jueves, 13 de enero de 2011

Día LXXXVI

Son las cinco y cuarto de la tarde de este jueves trece de enero cuando comienzo a escribir el Blog. Ahora mismo el tiempo está nublado pero hemos podido disfrutar de una mañana soleada como llevábamos tiempo sin poder hacer y con una temperatura de lo más agradable.

La tarde de ayer, después de escribiros, fue como esperaba tranquila. Tuve tiempo hasta para dejarme ganar al Parchís por mi mujer, que como ya sabéis es algo que suelo hacer con frecuencia. En realidad con tanta frecuencia como que lo he vuelto a repetir este mediodía después de comer.

La noche la pasé mucho mejor que la anterior, apenas sudé y dormí hasta cerca de las nueve. Luego como de costumbre un desayuno de los que a mí me gustan y a pasar la mañana entre mails, Internet y algo de tele mientras hacía cinta. Hoy he caminado cuarenta minutos, siempre a ritmo muy lento, pero con muy buenas sensaciones. Probablemente esta tarde repita sesión, aunque más corta, que tampoco hay que abusar. Lo mismo noto las inyecciones de EPO que me puse a las doce. De momento y hasta nueva orden sigo poniéndolas cada miércoles.

Estuve también buena parte de la mañana entretenido haciendo una quiniela para jugar con mis amigos de la pandilla. Como en la lotería de El Niño recuperamos parte de lo jugado, bastante más de lo que hicimos en la de Navidad, hemos decidido probar suerte con la quiniela. Alguno recordó mis tiempos de quinielista en la facultad, cuando teníamos una peña y nos dedicábamos a hacer apuestas condicionadas por ordenador –sin mucho éxito la verdad- y con esa excusa me empaquetó la responsabilidad de jugar el dinero recuperado. Así que estuve recordando viejos tiempos y ya la tengo cubierta y lista para validar. Lo de las quinielas condicionadas es un auténtico vicio que engancha. Al final el tema no es más que juegas una serie de triples y dobles por un precio muy inferior al que pagarías si en realidad jugaras todas esas combinaciones. Porque lo que haces es condicionar una serie de resultados de modo que sólo estás jugando un porcentaje determinado de todas las apuestas posibles. Bueno, así dicho y tan mal explicado suena un poco incomprensible, pero de verdad que en absoluto lo es y se pueden obtener resultados sorprendentes. Ya os contaré que tal nos fue. Lo bueno en el caso de que no rasquemos nada –que será lo más probable- es que no podrán darme una paliza por razones humanitarias.

Así que si tuviera que definir el día de hoy, diría que está siendo de los que me a mí me gustan: sin molestias, sin fiebre, con ganas de hacer cosas, buen humor, y por supuesto, con un apetito que devoro lo que me ponen por delante. Si es que además no paran de tentarme. Por si no tuviéramos poco hoy llegaron mis suegros con un cargamento de arroz con leche casero, que vamos, me río yo del de Casa Gerardo. Así que para esta noche, después de unos chipirones rellenos, especialidad de mi madre, tenemos postre más que asegurado.

Por otro lado esta semana he recibido la siempre feliz noticia de que para este año tenemos un par de bodas en vistas, una además dentro de la familia, ya que se casa uno de mis primos. La otra como si lo fuera. Ambas son para la segunda mitad del año, así que es un motivo más que tengo para estar en plena forma para esa época, porque por nada del mundo me las quisiera perder. No recuerdo una boda en la que me lo haya pasado mal nunca. Al contrario, en algunas de ellas he pasado noches memorables. Ya os contaré otro día alguna historia.

Por hoy de momento es suficiente. Mañana como sabéis me toca visita al hospital. Primero analítica y luego si todo va bien el tratamiento. Un fuerte abrazo … ”y mañana más”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario