasa casi todos los días- y con la garganta algo peor. Vamos acercándonos a los días complicados y eso se nota.

Ayer lo cierto es que me encontré bastante cansado durante todo el día. Es algo normal porque estoy todavía en la fase de aplasia que durará hasta el domingo aproximadamente. Así que es como si se me fuera agotando la gasolina y estoy que me quedo dormido con solo cerrar los ojos en cualquier esquina. Hoy me parece que va a ser más de lo mismo.

A pesar de todo ayer realicé mis sesiones de bicicleta estática y por supuesto mis ejercicios respiratorios. Se trata de ir cogiendo rutinas para cuando vengan los días en los que no te apetezca tanto, te cueste menos.

Poco a poco vamos quitando algunas medicinas, aunque esto de estar en un hospital es lo que tiene: hay una solución para cualquier problema. Que estás un poco sueltillo, pues pastillas para cortarlo. Que ahora nos hemos pasado, pues otras para que vuelvas a ir al baño. "Oiga, ¿no tendrá una pastilla para ganar al Parchís?"

De momento para el dolor me están dando Codeína, que es un opiáceo menor. Sirve así para aliviar las molestias de la garganta y para prepararte para cuando tengan que ponerte algo más fuerte. Normalmente cuando la mucositis está en todo su esplendor utilizan morfina.

Por lo que se refiere a los picores sigo con las ronchas pero parece que por lo menos ahora por la mañana me pican menos. Ayer me dieron un antihistamínico para que no me molestaran tanto. Además intento echar bastante crema hidratante.

Lo que sigue siendo bastante lamentable son las comidas. De verdad que no puedo entender con la pasta que se gastarán que den una calidad tan mala. Ayer por ejemplo para la comida teníamos unas albóndigas con las que David hubiera matado a Goliath.

Los días siguen pasando según lo previsto y como quien no quiere la cosa ya llevamos diez días aquí metidos. Si todo va bien a partir de este domingo o lunes comenzaremos a remontar y la estancia será más agradable, aunque hasta ahora tampoco me puedo quejar.

Ayer no faltó la siesta después de la comida, ni nuestra sesión de juegos donde sigo negado, ni nuestras series favoritas. Yo además conseguí también acabar el cubo de Rubik, eso sí, siguiendo la chuleta que mi mujer escribió para ello. Lo complicado ahora es memorizarlo para no tener que tirar de apuntes.

Por la noche como os comentaba fue acabar la serie de Ley y Orden y quedarme dormido de un tirón. Por lo menos puedo decir que cantidad de horas de sueño no me faltaron, aunque la calidad ya es otro tema.

Hoy ha amanecido nublado como ayer, pero también tiene toda la pinta de que va a abrir por la tarde. Y mientras escribo estas líneas, os prometo –me prometo- una cosa: “y mañana más…”

martes, 3 de agosto de 2010

Día Cero

Son las nueve y media de este martes, noveno día en el hospital, y Día Uno siguiendo el protocolo de la Unidad de Trasplantes cuando comienzo a escribir el Blog. Ayer por tanto fue mi Día Cero, algo así como un segundo cumpleaños que tendré que empezar a celebrar cada año, el 2 de Agosto. Es por ese motivo por el que he decidido renombrar los post de este blog. Pasar de ciento quince me hacía sentir muy viejo, así que al igual que hemos hecho ayer con mi sistema inmunitario, reseteamos también el contador y comenzamos de cero.

Ayer por la mañana estuvieron preparándome para la infusión de las células madre. Para ello me estuvieron suministrando algunos fármacos en las horas previas al trasplante. Se hizo un poco pesada la espera pero al final a las doce apareció por la puerta el equipo del Banco de Sangre con la primera de las bolsitas –de un total de tres- que contenían mis células y comenzamos con el trasplante.

