Día 31

Hoy comienzo a escribir el Blog cuando son casi las tres de la tarde. El motivo como ya sabíais es porque esta mañana me la he pasado enterita en Cabueñes donde tenía obligada cita con mi segunda sesión de quimio. Al final, entre hacer la analítica previa, la premedicación y el tratamiento en sí, para cuando llegamos a casa eran casi las dos. Y como no podía ser de otro modo -entenderéis que lo primero es lo primero-, antes de sentarme a contaros cómo fue el día de ayer, llené bien el buche para recuperar fuerzas, que hoy además tuve que ir en ayunas al hospital.

Aunque sea anticiparos lo que corresponde al Blog de mañana –y para que luego nadie se me queje- os diré que los resultados de las analíticas realizadas hoy, han dado resultados realmente buenos. Todos los parámetros sanguíneos presentan mejoras, algunas de ellas, considerables para un solo ciclo. Por supuesto es una buena noticia pero no quiero darle más importancia que la que tiene. Hemos ganado sin duda este primer asalto, pero todavía queda combate por delante. De momento podemos decir que parece que vamos por el buen camino.

Pero volvamos a lo que corresponde, que es contaros lo que hice ayer domingo. Para empezar por la mañana, después de desayunar y caminar un poco en la cinta –apenas diez minutos- me puse a ayudar a mi mujer a preparar unas galletas de avena. Se trataba de un pequeño antojo que me había dado después de estar comiendo galletas de avena compradas una temporada; y para qué comprarlas pudiendo hacerlas uno en casa, sin ningún tipo de aditivo, cien por cien saludables. ¡Y sobre todo mucho más ricas!

Coincidiendo luego con la comida llegaba el GP de F1, así que vimos la salida y el primer tercio de la carrera en la cocina, para luego ver ya el resto de la carrera cómodamente en el salón. No podemos negar que fue una carrera un tanto aburrida hasta las últimas vueltas, donde un par de golpes de suerte nos permitieron a los ferraristas celebrar un fantástico segundo puesto, con un Alonso que sigue demostrando que es serio candidato al título. Es más, estoy convencido de su victoria este próximo fin de semana en Mónaco.

Cuando acabó la carrera me dediqué entonces a compaginar dos deportes: ciclismo con el Giro D’Italia y un fútbol con un partido de la liga italiana que enfrentaba a dos candidatos a la Champions para el próximo año, Palermo y Sampdoria. Alguno de vosotros seguro que se pregunta cómo soy capaz de asimilar tanto deporte. La pregunta más bien sería cómo es capaz de aguantarlo mi mujer. Bueno, digamos que ahora me tiene un poco más mimado de la cuenta y hay que aprovecharse; pero sin pasarse, ¿eh?

Después de la sesión “deportiva” volví a darme un paseo por la cinta antes de pasar a la sesión “juegos de mesa”. De nuevo volví a salir derrotado en el Chinchón, pero vencí en el Parchís –donde acumulo para las estadísticas tres victorias consecutivas- y por supuesto, me resarcí también de mi derrota en el día anterior al Tute. Para hoy lo mismo estrenamos un Dominó que nos han regalado. ¡Qué pena que ya no existan los Juegos Reunidos Geyper!

Antes de la cena, y como ya me habían crecido unos pelillos más de la cuenta, le dimos un nuevo repaso a mi cabellera. Mi mujer además ya le ha pillado definitivamente el punto a la “podadora” por lo que creo que no voy a tener que pasar ya nunca más por el peluquero, porque una vez que uno se acostumbra a lo cómodo que es tener el pelo corto en plan marine, no quiere saber nunca más de llevar el pelo largo.

Tras la cena de nuevo nos decantamos por ver una peli de animación, en este caso Wall-E. Muy recomendable, y con una moraleja que no por conocida, debería dejar de hacernos reflexionar.

Y una vez más apenas he hablado sobre mi enfermedad. ¡Si es que de verdad estoy como para salir a correr por el Muro de San Lorenzo! La verdad es que he pasado un primer ciclo que firmaría ahora mismo para los próximos. Apenas he tenido molestias puntuales y la fiebre nunca ha sobrepasado las tres décimas. ¡Qué más se puede pedir! Pues eso: que este segundo ciclo que hoy comienza sea igual de bueno.

Hoy hace un día agradable, con nubes y claros. Yo como siempre, veo muchos más claros que nubes. Y apuesto a que en nada hasta vislumbraré un rayito de sol. Y mientras escribo estas líneas, os prometo –me prometo- una cosa: “y mañana más…”