jueves, 15 de diciembre de 2011

Génesis Día 167

Diez minutos son los que faltan para que sean la cuatro de la mañana de este jueves quince de diciembre cuando comienzo a escribir el Blog. El rock puro de Jimi Hendrix me sirve para eliminar cualquier atisbo de pereza. No caeré en la manida frase de "aquello sí que era música", pero, ¡qué diantres!; si es la  verdad: ¡aquello sí que era música! Recuerdo en los primeros LPs de vinilo de Queen cómo aparecía reflejado en la carátula de los mismos que todo lo grabado estaba libre de cualquier tipo de sintetizador o arreglo electrónico. Casi como ahora, ¿no?

Anoche se me hicieron las doce y media antes de apagar la luz, dado que después de ver con Mónica el primer capítulo de la cuarta temporada de Los Soprano, estuve leyendo largo rato el libro que os había comentado de Mario Puzo, Omertá, que si nada lo impide, hoy lo ventilaré. Un libro como a mí me gusta: de fácil lectura y ameno. No es de extrañar que sus casi cuatrocientas páginas hayan caído en poco más de una semana.

Puedo decir que con todo, estas tres horas largas que he dormido han sido satisfactorias para mi descanso. Luego, como siempre, cuando acabe el post de hoy y consulte las primeras páginas de algunos periódicos, quizás logre quedarme KO otra hora u hora y media antes de levantarme a desayunar. Esta mañana comienzo con la mínima dosis de corticoides para los días impares; exactamente son 3.75mg que veremos hasta dónde llegan a medida que transcurra el día.

El de ayer por su parte fue bastante tranquilo. A las nueve estaba en Oviedo para la extracción de sangre. Nos fuimos luego mi padre y yo a desayunar como marqueses al Centro Cívico antes de regresar para la Consulta de Radioterapia.

Allí me atendieron muy rápido, a pesar de que mi hora era mucho más tardía. El doctor que lo hizo, el Jefe de Servicio, me comentó un poco lo que ya sabíamos de anteriores visitas: el ganglio parece en mejor estado, aunque es pronto para sacar conclusiones. Hará falta ahora dejar correr el tiempo cuatro incluso cinco semanas antes de comprobar mediante un escáner la efectividad real que han producido estas veintidós sesiones. Existía por supuesto la opción de añadir nuevas sesiones, pero lo han descartado habida cuenta de mi historial de radiación, de mis cifras hematológicas actuales y en definitiva porque quieren guardarse esa bala por si fuera necesario utilizarla más adelante. Hemos fijado vernos dentro de tres meses. Ahora eso parece un mundo, pero antes de que queramos darnos cuenta, el tiempo habrá pasado. Lo mejor de todo es fantasear con cómo estaré en marzo del próximo año. Seguro que como nuevo. No puedo ni quiero imaginarme otra posibilidad.

Llegamos a casa entre una cosa y otra casi a mediodía. Yo me encontraba bastante cansado, así que estuve tirado en el sofá simplemente mirando por el ventanal de mi sofá, sin hacer absolutamente nada. Ni siquiera logré dormir algo. 

A las dos había quedado para comer con unos compañeros del trabajo. En realidad mejor que compañeros habría de decir amigos. Me resultó agradable el caer en la cuenta de que a los tres los fiché yo para sus puestos, y más satisfactorio aún el ver cómo a lo largo de los años que llevan en la empresa, han superado con creces todas mis expectativas a nivel profesional. A nivel personal sobra cualquier elogio porque se quedaría corto. Así que fue una comida de lo más reparadora para mi moral, un tanto maltrecha después de haber recibido la llamada de Oviedo donde me comunicaban los primeros resultados de la analítica.

Por un lado, me siguen bajando tanto las plaquetas como la hemoglobina, mientras que las defensas, a pesar de las inyecciones de factores de crecimiento, apenas experimentan una leve mejoría. Para ponerle la guinda al pastel, parece que mis riñones vuelven a las andadas en cuanto a que la creatinina ha vuelto a dispararse cual prima de riesgo griega. Con estos mimbres, la doctora ha decido no obstante intentar aguantar un poco más, hasta el viernes que estoy citado para otra analítica, antes de plantearnos recurrir a nuevas transfusiones, que podrían se tanto de plaquetas como de glóbulos rojos.

Al volver de la comida conseguí entonces sí dormir la siesta. Después, el té de rigor, mientras trataba de solucionar un problema con el disco duro multimedia con el que vemos nuestras series y películas. Me llevó un par de horas pero al final conseguí lo que buscaba. Cuando no hay prisa y no se ceja en el empeño, casi siempre uno logra sus objetivos. Esto es así con todo.

Cambiando de tema puedo deciros con enorme placer que ayer no perdí al Parchís. Tal vez el motivo fundamental fue que no jugamos... Tras la cena, como os he dicho, estuvimos viendo Los Soprano antes de echarnos.

Para el día de hoy tengo cita a primera hora con el podólogo, que ando -nunca mejor dicho- con las uñas de los pies de nuevo dándome la lata. A partir de ahí día libre que ya iremos llenando, eso seguro. Dependerá mucho del tiempo; seguimos bajo la alerta de fuertes rachas de viento con posibilidad de lluvias que serán más persistentes durante todo el fin de semana. Una pena.

Mientras el considerado por muchos, mejor guitarrista de la historia del rock, sigue sonando por mis auriculares, justo ahora con su insuperable Woodoo Child, me despido de vosotros. Un fuerte abrazo a todos... "y mañana más".

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