Si recordáis, en su día habíamos extraído en la aféresis un montón de células –seis millones por kilo-. Según me comentaron lo mínimo requerido para que un trasplante prenda son un millón, así que por lo que se refiere a cantidad vamos más que sobrados. Y de la calidad no tengo tampoco ninguna duda de que mis células van a responder como es debido. El número de células también puede influir como parece lógico en la rapidez con la que estas células puedan transformarse en los distintos componentes sanguíneos para paliar de este modo en menor tiempo la aplasia en la que ahora mismo estoy inmerso, y que es la causante de todos las molestias que tengo… y que tendré.

Las células desde que me fueron extraídas se conservaron nada menos que a 198 grados bajo cero. Para que no mueran a esa temperatura es necesario añadirles un compuesto químico que tiene una particularidad que es que cuando te vuelven a infundir las células, este compuesto se volatiliza a través de tu propio cuerpo, generando un olor que el propio médico definió como a berberechos, y que os garantizo que es de lo más acertado. Este olor a marisquería nos acompañará un par de días a lo sumo para ir desapareciendo poco a poco.

Lo que es la infusión en sí misma no es para nada dolorosa. Como os expliqué simplemente te conectan la bolsa con tus células y te introducen su contenido como si fuera un suero más. Eso sí, mientras va entrando sientes un sabor picante en la boca, como consecuencia del mismo producto químico que os comentaba antes. Durante todo el tiempo que dura la infusión estás monitorizado de forman que vigilan las constantes vitales.

Al acabar con la primera bolsa fueron a por la segunda. ¿Por qué no la traían ya con ellos? Muy sencillo: porque si hubiera habido cualquier problema, una vez descongelada la bolsa ya no serviría. Así que cada vez que te infuden una bolsa tienen que irse a por la siguiente, descongelarla y volver con ella. Menos mal que en este caso sólo fueron tres bolsas y el proceso total no duró más de cuarenta minutos.

Así que a eso de la una ya habíamos acabado. Esperamos un poco para comer y luego ya tuvimos una tarde de lo más tranquila, con una pequeña siesta incluida.

No faltó el tiempo para ver la tele ni por supuesto para nuestra sesión de juegos. Ayer en mi día cero decidí que lo mejor era no empezar con demasiados cambios, así que opté por perder a todo.

Como quiero que mis nuevas células sean conscientes de lo que les espera, por la tarde ya les metí una tanda de veinte minutos en la bici a buen ritmo. No pasa un día en que el Jefe no me recuerde que es clave la movilidad para favorecer la curación. Según sus palabras, si por él fuera las camas se recogerían durante el día.

De los principales efectos que empezaré a notar los próximos días el primero que ya es evidente son las ronchas que me han salido por varias partes del cuerpo y que de vez en cuando pican a rabiar, pero bueno, esta noche por ejemplo no me han impedido dormir a pierna suelta. De hecho yo creo que ha sido la mejor noche que he pasado desde que estoy en el hospital.

Otra de las cosas que empiezo a notar es la mucositis con la sequedad cada vez mayor en mi boca. Se te pega todo. Intento mantenerla lo más posible hidratada y realizo enjuagues con suero salino cada poco, pero aun así, es algo que habrá que pasar por ello. En la mayoría de las ocasiones puede impedir ingerir alimentos sólidos durante dos o tres días. Ya veremos en mi caso.

Por la noche después de cenar estuvimos un buen rato viendo de nuevo la tele, primero Ley y Orden, y luego Asturianos en el Mundo, que ayer viajó hasta Moscú.

Hoy ha amanecido nublado pero ya están empezando a salir los primeros claros. Creo que los próximos días vamos a sudar un poco más de lo normal. Y mientras escribo estas líneas, os prometo –me prometo- una cosa: “y mañana más…”

lunes, 2 de agosto de 2010

Día 115

Son las dos y cuarto cuando comienzo a escribir el Blog en este lunes, octavo día en el hospital y Día Cero, donde hemos realizado el trasplante sin ningún tipo de complicación. Era algo muy sencillo –mañana os contaré más-, prácticamente como si te pusieran una bolsa de suero. Es curioso porque sé que muchos se imaginaban con lo del trasplante algo más cruento y complejo, pero nada más lejos de la realidad. Así que nada, ahora a esperar que los seis millones de células por kilo que me sacaron en su día cumplan con su misión y se pongan a trabajar ya mismo.

