sábado, 17 de diciembre de 2011

Génesis Día 169

A las seis de la mañana de este sábado diecisiete de diciembre comienzo el Blog. ¡Qué vergüenza!, ¿no? Casi que he dejado perderse medio día... Bromas aparte lo cierto es que ayer, a eso de las ocho de la tarde me decidí finalmente a acudir a la cena de Navidad de la empresa, con lo que me lié un poco y para cuando me fui del restaurante eran las dos. Luego todavía estuve leyendo media horita por aquello de pillar mejor el sueño. Así que nada, manos a la obra y a por el post de hoy; he escogido como música de acompañamiento nada menos que a The Beatles, en honor a un gran amigo con el que ayer estuve departiendo en la cena durante largo tiempo. Algún día de verdad os cuento mi viaje con él a Los Angeles y nuestra estancia en Beverly Hills. El mejor viaje sin duda que por motivos de trabajo realicé en mis años en MBA. Por cierto, que ayer caí en la cuenta que este pasado once de diciembre se cumplieron diez años desde que ingresara en plantilla. Diez años. ¿Dónde se han ido?

¡Fuera nostalgias y vamos al presente! Bueno, exactamente al presente tampoco, porque empezaremos por repasar como de costumbre lo que acaecido ayer. Para comenzar el día, lo primero que hice fue enviar por email el archivo correspondiente a la colección de composiciones que llevaba preparando desde hace algunos meses. He de decir que hasta ahora sólo he recibido buenas críticas y palabras de elogio. Me da que mi público, vosotros, sois demasiado condescendientes, pero bueno, con que un 30 por ciento de los comentarios que me han llegado se atengan a la realidad, estaría más que satisfecho. Es más, estaría absolutamente sorprendido. Hacéis mal tratando de engañarme, porque lo mismo me animo y me pongo con una segunda  colección de otros cien poemas. Seréis responsables si lo hago.

En Oviedo estaba para realizar la analítica a eso de las ocho y media. Contra cualquier lógica natural, el termómetro en el exterior marcaba veinte grados. Fue sacar sangre y volver de inmediato a Gijón, donde apenas una hora después comenzó a descargar agua como hacía tiempo que no se producía, cayendo de golpe la temperatura hasta los quince grados, para quedar en diez míseros grados a la hora de la comida. Y luego no queremos pilar un catarro...

Los resultados de la analítica no los tuve hasta después de comer, y eso porque fui yo quien llamó. La verdad es que a veces echo en falta en ese sentido un poco más de comunicación, porque sabían de sobra que estaba esperando por ellos no sin una pizca de preocupación. Pero bueno, hay que entender que van a mil y que en este caso no había nada nuevo de lo que hablar, puesto que según sus palabras, "todo sigue igual". Así que algo es algo y de mano el seguir igual significó el que no tenía que volver por ahí a poner alguna bolsa de sangre y/o de plaquetas. Este próximo lunes volveremos a repetir la analítica. Más controlado no puedo estar.

Por tanto, con los mismos niveles sanguíneos, es decir, entorno a ocho puntos y medio de hemoglobina, apenas veinte mil plaquetas y unas defensas con unos mil neutros, es normal que me siga notando cansado, si además añadimos el empeoramiento de la función renal. Pero de verdad que no me quejo, o al menos trato de no hacerlo. Porque si estando así lo cierto es que me encuentro relativamente bien, a poco que remonte cifras, estaré como una moto. Pena que no recupere a tiempo para la San Silvestre... El año que viene tendré que cumplir mi palabra de que algún día volveré a correrla.

Después de la comida y de descansar algo más de media hora, retomé la lectura del master de Comercio Internacional. Estuve así entretenido como dos horas. A ver si definitivamente he logrado dejar a un lado la pereza y consigo tirar para adelante con él. Hoy, siendo sábado intentaré encontrar un hueco aunque sea para no desengancharme del todo.

Volviendo ya al inicio del post, con el tiempo tan desagradable que hacía unido a que no me encontraba para mucha fiesta, hasta cerca de las ocho no tomé la decisión de asistir a la cena de Navidad. ¡Qué leches!, si en realidad me moría por ir, así que cualquier pequeño esfuerzo merecería la pena sólo por ver a la cantidad de amigos con los que me encontraría. Por supuesto ni hace falta que os diga que acerté de pleno y quizás pudiera haber apurado algo más la noche, pero tampoco quería forzar, que entre lo cansado que me encontraba y que hoy repito cena, en este caso con los de la pandilla, conviene dosificarse. Pero os puedo asegurar que ayer volví a sentir ese calor que da la amistad de tantos que parecían incluso todavía ellos más felices que yo por volver a estar juntos por unas horas. Yo os reconozco que un poco de nostalgia sí que sentí también, porque como ocurre en estos eventos, siempre salen a relucir viejas historias, y no puedes dejar de preguntarte cuándo podrás volver a esa rutina que tanto llegabas a odiar en ocasiones, y que ahora es como una zanahoria tendida que te hace avanzar sin mirar a otra dirección que no sea la que te lleve a la meta que tanto deseas. ¿Lo lograré? Dad por hecho que sí.

Hoy en nada me levantaré para desayunar y tomarme mi ración de pastillas. Eso me recuerda que ahora mismo tengo que empezar por las dos que he de tomar en ayunas. Después probablemente subamos a comer a Quintes. A las seis hay cita en El Molinón, pero ahí sí que tengo serias dudas de si iré o tal vez opte por ver el partido en casa. Ando con la garganta algo tocada y como me conozco, prefiero no forzarla porque es probable que a esa hora haga bastante fresco en el estadio.

Para la noche como os he comentado, nueva cena de Navidad. Y para mañana tenemos ya también planes que ya os contaré. Así que no está mal para esta finde prenavideño. Por eso os digo que lo único que no puedo hacer es quejarme visto lo visto. Al contrario, es para mostrarse contento, pero eso sí, deseando que para el próximo año todo vaya siempre a mejor. 

¡Vaya!, se han hecho casi las siete. Menudo rollo que os he soltado para variar. Con Hey Jude de fondo me despido por hoy. Un fortísimo abrazo... "y mañana más".

1 comentario:

  1. Hola Fili: Lo de todo sigue igual me recuerda a una canción de Julio Iglesias... No cuentes conmigo para la San Silvestre: La corrí un año, y al acabar supe que jamás lo repetiría. Yo te esperaré en la meta. Un abrazo. HONOR Y FUERZA

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