miércoles, 5 de enero de 2011

Día LXXVIII

Son casi las cinco de la tarde de este cinco de enero, Noche de Reyes, cuando comienzo a escribir el Blog. Lo hago mientras me preparo una infusión y a la par que escucho el último recopilatorio de Robbie Williams, quien fuera el líder de los Take That, grupo que arrasara en los noventa entre el público adolescente, y que ahora, después de quince años de separación, vuelven a unirse para un nuevo disco. Me ha apetecido escuchar al cantante británico, primero porque reconozco que me gusta su estilo de los últimos años en solitario, y segundo porque ayer veía una película en la que una de sus canciones, She’s the one formaba parte de la banda sonora. La película, Perdona si te llamo amor, es una comedia italiana dirigida por Federico Moccia, autor del libro con el mismo título en el que se basa. Quizás a algunos este autor os suene más porque es el mismo que escribió la novela Tres metros sobre el cielo, y que ahora arrasa en la cartelera española en su adaptación al cine realizada por el director Fernando González Molina.

¿Por qué os cuento todo este rollo? Pues porque la película me gustó aunque estuviera orientada quizás como lo estaba la música de los Take That a un público más bien adolescente. Y tal vez la razón de ello sea que en mí ese eterno adolescente que muchos no queremos dejar atrás, siga en parte muy vivo. Esa época maravillosa que al menos fue para mí, con sueños, amores imposibles, alegría, mucha alegría, aunque por qué no decirlo, también con más de una decepción. Y si a todo esto añadimos que la película se desarrolla en Roma, la Roma de mis amores, pues creo que sobran más argumentos.

Volviendo al presente, comentaros que esta mañana he lidiado sin problemas con la tercera sesión del tratamiento. La dosis administrada era ya la terapéutica, es decir, los 30mg. Y lo cierto es que la he tolerado muy bien. He llegado a casa sin febrícula y simplemente de nuevo con una ligera taquicardia, que si se repite lo sucedido en la tarde de ayer, irá remitiendo conforme pase el tiempo.

Hemos vuelto a tener suerte de que todo ha ido de nuevo muy rápido, de modo que a las dos y media estaba sentado delante de la mesa de mi cocina dando cuenta de un buen plato de arroz con su correspondiente filete empanado. El apetito es algo que no pierdo ni por asomo, y eso es algo muy importante, porque me ayuda a mantener las fuerzas. Además, como seguro que habréis a estas alturas intuido, disfruto con la comida. Sigo complementando mi dieta con algún caprichillo en forma de dulce navideño, que todavía nos quedan unos cuantos. Y para cuando se acaben procederemos con las cajas de bombones, que alguna tenemos por ahí guardada esperando ser esquilmada.

La analítica sigue estable, lo que no es mala señal. Incluso han subido un poquito las plaquetas. Esto posibilita el que mañana pueda disfrutar en el Día de Reyes de una nueva comida familiar, el mejor regalo sin duda que puedo tener. Aunque ya veremos además si como he sido bueno este año, sus Majestades se portan como siempre lo han hecho y se añade alguna sorpresilla.

Por otra parte, lo que hoy hemos decidido es dejar la vía puesta en lugar de quitarla porque eso representaba tener que dar dos pinchazos cada vez que fuera a recibir el tratamiento, uno para la analítica previa y el segundo para el tratamiento en sí. Como además la médico ha optado porque este mismo viernes tenga ya una nueva sesión, sólo será llevar la vía hoy y mañana. Por supuesto si me diera alguna molestia no tengo más que acudir mismamente a mi Centro de Salud para que me la retiren. Pero no creo que sea necesario; en el hospital a veces las llevaba durante diez días sin problemas. De hecho, si el viernes vemos que sigue perfecta la dejaremos hasta el lunes. Hay que cuidar las venas mientras se pueda.

Bueno, pues por hoy nada más. Esta tarde, aunque en buena parte de la Península tendremos lluvia, no dejéis de disfrutar de la Cabalgata de los Reyes Magos. Yo era algo que nunca me perdía, ni de niño, ni ahora de mayor. ¡Y pronto para la cama! Que de lo contrario no hay regalos. Un fuerte abrazo… ”y mañana más”.

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