sábado, 11 de diciembre de 2010

Día LIII

Son casi las cinco menos cuarto de la tarde cuando en este sábado once de diciembre comienzo a escribir el Blog. Hoy hemos tenido un día bastante apacible climatológicamente hablando. Las bajas temperaturas nos han dado un poco de tregua y hemos vuelto a unos confortables quince grados de máxima, que parece que no, pero se agradece. No obstante no os vayáis a pensar que he salido para probarlos. Que yo metido en mi pequeña república que es mi casa, y a mis veintitrés grados que tengo regulado el termostato, me encuentro como en Las Canarias. De todas formas me alegra que la gente pueda disfrutar un poco más del finde, que siempre se lleva mucho mejor con buen tiempo que con el que tuvimos en las últimas ocasiones.

Ayer pasé una tarde un poco de aclimatación, aunque parezca raro decirlo cuando uno se encuentra de nuevo en su casa. Pero fue una aclimatación muy tranquila, sin sobresaltos y que se prolongó hasta la hora de irnos a dormir. Antes, hubo lugar para una cena liviana pero igualmente sabrosa y por supuesto respetando la dieta astringente que todavía mantengo, y después, para ver una peli que para cuando acabó eran ya la una de la mañana.

Tengo que decir que dormí muy bien para cómo había dormido las últimas noches. Supongo que la tranquilidad que te da saberte en casa ayuda, y sobre todo el hecho de que tengas la seguridad de que nadie te va a abrir la puerta a las dos o a las cuatro de la mañana, o a despertarte a las siete para sacarte sangre. Aun así, será quizás porque todavía no estoy del todo acostumbrado a un horario sin horarios, a las siete y media desperté y ya apenas pude dormir de nuevo. Así que a las nueve estaba desayunando un té con limón recién hecho, junto con unas rebanadas de pan tostado untadas en ese membrillo espectacular que ya os había comentado que me había comprado mi padre ayer. A este paso no me dura una semana.

Por la mañana, como el día estaba para ello, mi mujer se fue a hacer unos recados y de paso a caminar un poco, mientras mi padre vino a hacerme compañía. Yo me pasé la mayoría del tiempo pasando la biblioteca de música del iTunes -¿por qué narices se empeña el corrector del Word en que quiero escribir atunes?- al iPad, que era algo que tenía pendiente desde que me lo regalaran mis compañeros de la empresa con motivo de mi cumpleaños, unos días antes de que ingresara para lo del trasplante. Y luego aproveché que estaba inmerso en el maravilloso mundo de Apple, para cargar también con música el ipod nano que os había comentado que me trajeron unos amigos de su viaje por Nueva York hace un par de semanas. Total, que estuve entretenido con ello un buen rato, pero eso sí, disfrutando con mi padre de buena música. Pero no penséis que soy tan malo de tenerle escuchando a Lady Gaga –a quien por cierto no soporto- ni nada por estilo. Estuvimos rememorando los grandes tiempos de la música italiana con nada menos que Domenico Modugno a la cabeza. Recordé entonces cómo cuando no tendría ni seis años, ya escuchaba con él esas mismas canciones de una cassette que si nadie ha tirado, seguirá en un cajón guardada.

Y entre canción y canción llegó la hora de la comida. De nuevo nada contundente, pero suficiente para saciar en parte el buen apetito que mantengo a pesar de todos mis males estomacales, que por cierto, parece que poco a poco, y siempre repito lo mismo porque es así, poco a poco, se van solucionando. Seguramente tengan mucho que ver esos flanines caseros que ayer mismo mi tía me hizo nada más enterarse que había vuelto a casa.

Después de la comida nos tiramos un poco en el sofá a descansar pero ni siquiera fui capaz de dormir un cuarto de hora de siesta. Supongo que es lo que os comentaba antes: anoche dormí demasiadas horas para lo que venía acostumbrando, así que no me sentía tan cansado como otros días que era tocar el sofá, o la cama en el hospital, y caer rendido de tres a cuatro y cuarto; como un reloj.

La flebitis en el brazo sigo cuidándola aunque ahora que la herida está seca, con el cordón que ha quedado en la vena poco se puede hacer. Hay quien te aconseja que eches Trombocid, hay quien dice que eso es como si no echaras nada. En fin, desaparecerá por sus propios medios, que a día de hoy, la verdad es que no son muchos teniendo el cuerpo como lo tengo.

Quizás lo más importante de todo es que sobrepasadas ya las veinticuatro horas en casa, no he tenido ningún atisbo de fiebre, que era una de las preocupaciones que tenían, una vez me habían retirado los antibióticos por vía oral.

Así que no me queda más que esperar a que lo que queda de día y la jornada de mañana, sigan por la misma línea de tranquilidad, que luego el lunes ya nos tocará de nuevo el ajetreo de subir al hospital para ver cómo van las cifras. Espero que estén lo suficientemente boyantes como para no necesitar de transfusiones, y así poder volver para casa cuanto antes. Pero bueno, eso ya se verá. No nos anticipemos.

Os envió un abrazo como cada día, y ya sabéis… “y mañana más”.

2 comentarios:

  1. Entre las muchas cosas que tenemos que hacer cuando estés otra vez como un torito es ir al karaoke a que nos cantes una de ese italianini, que yo tengo muy buenos recuerdos...
    Disfruta en tu casita cariño!
    Miles de besos

    ResponderEliminar
  2. Hola Fili: Me alegra mucho leer que has pasado un sábado tranquilo. Lu me comentó lo de Domenico Modugno que pudo escuchar a través del enlace que dejaste enFace Book. Le emocionó. Confío en que hayas pasado una buena noche, y que pases un feliz domingo. HONOR Y FUERZA

    ResponderEliminar