Ayer fue un día bastante bueno, sobre todo por la mañana. Luego por la tarde sí que estuve algo más revuelto, pero lo normal teniendo en cuenta la cantidad de quimio que me han metido esta semana. Aun así por la noche ya me encontraba mejor y de hecho dormí muy bien en comparación con las noches anteriores.

Por la mañana aproveché las buenas sensaciones para hacer un par de sesiones de bici, además de cumplir con el blog y el correo electrónico. Estuve luego interneteando un buen rato para ponerme un poco al tanto de lo que se cuece en el mundo exterior, que si no para cuando salga estaré desactualizado. Antes de la comida tuve mi última sesión de quimio. Ayer a diferencia del resto de días sólo tuve una, aunque era de un componente distinto. Ha sido un alivio saber que se ha acabado, aunque sus efectos me vayan a acompañar todavía esta semana.

Por supuesto a las dos tocaba F1. Dos horas viendo una carrera que fue de lo más aburrido y en la que se confirmó la superioridad de RedBull y el buen momento de Ferrari con un segundo y cuarto puesto que invitan a un optimismo moderado.

Después estuve haciendo otro poco de bici y unos cuantos largos a la habitación, que la tengo desgastada de tanto caminar palante y patrás. Y para rematar la tarde tuvimos nuestra sesión de juegos en la que de nuevo logré triunfar al Parchís aunque luego perdiera a los dados. Mi mujer por su parte puede dar ya por bien empleada su estancia en el hospital puesto que ha cumplido con uno de los sueños de su vida: hacer el cubo de Rubik. Nos habíamos traído uno para entretenernos y no ha parado hasta lograrlo siguiendo los pasos descritos en un DVD que venía con el cubo. De todos modos ya está muy cerca de poder hacerlo sin ningún tipo de ayuda. A ver si me animo yo también uno de estos días, que en mis años mozos llegué también a hacerlo.

Algo que he notado es que me están saliendo algunas irritaciones en la piel, pero también esto entra dentro de lo habitual. Con un poco de pomada hidratante el tema está solucionado y apenas genera molestias. Habrá que acostumbrarse a este tipo de cosas que vayan surgiendo en los próximos días, donde como ya os he comentado, llegarán los efectos secundarios más latosos, pero absolutamente normales. Serán principalmente infecciones con fiebre, mucositis, irritaciones en la piel, trastornos intestinales... vamos, que como para marchar de fiesta.

Por la noche para cenar tuvimos el honor de probar uno de los platos más “reconocidos” en el hospital por lo que luego nos enteramos: tortilla de champiñones. Si resultaría complicado explicaros su sabor casi mejor que ni os cuento su pinta. Era algo así como una cosa de color grisáceo radioactivo que parecía sacado del mostrador de un chiringuito de Torremolinos en pleno mes de Agosto.

Después de la cena estuvimos viendo la peli que echaban por LaPrimera, nada de interés pero que sirvió para pasar el rato hasta las doce que apagamos la luz de la habitación.

Hoy ha amanecido otra vez orbayando. La verdad la habitación ahora está mucho más agradable aunque parece que la cosa durará poco porque para el miércoles volverán a subir las temperaturas. Y mientras escribo estas líneas, os prometo –me prometo- una cosa: “y mañana más…”

domingo, 1 de agosto de 2010

Día 114

Son las diez menos cuarto cuando comienzo a escribir el Blog en este domingo, séptimo día en el hospital y día menos uno según el argot que utilizan en la Unidad, ya que para ellos mañana será el Día Cero. Esta noche hemos dormido bastante mejor y además nos han dejado un poquito más metidos en la cama antes de venir a limpiar la habitación.

