jueves, 11 de agosto de 2011

Génesis Día 41

Son las diez y media de este nublado once de agosto cuando comienzo a escribir este Blog, versión Semana Grande. La noche ha transcurrido dentro de lo habitual, es decir, que habré despertado unas seis o siete veces. Pero bueno, como siempre, después de ir al baño y echar un buen trago de agua, al momento ya estaba durmiendo.

Lo que tengo un poco revuelto esta mañana es el estómago. Ya llevo unos cuantos días con él un poco sensible, pero a todo acaba uno por acostumbrarse. Luego, cuando un día el problema se soluciona, parece extraño, pero tardas igual otros dos o tres días en darte cuenta.

Sigo levantándome con las piernas duras y cargadas como las columnas del Partenón, pero a eso también me he acostumbrado. Después de moverme un poco por casa progresivamente las molestias van desapareciendo, hasta que me siento o me echo un poco, con lo que al volver a levantarme las piernas de nuevo se anquilosan. Ya les daré caña con la cinta para que espabilen. El otro día llegué ya a los cuarenta minutos para recorrer casi, casi, tres kilómetros.

Lo cierto es que muchas de las molestias, como la del cansancio, las náuseas, la sequedad en la boca o el malestar de estómago, además de poder estar relacionadas con el propio trasplante, son síntomas de un riñón enfermo. No sé si ya os lo había contado. Los médicos a mí no. Así que yo echándole la culpa al trasplante cuando puede que gran parte de todos estos desajustes sean causados por el mal funcionamiento del riñón. Es lógico, ¿no? En realidad el cuerpo está intoxicado porque los riñones no hacen bien su trabajo de filtrado de toxinas y con ello, el cuerpo se resiente por todos los lados. A ver mañana qué sale en la ecografía. Cuantos más datos tengamos mejor. Si os soy sincero creo que ahí encontraremos la respuesta. Ya veremos si nos gusta o no.

Por lo demás ayer pasé un día agradable, con una buena comida por Quintes en un día de sol como pocos este verano y luego nos fuimos mi mujer y yo hasta el Ambigù, un local en primera línea de San Lorenzo, pegadito al Bellavista, donde habíamos quedado con la pandilla. Y allí estuvimos riéndonos y contando aventuras hasta cerca de las ocho y cuarto, cuando decidí que era hora de disolver la reunión para irnos a casa a ver el partido entre Italia y España.

¿Qué os voy a contar del partido? Que me alegré de la victoria italiana aunque me estropeara la porra que había hecho. Creo que fue justa aunque un empate vistas las ocasiones de España en la segunda parte tampoco habría sido injusto. Pero es que en la primera parte los azzurri barrieron por completo a la Roja. No los veía jugar de esa forma desde la famosa prórroga en la semifinal contra Alemania en el 2006. La pena es que los delanteros no estuvieron afortunados de cara a gol porque podían haber caído unos cuantos. Y luego, vino el árbitro alemán a regalarle un penalty a España. Curioso lo de ayer: se enfrentaban las dos economías más en tela de juicio en Europa y de por medio un árbitro alemán.

En cuanto acabó el partido me pasé al otro, al del Sporting frente al Rayo. Parecía que se iba a repetir el resultado de 2-1 favorable a mis intereses, pero el Sporting es el Sporting, y en el último suspiro un error garrafal propició el empate de los de Vallecas, que luego se impusieron en la tanda de penalties.

Así que entre una cosa y otra nos echaríamos cerca de las doce. Esta tarde recuperaremos con una buena siesta, como la que tendré que echar mañana si quiero estar medianamente presentable para la boda de primo. Será mi primera comida -en este caso cena- desde que caí enfermo. Una copita de vino para celebrarlo seguro que me la tomo. He pedido ya permiso a la médico, que conste.

Y nada más por este jueves que nos lleva en volandas hacia otro fin de semana en el que podremos disfrutar el domingo de los magníficos fuegos artificiales en Gijón sobre la Bahía de San Lorenzo. Por cierto, que dentro del programa de conciertos de la Semana Grande, para los más cañeros, no olvidad que hoy tenemos a las once en el Naútico nada más y nada menos que a Rosendo. Un fuerte abrazo rockero... "y mañana más".

No hay comentarios:

Publicar un comentario