viernes, 17 de diciembre de 2010

Día LIX

Son las cinco menos cuarto de este viernes diecisiete de diciembre cuando comienzo a escribir el Blog. Viernes diecisiete: un día que en Italia es equivalente al martes y trece de España, o al viernes trece de los países anglosajones. Curioso cómo cambia esto de la superstición según los lugares. Dejando a un lado esto, lo cierto es que lleva haciendo un día de perros desde primera hora de la mañana, con lluvia constante y algún que otro chaparrón de los que más vale te pille con paraguas. Para el fin de semana parece que seguiremos con lluvias, pero al menos –no todo van a ser malas noticias-, subirán las temperaturas.

Esta noche dormí muy bien para lo que acostumbro. He conseguido batir mi propio récord consiguiendo dormir del tirón desde las doce y cuarto aproximadamente que apagaría la luz hasta las cuatro y media pasadas. Todo un avance. Luego despertaría de nuevo sobre la seis, y sí que a partir de esa hora únicamente conseguí conciliar el sueño a intervalos de media hora a lo sumo, hasta que opté por levantarme a las ocho. De todos modos, como digo, una buena noche.

Así que nada mejor para empezar la mañana tras una buena noche que un buen desayuno. En realidad todavía tengo que cuidarme por lo del estómago, por lo que tampoco es que pueda hacer muchos excesos, pero no faltaron un par de tostadas con membrillo, un plátano y unas galletas tipo María para acompañar el té con limón al que añadí una nube de leche.

Mi padre llegó al poco para pasar el resto de la mañana conmigo. Yo aproveché como siempre para ponerme al día tanto en el correo electrónico como en las noticias de actualidad. Luego a eso de las diez me dio como una sensación de cansancio o pesadez, así que hice caso a mi cuerpo –que siempre es una sabia decisión- y me tiré a descansar un rato. Cuando desperté –porque me quedaría dormido al menos veinte minutos-, decidí que era hora de mover un poco el cuerpo. Me subí entonces a la cinta y caminé quince minutos. Sigo a años luz de mi mejor estado de forma; no me refiero ya a cuando no tenía la enfermedad sino a cómo estaba durante el primer tratamiento o incluso a cómo estaba al poco de salir del trasplante. Además esta mañana me he llevado una sorpresa al pesarme antes de meterme en la ducha y comprobar que estoy por debajo de los sesenta y cinco kilos. Tengo que conseguir como sea recuperar por lo menos un par de kilos o tres antes de ingresar de nuevo; así que a ver si hay modo de que pueda comer algo más y hacer también más ejercicio para recuperar masa muscular, que es por donde se me ha ido la mayoría del peso que he perdido.

Después de la comida que como siempre llegó puntual a las dos, estuve de nuevo entretenido con el ordenador hasta que en esta ocasión, llegó mi madre, que es quien está ahora conmigo. Justo cuando llegó ella me fui a dormir un poco la siesta, así que ahora mismo todavía me tenéis bostezando un poco delante del portátil. Espero no contagiaros. Me acabo de preparar otro té con limón, aunque en este caso sin teína, por aquello de no abusar del té y que después de noche pueda estar más nervioso de la cuenta a la hora de dormir. Es una cosa que por ejemplo no entiendo de los hospitales. Resulta que al merendar –y para desayunar- te dan un café con leche y luego de noche reparten pastillas para dormir como caramelos. Oye, pues mejor el café lo dais descafeinado y eso que os ahorráis en pastillas. O por la tarde lo cambiáis por una rica infusión de hierbas tranquilizantes. Con lo que a mí me gustan.

Hoy quiero tener un especial recuerdo para mis compañeros de trabajo, quienes celebran la tradicional cena de Navidad. Los que me conocéis bien podéis imaginaros lo que me fastidia perderme algo así. Sé que muchos de ellos aunque sea por un segundo tendrán un recuerdo también para mí por las risas y buenos momentos que hemos pasado en ese tipo de celebraciones cantidad de veces. Siempre recordaré mi entrada en la empresa. Fue un once de diciembre hace ahora… ¡nueve años! Pronto me di cuenta de la suerte que había tenido al entrar en aquel lugar. No habían pasado ni seis días cuando me avisaron que tenía que recoger junto al resto de compañeros mi cesta de navidad. ¿Cesta de navidad?, me pregunté. ¿Pero si acabo de llegar? Pero así era: en una cocina que se encuentra en la planta baja se hallaban todas las cestas para los empleados, y entre ellas una, exactamente igual al resto, con mi nombre escrito en una tarjeta sobre el papel de celofán que la cubría. Y aquello no era una cesta: ¡era un cestón! Recuerdo que cuando llegué a casa con aquello mi madre se echó a llorar. Supongo que fue su forma de decirme que estaba orgullosa de mí. En realidad yo no había hecho ningún mérito todavía para ello, al menos en aquella empresa que de forma tan extraordinaria me había recibido. Y por si lo de la cesta fuera poco, al cabo de unos días tuvimos la cena de Navidad a la que por supuesto fui invitado. ¡Realmente estaba alucinado! Y sobre todo agradecido. Así que hoy les echaré mucho de menos a todos: a los que ya estaban cuando yo llegué hace nueve años y a los que posteriormente fueron entrando. De hecho creo que echaré de menos hasta a los nuevos que todavía no conozco. En fin, que el año que viene será fantástico poder celebrar con todos ellos mi décimo aniversario en la empresa. Pensar eso me consuela en parte.

Bueno, ahora os voy a dejar; que mi madre me está retando para jugar al Parchís y quiero ver si con ella puedo desquitarme de la derrota que ayer de noche sufrí jugando contra mi mujer. Disfrutad del fin de semana, no me cojáis frío, y sobre todo… “y mañana más”.

1 comentario:

  1. Un besín Fili!!

    Seguro que no hace falta esperar un año entero para ir de cena con tus colegas!!! Seguro que ellos te están esperando como agua de mayo y a la primera de cambio se apuntan a celebrar por todo lo alto que al fin vas a cenar con ellos!
    Buen finde a ti también!!

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