Ayer por la mañana la pasé entre escribir el blog, revisar correos, hacer ejercicios respiratorios y recuperar algo de sueño perdido la noche anterior, que no había sido tan buena como ésta. A las doce vino el Jefe de Sección a pasar visita. No pensaba que los fines de semana pasaran visita, pero quizás esta Unidad sea un poco especial. El Jefe es un hombre muy agradable y que responde a todas nuestras preguntas pero siempre transmitiéndonos tranquilidad y seguridad. Es además un ferviente defensor de la actividad física mientras estemos aquí ingresados para favorecer nuestra recuperación. No sé por qué me da que lo de tener bicis estáticas en la habitación seguro que fue petición suya. Así que nada, habrá que hacerle caso. Ayer haría veinte minutos en la estática. Mientras lo hacía me imaginaba llegando a la cima del primero de los grandes puertos que tenemos por delante. Los próximos dos o tres días –quizás menos- serán algo así como un falso llano para rematar con el gran coloso que tenemos como final de etapa. No sé, yo sigo pensando que tal vez no sea tan duro como lo pintan. Ya habrá tiempo de comprobarlo.

Después de la comida estuvimos viendo la calificación de F1. A ver si con un poco de suerte Ferrari remata hoy la buena actuación de sus dos pilotos, y sobre todo, sin números circenses en la pista como en la última carrera.

Aprovechamos la quimio de las tres para descansar un poco viendo más episodios de las series que nos hemos traído. Luego comenzó la sesión de juegos donde perdí a los dados pero donde logré una victoria no exenta de polémica al Parchís. A este paso vamos a introducir también la tecnología al mundo del cubilete. Yo seguiré jurando toda la vida que no saqué tres seises en la jugada que me dio la victoria.

Tanto líquido de todo tipo que me están metiendo por la vena ha provocado el que en estos días haya retenido bastante de ellos, con lo que desde que ingresé el lunes había ganado la friolera de cinco kilos. Así que ayer decidieron meterme por vena un par de ampollas de diurético, y vamos, no habré ido tantas veces al baño en mi vida ni cuando nos bebíamos seis u ocho cajas de sidra en les fiestes de prau. El resultado ha sido que hoy ya he perdido tres de esos cinco kilos.

Tanto por la mañana como en las primeras horas de la tarde estuve sin fiebre, teniendo sólo alguna décima de febrícula –de 37 a 38-. Luego hacia las seis como llegué a los 38 me dieron el típico Paracetamol que hizo que me bajara sin ningún problema.

Para rematar la tarde y acompañando a la cena, que como siempre llegó a las ocho, estuvimos viendo el partido de pretemporada del Sporting, que a pesar de empezar perdiendo contra el modesto Marino de Luanco, acabó imponiéndose por cuatro goles a uno.

Después de la cena estuvimos viendo acabar una película que habíamos dejado a medias la noche anterior, Exposados, con Jennifer Anniston y Gerard Butler –Leónidas en 300-. Una aceptable mezcla de comedia romántica con dosis de acción. Todavía estuvimos luego viendo un poco más la tele. Apagamos la luz a eso de las doce cuando todavía me quedaba algo más de una hora para concluir la última sesión del día de quimio. Para que os hagáis una idea, a la una y media cuando acaba la máquina emite una alarma -que por supuesto nos despierta-, vienen a retirarte la bolsa, para luego volver a las tres con otra parte del tratamiento. Así que pasas la noche un poco entre pigazo y pigazo. Pero uno se acostumbra a todo, sobre todo cuando sabe que es el precio por curarse.

Hoy ha amanecido de nuevo chispeando. Lo hemos notado bastante en la habitación donde la temperatura habrá bajado un grado y medio por lo menos. Además podemos tener las cortinas abiertas porque con el sol era imposible. Y mientras escribo estas líneas, os prometo –me prometo- una cosa: “y mañana más…”