lunes, 6 de diciembre de 2010

Día XLVIII

Son las dos y media de la tarde de este lunes festivo seis de diciembre, cuando comienzo a escribir el Blog. Después de una mañana lluviosa curiosamente ahora hace sol, de modo que he tenido que bajar la persiana para que no me moleste a los ojos mientras escribo. En cuanto acabe el Blog aprovecharé para apagar la luz y con la persiana tal y como está ahora, sin subir, dormir una buena siesta. Es lo que más me apetece en estos momentos.

La noche ha sido aceptable, aunque he despertado bastantes veces. Lo que hemos hecho mi mujer y yo, ha sido alargar un poco la hora de levantarse, porque entre una cosa y otra, cuando nos dimos cuenta eran cerca de las diez. Es la suerte de que no te entren mucho en la habitación. Realmente pensaba que tenía hoy analítica pero debí enterarme mal porque es mañana cuando me la harán. Ya me parecía raro que la hicieran en un día festivo. Hablando de festivos, hoy me he enterado de otra curiosidad en el funcionamiento diario de los hospitales: no se cambian las fundas de las almohadas en días festivos. Ayer ya me había llamado la atención el que al cambiarme la cama dejaran la misma funda, pero bueno, por no ser tampoco quisquilloso, no dije nada y lo dejé pasar. Hoy sin embargo, de nuevo observé que me dejaban la funda sin cambiar y pregunté cuál era el misterio de aquel ahorro en fundas. Y la respuesta fue esa: en días festivos no se cambian. No obstante al momento la enfermera que vino a limpiarme la herida del brazo, muy amablemente me trajo una funda para que yo mismo pudiera cambiarla. Estoy seguro que detrás de todo esto hay un estudio concienzudo -tal vez con alguna firma consultora de por medio- en el que se ha basado la gerencia del hospital para de acuerdo con los sindicatos, hayan optado por una medida que sin duda reporta jugosos beneficios para el hospital, el personal y los pacientes. Lo que pasa es que yo soy muy básico para alcanzar a comprenderlo.

Hablando del brazo, esta mañana pasó de nuevo la médico de guardia y sigue viéndolo un poco tocado, de modo que ha descartado ya que vaya a darme el alta para mañana. Seguiré con los lavados con Agua de Burow y con los antibióticos, que será ya lo único que me administren por vía venosa. El resto comenzaré a tomarlo por vía oral. Si los tolero, junto con la comida que he empezado a traerme de casa, entonces es probable que el jueves pueda irme. Si hay una nueva recaída en forma de diarrea o fiebre… bueno, en ese caso mejor no pensarlo.

Por lo demás nada nuevo. Como digo mañana haremos una nueva analítica para ver qué tal siguen mis defensas, hematíes y plaquetas. Con un poco de suerte tendremos ya los resultados de los cultivos que realizamos el pasado jueves, justo el día del ingreso. Ya se sabe que cuando hay festivos de por medio, todo va más despacio. Además el tema de los cultivos requiere siempre su tiempo, que una plantita no nace de un día para otro. En este caso concreto lo ideal es que no nazca nada.

En otro orden de cosas, comentaros también a modo de anécdota lo que me ocurrió ayer por la tarde después de cenar. La enfermera que le tocaba ese turno, una chica de verdad muy profesional y que me cuida casi como si fuera su hijo, se empeñó en que tenía que realizar unos enjuagues después de cenar con una solución anestésica, a lo que yo respondí que no, que lo que yo tenía era que realizar enjuagues antisépticos, o sea, con un vulgar Oraldine. Pero ella tanto insistió en que lo tenía ahí pautado por la médico, que al final acepté, pensando que lo mismo era algo para minimizar las molestias de la mucositis en la boca, que por otra parte, ni la noto. Así que me enjuagué con aquello y vamos, fue como si me hubieran puesto una inyección de anestesia en el dentista. La llamé para decírselo y me comentó que aclarara entonces un poco la boca con agua a ver si se me pasaba, porque en esos momentos tenía toda la lengua y buena parte de la boca totalmente dormida. Conseguí a base de agua recuperar de nuevo la sensibilidad, y ya más tranquilo, me puse a ver la tele. No pasaría una hora cuando la enfermera vino de nuevo a verme para pedirme disculpas porque efectivamente yo tenía razón: era antiséptica y no anestésica. La verdad es que la pobre chica pasó un mal trago al reconocer su error, pero tampoco le di más importancia, y hasta sirvió para reírnos un poco con la situación casi cómica que se había creado.

Es por cosas así, que suceder suceden, que yo en mi mesita tengo una libreta donde llevo absolutamente todo apuntado: medicación, horarios, tomas de temperatura, vasos de líquido ingerido, tensión arterial, etc., etc. De este modo sé perfectamente lo que toca en cada momento, y si hay algo nuevo pregunto, y si algo no llega a tiempo lo reclamo. ¿Desconfianza? En absoluto. Simplemente es que me gusta llevar controlado lo poco que puedo controlar de toda esta situación. Y a las enfermeras no parece molestarles el que lo haga. Yo creo que en el fondo se quedan más tranquilas.

Y nada más, que comienza de este modo una nueva semana en la que el objetivo será que cuanto antes llegue el jueves, sin que de por medio haya novedades que puedan impedir que ese día me vuelva a casa. Pero para ello antes tendrán que pasar el martes, el miércoles, y por supuesto, lo que queda del día de hoy. Así que nada, sólo me queda desearos que disfrutéis del Puente quienes lo hayáis cogido y como siempre enviaros un fuerte abrazo… “y mañana más”.

1 comentario:

  1. jojojojo es que ya se sabe, la letra de médico...no hay quien la entienda y donde pone antiséptica lee una anestésica... manda güevos...
    Guarda las anécdotas que luego el libro lo escribes pero de errores que podrían haber sido fatales... en finsss qué paisss...

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