sábado, 2 de julio de 2011

Génesis Día 1

Son las diez menos cuarto de este sábado dos de julio, soleado a más no poder, cuando comienzo a escribir el Blog. Lo hago como todos, o la mayoría ya sabréis, desde mi casa, a donde ayer llegué sobre las cuatro de la tarde, después de una estancia de cuarenta y siete días en el hospital. Alguno de vosotros me había preguntando cómo iba a los post de esta nueva etapa en el blog. No sé, al final me ha salido Génesis, porque en definitiva quiero que desde hoy comience algo nuevo, que esto sea el origen de una vida, no nueva, pero sí al menos normal. Después de un año muy duro para mí y mi familia, creo que va siendo hora de un poco de tranquilidad, aunque soy el primero en ser consciente de que todavía nos esperan dificultades que acometer. Pero ya lo haremos cuando se presenten. Como siempre hemos hecho hasta ahora.

Las sensaciones de volver a estar en tu casa después de tanto tiempo os las podéis imaginar. Quizás no pude disfrutarlas tanto como hubiera deseado porque realmente me encontraba muy cansado, y más después de subir las malditas escaleras hasta el tercer piso. Luego, durante el resto de la tarde, además de cansado, me encontré muy destemplado. En casa teníamos unos veinticuatro grados y yo sin embargo andaba con tres capas de ropa. Sobre esto ya me habían advertido los médicos que era algo muy habitual durante los primeros meses. El cuerpo dentro está en plena ebullición y paradójicamente esa ebullición en lugar de calentar lo que hace es enfriar el cuerpo. Sin embargo esta mañana parece que me encuentro en ese sentido algo mejor.

Creo que en estas pocas horas que todavía llevo en casa me he movido y caminado más que durante todo mi periplo en el hospital. Ahora mismo, mientras os escribo, tengo ya en la tele puestos los entrenamientos del GP de Motociclismo de Mugello, con la vista puesta en la cinta de andar, a la que hoy me subiré para despacito, despacito, comenzar mi recuperación física. Para que os hagáis una idea, esta mañana después de ducharme, me pesé, y apenas supero los 70 kilos. Pero bueno, estoy convencido que a base de buenas comidas, como por ejemplo la cena que ya disfruté ayer, en menos de un par de meses estaré ya en mi peso ideal.

La noche no fue fácil. Supongo que después de tanto tiempo durmiendo fuera, uno llega a encontrar extraña hasta su propia cama. Además, por culpa de la dichosa cistitis que todavía no está del todo recuperada, me sigo despertando cada poco para ir al baño. En realidad cuando más descansé fue a partir de las cuatro de la mañana, aunque a las ocho ya estaba en pie. Tengo todavía grabado a fuego el horario del hospital.

Quizás lo que más he disfrutado ha sido la ducha que me he dado antes del desayuno. No os podéis imaginar la sensación de disponer de agua a discreción –y no el chorro ridículo del hospital-, de poder regular la temperatura sin abrasarte o congelarte y de tener tu calefactor en el baño sin peligro de coger una pulmonía al salir de la ducha. Eso sin contar con poder hacerlo todo sin tener que estar atento a no mojar los apósitos de la vía de turno.

Por lo demás, como os digo mi estado es bastante aceptable. Tengo ligeros dolores en la garganta que todavía no me permiten comer como quisiera, y además después de las comidas me ataca una tos bastante molesta, que como no consigue arrancar nada, lo que logra es provocarme náuseas por el esfuerzo, por lo que tengo que estar muy atento para no acabar echando lo que acabo de comer.

¡Ah!, por supuesto no puedo dejar de mencionar los cambios que encontré en casa al llegar. Además de un felpudo nuevo en la puerta supersimpático que me daba la bienvenida, en el salón el sofá estaba plagado de globos como si de un cumpleaños se tratara. Y luego lo más llamativo: todas las habitaciones repintadas, incluida la cocina, lo que te hacía sentir como que estrenabas casa. ¡Menudo tute que se dieron por aquí! Si hasta me colocaron toda mi ropa perfectamente en mis armarios. Y eso tiene mucho mérito, porque es algo que yo nunca he logrado.

Para hoy no tenemos nada especial previsto. Simplemente descansar y moverme lo que pueda por casa para ir cogiendo fuerzas. Salir a la calle como que todavía no me apetece, aunque ya veremos. El día es muy largo. Lo que me da un poco de respeto es llegar a la tarde noche con los plomos fundidos como me pasa en las últimas semanas. Pero eso también fue algo que sufrí después del primer trasplante durante algún tiempo, y que luego poco a poco fue desapareciendo. Lo que seguro que cae es nuestro primer parchís de vuelta a casa.

Y nada más por este sábado. Disfrutad del sol con precaución y seguro que si las cosas van bien, muy pronto podríamos encontrarnos por El Muro. ¡Tengo unas ganas de ver otra vez San Lorenzo! La semana que viene no falla, aunque sea desde el coche de la que venimos de las revisiones de Oviedo, donde ya el lunes tengo la primera.

Un fuerte abrazo a todos… “y mañana más”.

1 comentario:

  1. Me gusta el título... ya me has desvelado el misterio, estaba yo tan intrigada... Qué alegrón me da leer esto. Estoy muy contenta de saber que estáis los dos juntos en casa. Disfruta de la ducha, del sofá de la libertad de saberte entre los tuyos. Y a por la regeneración total. Buff... pedazo de libro vas a escribir Fili!!! Un beso gordísimo de toda nuestra familia que os aprecia mucho.

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