Día CXCV

Son la una y cuarto de este martes tres de mayo cuando comienzo a escribir el Blog. Como me encanta estar siempre de fiesta y sobre todo que me feliciten por cualquier motivo, no puedo dejar de hacer mención que hoy es San Felipe –el quinto apóstol-. Tengo que confesaros que me acuerdo de mi santo básicamente porque coincide con el cumpleaños de un gran amigo, el padre de mi queridísima ahijada, y claro, después de casi treinta y cinco años teniendo que acordarme de su cumpleaños, al final uno terminar por acordarse también del santo de uno mismo; que si no, ni de broma… Así que nada, ¡muchísimas felicidades Soli! Y que sigas cuidándote tan bien como hasta ahora, porque, ¡hay que ver lo bien que te cuidas! Es lo que tiene tener una buena cocinera en casa y ser tan agradecido de estómago. Me pasa a mí exactamente lo mismo.

Del día de ayer poca cosa que comentaros. Si antes digo que se me antojaba un día insulso, de esos en los que nunca ocurre nada, antes salta la noticia. Porque menudo notición con el que nos levantamos: el terrorista más buscado del planeta –por el que se pagaban 25 millones de dólares de recompensa- había sido “neutralizado en una operación militar estratégica”. Menudo eufemismo, ¿no? Que conste que confieso que a mí me parece genial que un terrorista como éste haya pasado a mejor vida –según sus creencias-, pero sinceramente no pienso que ello signifique que vayamos a estar a partir de ahora más seguros. Probablemente al contrario, al menos en los próximos meses. Lo que sí me llama la atención –no por la novedad- es esa doble moral de algunos a la hora de valorar una acción en función de quien sea el que da la orden. ¿Podemos imaginarnos si algo así se hubiera producido bajo el mandato de Bush? Hoy tendríamos en España, sin ir más lejos, más manifestaciones que las que por cierto hubo el pasado Uno de Mayo con casi cinco millones de parados que tenemos. Pero siendo el flamante Premio Nobel de la Paz quien firma la sentencia a muerte, la cosa cambia. Es lógico, ¿o no?

Bueno, dejemos a un lado la política internacional, que al final nosotros somos unos pobres ignorantes de lo que se cuece de verdad en las llamadas altas esferas. Y más felices que somos así. En mi esferita particular, el mundo sigue igual: esta mañana he ido a realizar la analítica de control, y aunque no sé los resultados exactos –los tendré mañana porque hoy no me quedaba a la consulta-, sí que me han anticipado por teléfono que están dentro de la normalidad. Bueno, normalidad para mí, claro.

Yo realmente me sigo encontrando muy bien, aunque también es cierto que un poco más cansado, lo que no deja de ser normal si tenemos en cuenta que llevo tres semanas sin inyectarme EPO, y eso lógicamente tiene que notarse. Aun así, esta misma mañana me he dado un paseo de más de una hora con mi padre y aunque al principio parece que me cuesta un poco arrancar, luego como si de un motor diésel se tratara, una vez que caliento, no hay quien me pare.

Esta noche por supuesto no dejaré de ver el cuarto partido del siglo. Si no, ¿de qué íbamos a hablar mañana? A estas alturas de la película apostar por el Barcelona se me antoja ventajista habida cuenta del resultado en la ida. Sólo espero que veamos un buen partido y que los jugadores dentro y fuera del campo se comporten como deportistas. No sé por qué me da que no caerá esa breva. ¿Por qué me habrá venido ahora a la cabeza una expresión como esta? Os invito a que investiguéis de dónde viene, porque es de lo más curioso.

Bueno, nada más por este martes. Mañana miércoles el Blog llegará por la tarde después de la siesta de rigor; que me espera una mañana cargadita por los hospitales: primero en Oviedo y luego en Gijón, donde reinicio el tratamiento. Un fuerte abrazo… “y mañana más”.