sábado, 22 de enero de 2011

Día XCV

Son las diez y media de la mañana de este sábado veintidós de enero cuando comienzo a escribir el Blog. El día ha amanecido más o menos como el de ayer, con nubles y claros, aunque se nota que las temperaturas han bajado. En el exterior a estas horas no pasamos de los nueve grados.

Esta noche dormí bastante bien. Raro en mí no desperté por primera vez hasta pasadas las cuatro de la mañana después de haberme acostado a eso de las doce. Esta mañana al levantarme recordaba perfectamente un sueño curioso que tuve durante la madrugada y que nunca antes había soñado. En él corría por el Muro como tantas veces he hecho en la vida real, pero había algo distinto: no había absolutamente nadie más que yo. Los sueños, ¡qué mundo tan desconocido! Cada uno de nosotros seguro que podríamos escribir un libro con esos sueños que de forma periódica se repiten en nuestra cabeza. Con otros como el que hoy tuve, que aparecen un día, y tal vez nunca vuelvan a presentarse. Aunque la mayoría quedan en el olvido una vez que despertamos. En mi caso casi siempre es así. Ahora, que si hay una cosa que llevo mal es despertar en medio de un sueño en el que estabas disfrutando como si fuera auténtico. Porque luego por más que tratas de volver a colarte en él, todos tus esfuerzos resultan en vano, o ya no es exactamente lo mismo. Me considero de todas formas afortunado en tema de los sueños porque por lo general suelen ser plácidos y es rarísimo que sufra pesadillas. Es algo que siempre ha sido así desde que tengo uso de razón. Además, parece que tengo en ocasiones una especie de sensor que me avisa que estoy soñando con lo que llego incluso a controlar el sueño y a despertarme si la cosa se pone realmente fea. Creo que es un reflejo claro de cómo es mi personalidad y mi carácter. Tal vez por eso nunca me haya metido en jaleos.

Ayer por la tarde la pasé tranquilamente tal y como tenía previsto para reponerme de la mañana por el hospital. He notado sin embargo que mi temperatura ha subido dos o tres décimas por encima de lo que venía marcando en los últimos días. Esta mañana me he levantado también con esas décimas de más. Pero aun así no llegan siquiera a febrícula. Podría ser cualquier cosa. Mientras siga así no hay motivo alguno para preocuparse.

Como os había comentado, ayer había sido jornada de pesca de oricios, así que para la cena pude disfrutar de un espectacular salteado de verduras acompañado de un revuelto de huevas de oricio, que con su sabor a mar inundan todo el plato. Para esta noche ya hemos decidido que prepararemos unos spaghetti en crema de oricios. Es extraño, pero no recuerdo haber nunca visto en la carta de un restaurante algo similar. Quizás inventemos algo.

Así que entre tanta comida abundante y tanto postre, hoy al pesarme tampoco me ha sorprendido en exceso comprobar que estoy ya en 72 kilos. A partir de ahora sí que puedo decir que estoy en un peso más que aceptable, aunque todavía me faltarían otros dos o tres para estar en el ideal.

Y nada más que contaros por este sábado. Salid bien abrigaditos no me vayáis a pillar un catarro. Buen fin de semana a todos… ”y mañana más”.

2 comentarios:

  1. HOla Fili!

    Toy en Madrid,asi que en vez de oricios toca cocido madrileño pa convatir el frío!!!! 5º!!!!!!!

    Guárdame un oricín que vuelvo en breve:)Ñam!!! :P

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  2. Hola Fili: Yo sólo pruebo el paté de oricio en la casa de Asturias. Saludos

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