domingo, 3 de julio de 2011

Génesis Día 2

Son las nueve y media de la mañana de este domingo tres de julio, nublado al menos por estos lares, cuando comienzo a escribir el Blog. No penséis que madrugo por gusto, porque ya me diréis qué hago un domingo a estas horas ya enganchado al ordenador. El tema es que una de las pastillas que tengo que tomar, precisamente la que previene el rechazo, tengo que hacerlo a las ocho y media de la mañana y a la misma hora por la noche de forma muy escrupulosa. En los controles que haremos -el primero mañana-, se irá viendo el nivel del medicamento en la sangre y sobre todo cómo lo tolera el riñón, principal damnificado, y en función de eso se podría optar por cambiar la dosis o incluso cambiar de medicamento. Particularmente espero que no sea necesaria ninguna de estas opciones porque realmente es el tratamiento más seguro para la prevención del famoso rechazo injerto contra huésped y que podría aparecer en estos primeros meses post trasplante.

Así que una vez levantado, he aprovechado para darme la ducha de rigor y desayunar con fuerza, para por lo menos tratar de que en el estómago haya algo más que pastillas, porque no os podéis imaginar todas las que tengo que tomar ahora.

Decir que me encuentro bien quizás sea exagerar. Yo creo que lo correcto es decir que me siento bien dentro de las circunstancias. Ayer sin ir más lejos, por la mañana fui hasta casa de mis padres para darle una pequeña sorpresa a mi madre y a la vuelta, la subida de las escaleras no me costó tanto como el día anterior, aunque llegué igualmente con la lengua fuera al tercero. Aparte de eso he reiniciado de forma inmediata mis entrenamientos en la cinta, de modo que ayer por la mañana caminé veinte minutos a muy baja intensidad, sesión que volví a repetir por la tarde. En cualquier caso ya sólo con lo que me muevo por casa multiplico por mil lo que lo hacía en el hospital, así que estoy seguro que en ese sentido en cuatro días estaré plenamente recuperado.

Otra de las cosas que ayer no noté tanto fue esa “destemplura” en el cuerpo que sentí el primer día al llegar a casa. Supongo que el cuerpo poco a poco se va haciendo al nuevo ambiente, aunque todo hay que decirlo, llevo ropa como si estuviera en pleno invierno.

Lo que sigue dándome un poco de guerra es la dichosa boca. Tengo unas cuantas llagas muy pequeñitas que no acaban de curar del todo, o quizás es porque la carne está todavía muy tierna, pero lo cierto es que si como cualquier cosa que tenga una pizca de sal más de la cuenta, o que esté un poco ácida, veo las estrellas.

Por otra parte, como muchos de vosotros estabais esperando el reencuentro entre la Reina del Cubilete y el Duque del Dado, comentaros que ayer hubo doble enfrentamiento con idéntico resultado: hay Duque para rato.

Por la noche me hizo gracia que por la TPA echaran un mítico western, Silverado, de 1985, que recordaba haber visto en el salón de actos del Colegio en una época en la que los domingos había sesión de cine para los alumnos que quisieran. Recuerdo muy bien aquellas tardes y algunas de las películas que nos proyectaron. Si os soy sincero me resulta todavía extraño según eran los curas -no todos, la verdad- que alguna de ellas hubieran pasado la “censura”. De todas las películas que allí vi la que más me impresionó sin duda fue La Muerte Tenía Un Precio. Creo que fue en ese momento en el que me transformé en fiel seguidor de Clint Eastwood. La escena del reloj todavía me pone la carne de gallina cada vez que la veo.

De todos modos, tengo que confesaros, no vaya a ser que cante Mónica, que tres cuartas partes de la película me la pasé en un duerme-vela de lo más gratificante. Así fue que luego de noche desperté cada poco. Aun así, al final habré dormido unas buenas ocho horas. Y hoy seguro que cae siesta, aunque está la cosa difícil con tanto deporte: motos, Tour y la gran final de Wimbledon. Ya encontraré un huequecito.

Disfrutad de este domingo, que mañana a quienes no tenéis la fortuna de estar de vacaciones os toca volver al tajo. Paciencia, ya os tocarán también a vosotros. Un fuerte abrazo… “y mañana más”.

2 comentarios:

  1. ¡Cómo me siento reflejada a veces en tí! Cuando tomo un medicamento quiero saber qué es, que efectos puede producir, y las opciones que hay en caso de que no funcione. Es una manera de estar preparado y sentir que controlamos de alguna manera todas las opciones. Algunos creen que somos pesimistas, nada de eso, sólo queremos controlar todas las posibles variables dentro de unas estadísticas medias. Pero la verdad es que ya deberíamos haber aprendido que somos un poquito especialistas en alterar estadísticas tanto para mal como para bien, asi que pienso que ya es hora de dejar de pensar en posibles medicamentos futuros si otros fallan, y hacer caso a esa idea de "lo que pienso se puede cumplir" y pensar todo todo todo el día en positivo. Va a salir bien, va a funcionar, me estoy curando... Por aquello de que haberlas haylas a pensar en positivo y a no mentar nada que no va a pasar. A por ellos Fili!"!!

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  2. Hola Fili: Me alegra mucho ver tu buena evolución.Lo más positivo ha sido estar en buenas condiciones para salir del hospital. Ahora, ir recuperando poco a poco las buenas sensaciones. Pero como siempre te digo, poco a poco. Si miras para atrás verás cuánto has avanzado, y lo que has peleado. Pero ya estás en casa, y mejorando día a día. Sigue así. Si hasta ya ganas al parchís... Eres un hacha. Ánimo. HONOR Y FUERZA

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