martes, 13 de septiembre de 2011

Génesis Día 74

Son las nueve y media de este martes –y trece- de septiembre cuando comienzo a escribir el Blog. El día ha amanecido entre nubes y da la impresión de que hoy no veremos demasiado al astro rey, al que por estos lares, conocemos cariñosamente bajo el nombre de Lorenzo.

Anoche como no podía ser de otro modo estuve con mi padre viendo el partido de Nadal frente a Djokovic. Hacía tiempo que no se veía nada igual en una final del Grand Slam: partidazo con máxima intensidad en todo momento, golpes imposibles, y los dos jugadores demostrando por qué ahora mismo son los mejores del mundo. Pero como ayer os decía, creo que en este momento el serbio, como tocado quizás por una varita mágica, está un punto por delante de Nadal. De este modo, y a pesar de que el mallorquín realizó un partido impresionante y no arrojando nunca la toalla –todo un ejemplo para muchos entre los que me incluyo-, llegó a un fatídico cuarto set donde mientras muchos confiaban en el bajón físico de su rival, lo que se encontraron sin embargo fue con un Nadal al que sencillamente se le habían acabado las pilas. De este modo, victoria para Djokovic que continúa con su increíble récord de haber perdido únicamente dos partidos en todo lo que va de temporada. De verdad que quien no haya trasnochado, si puede, que vea las repeticiones que a buen seguro ofrecerá hoy Eurosport porque merece la pena.

Y para esta noche qué decir del partido que enfrentarán a Barcelona y Milán. Entiendo que no hace ni falta que os diga cual sería mi resultado ideal, pero admito de igual modo que el Barca también está en este caso un puntito –y probablemente alguno más- por encima de un Milán al que la marcha de Pirlo a la Juve, ha dejado sin su referente en el centro del campo. Lo que es seguro es que el conjunto rossonero venderá cara su piel.

Volviendo de nuevo atrás en el tiempo, ayer por la tarde, después de cumplir con el blog y con otros temas pendientes, subí con mi padre de nuevo hasta la huerta, donde nos esperaban mi madre y mis tíos. Aproveché así para llevar la cámara y hacer algunas fotos graciosas de los animalillos y plantas que ahí tienen, pero también para plasmar la visión magnífica que desde allá arriba se disfruta cuando uno camina por la senda peatonal que bordea toda la costa.

Os preguntaréis cómo es posible que en apenas una semana mi cambio en las condiciones físicas haya sido tan radical. No sé, ni yo mismo sabría daros la respuesta. Insisto en que probablemente mucho de esto tenga que ver con las altas dosis de corticoides que estoy tomando a diario para tener controlado el rechazo. Pero bueno, mientras dure, yo feliz, y los que me rodean, aún más. Lo que parece más asombroso es el hecho de que durmiendo menos horas que nunca –no más de cinco al día-, me sienta sin embargo con tantas fuerzas y ganas de hacer cosas.

Esta mañana por ejemplo, después de haberme acostado muy tarde por el partido de tenis, estaba ya levantado a las siete y media preparándome un buen desayuno: café con leche, dos tostadas con aceite y mermelada, un yogurt natural, unas galletas de avena y por si eso no bastara, un pedazo de tarta de almendra casera. ¡Como para no andar luego sobrado de fuerzas!, ¿no os parece?

Después, estuve echándole un ojo a un viejo documento que mi madre me había encontrado entre la cantidad de papeles que todavía tengo en su casa. Ese documento sí que me llevó atrás el tiempo. Se trata nada más y nada menos de una certificación firmada por parte de D. Alfredo Villa González, Secretario General del Ilustre Ayuntamiento de Gijón allá por el 1984, donde acredita y da fe, que D. Filippo Priore aparece en la inscripción de la hoja familiar correspondiente, siendo residente actual en Gijón junto a sus padres, dejando constancia de este hecho –no os lo perdáis-, a petición del interesado y a los efectos de acreditarlo ante la Federación de Fútbol.

¿De qué iba todo eso, os preguntaréis?, ¿qué me traía entre manos? Muy sencillo –y a la vez muy complicado-: por aquel entonces yo tenía doce años y entrenaba –que no jugaba- en el equipo alevín del Codema, el equipo de mi colegio. Y no jugaba porque no se admitía en aquel tiempo el que un jugador extranjero pudiera jugar en categorías que no fueran profesionales. Así que la única forma de lograr que me permitieran jugar era realizar una petición personal, probando que a pesar de ser extranjero, había nacido y residido siempre en España. La petición se cursaba a la Federación Asturiana que luego la remitía a la española. Fueron recuerdo más de tres meses, toda la primera vuelta del campeonato, entrenando sin poder jugar el domingo, y esperando una respuesta. Cuando ésta llegó, fallando a mi favor, creo que fui el niño más feliz del mundo en ese momento. ¡Vaya historia! En fin, que como uno es como es, aquellos problemas no me hicieron variar en absoluto mis conductas ni mis intenciones de mantener la nacionalidad italiana con todos los problemas que ello pudiera ocasionarme en el futuro, como el no recibir becas a pesar de mis notas hasta bien entrado ya en la Universidad, amén de otras complicaciones, que para mí, no eran sino pequeñas molestias que debía pagar por aquella voluntad mía, o tal vez simple capricho. Y así sigo casi treinta años después. Afortunadamente ahora todo es mucho más sencillo, pero no os creáis, que de vez en cuando todavía me mujer me lanza indirectas –más bien directas- para que de una vez por todas obtenga la nacionalidad española. Pero ni con esas.

Bueno, y después de este rollo, seguro que lo más os ha gustado es que apenas he hablado de mi enfermedad. Mañana tengo que volver a Oviedo para la consulta y espero que de nuevo el post que escriba sea de lo más aburrido. Serían buenas noticias, seguro.

De momento os dejo. Que tengo esta mañana también cargada de recados por hacer. Por cierto, que no sé si será el martes y trece de marras, pero lo primero que me he encontrado al encender el ordenador es que la pantalla está de tal forma pixelada que apenas puedo leer en ella, así que no sé lo que saldrá de aquí. En cualquier caso ya os comenté en una ocasión que lo las supersticiones es muy relativo y si aquí el trece trae mala suerte, en Italia por ejemplo es al contrario. Soy de los que piensa que la suerte es poder vivir y disfrutar de cada día, sea el que sea, y si luego se ha de torcer, se torcerá sea trece, diecisiete, veinticuatro o cuarenta y cinco si lo hubiera. ¿O no?

Un fuerte abrazo a todos,,, “¡y mañana más!”.

1 comentario:

  1. Hola Fili: Tus post son siempre muy amenos, y si no hablas de tu lucha contra el Sr. T es muy buena señal. Lo de tu nacionalismo itálico siempre me ha parecido divertido, pero creo que si hubieras residido en Italia serías ahora el más español, por la nostalgia, la distancia... Italiano o español, ¿qué mas da? Te queremos, espaghetti. Un abrazo. HONOR Y FUERZA

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