Día 24

Hoy empieza una nueva semana, la segunda tras la primera sesión de quimio. En teoría es en ésta donde las defensas pueden estar bajo mínimos y donde podrían aparecer también más síntomas de fatiga. Pero como en todo esto, no hay nada matemático, y lo que una persona sucede, en otra de características similares puede no darse.

Ayer tuve un día bastante jodido –para qué andarnos con eufemismos-. Después de una noche durmiendo poco y mal me levanté como si acabara de llegar de correr la maratón de Nueva York. Las sensaciones que sentían eran de un profundo cansancio muscular junto con dolores de espalda. Además, de vez en cuando hígado y bazo me daban su particular “patadita” para recordarme que siguen ahí inflamados.

Dicen que cuando estás a tratamiento con la quimio básicamente la regla es “vete haciendo lo que te vaya apeteciendo hacer”, así que como lo único que me apetecía era permanecer echado, eso fue lo que hice hasta la hora de comer, no sin antes escribir mi Blog, que para quitarme eso todavía tienen que venir mucho más tiesas.

No voy aquí a dármelas de valiente –primero porque no lo soy-, así que no negaré que ese mal cuerpo con el que me sentía, me intranquilizó e hizo que algunas dudas me vinieran a la cabeza: ¿será así a partir de ahora? Supongo que estaba mal acostumbrado. Y es que para algunos de los que leen mi Blog de forma habitual, hasta ayer les parecería estar leyendo Las Aventuras de Tom Sawyer más que el diario de un enfermo de linfoma. Pero estaba claro que habría días buenos y malos, y ayer tocó malo; nada más. Y cuando sea así no queda más que apretar los dientes y pensar que es en esos momentos cuando más le estamos dando en todos los morros al Sr. T. Seguro que él tampoco se está divirtiendo.

A las dos comimos, aunque no es que tuviera mucho apetito. Me forcé no obstante a comer al menos lo mínimo para intentar recobrar algo de fuerzas. Después, me volví al sofá y puse el televisor por primera vez en todo el día. Vi así la fantástica victoria de Jorge Lorenzo en MotoGP, con segundo puesto para Pedrosa y tercero para Rossi. Vamos a tener un mundial divertido también en motos este año.

Me quedé después otra vez medio aletargado, así que decidí que era mejor cambiar sofá por cama para relajar un poco más la espalda y los músculos, todavía algo agarrotados. A las cinco cuando me levanté las sensaciones iban mejorando. Puse el termómetro y estábamos en los 37 "clavados", algo que ni me extrañó ni preocupó en exceso, puesto que me lo esperaba.

Nos pusimos entonces mi mujer y yo a echar una partidilla a las cartas para que despejara un poco la cabeza, y aquí es donde tenéis la prueba más clara del mal día que tenía ayer porque, ¡perdí! ¡Cómo se puede perder una partida al Chinchón con el rival a un solo punto de salirse y que te aguante seis manos para acabar venciéndote precisamente con un chinchón! Yo creo que fue esta derrota tan humillante para mi orgullo ganador lo que hizo que poco a poco mi cuerpo fuera recobrando energía.

De esta forma a las siete estaba ya viendo alegremente en la tele el partido entre Madrid y Osasuna, y al acabar, justo antes de cenar, la temperatura me había bajado incluso dos décimas.

Después de cenar todavía nos vimos la peli que echaban por la Primera. Una comedia romántica, para pasar el rato, que hizo que cuando nos fuéramos a la cama fueran ya casi las doce. Y curiosamente era cuando mejor me encontraba de todo el día. Así ha sido que he dormido a pierna suelta; bueno, despertado unas cuantas veces por los chaparrones que han caído durante toda la noche. ¡Parece que haya regresado el invierno!

Hoy ha vuelto de este modo a amanecer nublado y lloviendo. Por lo visto hasta el miércoles estaremos así. Vamos ahora a echar una cabezadita, que cuando uno se encuentra mal sirve para recuperar como quedó demostrado ayer, y cuando se está bien como esta mañana, apetece más disfrutarla, ¿no? Y mientras escribo estas líneas, os prometo –me prometo- una cosa: “y mañana más…”