miércoles, 15 de diciembre de 2010

Día LVII

Son las cinco de la tarde de este miércoles quince de diciembre -día de paga extra para muchos-, cuando comienzo a escribir el Blog. Acabo de regresar ahora mismo de Cabueñes donde he realizado el escáner, ¡y hay que ver el frío que hace! Bueno, también es que yo estoy acostumbrado a estar metido en mi burbuja, siempre a la misma temperatura.

Esta noche no fue para nada mala salvo por el hecho de que a las seis me desperté y ya no pude pegar ojo. Supongo que eran los nervios por la prueba de esta tarde. Más que nada por el dichoso contraste que tenía tomar para ella y que siempre me provoca diarrea. Ya veremos en esta ocasión qué pasa; todavía es pronto para saberlo. Pero eso: en realidad fue una noche tranquila en la que dormí primero del tirón desde las doce hasta las tres y media –un nuevo récord para mí- y luego desde esa hora hasta las mencionadas seis en punto, a partir de las cuales, me pasé dando vueltas en la cama hasta que a las siete decidí levantarme a desayunar.

Estuve luego echándole un ojo como siempre al correo y a las principales noticias del día por Internet, hasta que sobre las diez volví a echarme un ratito. Dormiría una media hora larga que me vino de perlas. Me preparé entonces un pequeño aperitivo para poder aguantar las cuatro horas de ayunas que tenía que respetar desde las doce. No os penséis por ello que me puse morao a comer: una simple rebanada de pan tostado con jamón york, un yogurt y un plátano fue todo lo que tomé.

A las dos empecé con las tomas del contraste; una cada media hora, hasta que a las tres y media subimos a Cabueñes donde a las cuatro tenía la cita, y donde tenía que tomar la última toma del condenado mejunje.

Lo cierto es que apenas tuvimos que esperar nada y fue todo muy rápido. Lo más molesto como siempre la dichosa vía que me tuvieron que coger para inyectarme el yodo y sabe Dios qué más cosas con las que mezclan el contraste. De verdad que ya no saben dónde pincharme porque tengo los brazos bastante tocados. A ver mañana que me toca de nuevo revisión y si hay que poner plaquetas o sangre, tendrán que tomar de nuevo una vía. Lo mismo tenemos suerte y libramos.

Mañana también es probable que en la consulta sepamos algo de los resultados del escáner, aunque como ya os he dicho, la prueba concluyente será la biopsia de médula ósea, para la que sigo sin fecha. Supongo que mañana sí que la fijaremos. En cualquier caso tampoco sería descabellado que tuvieran pensado seguir adelante con los ciclos de quimio con independencia de los resultados. Ya lo hicieron en el primer tratamiento porque parecía claro que había respuesta. Y en esta ocasión, parece de nuevo haberla. Aquí la cuestión es de valorar si es lo suficientemente buena como para meterme ya en el proceso del trasplante, o sin por contra, no lo es y hay que seguir con más ciclos; o si piensan que aun habiendo buena respuesta pudiera ser demasiado prematuro el volver a pasar por el trasplante cuando no hace ni cuatro meses que pasé por el primero.

Yo por lo demás me siento cada día que pasa algo mejor. Esta mañana he caminado ya quince minutos sobre la cinta. Si no hubiera sido por la dichosa flebitis y la diarrea que me condenó a una semana extra de ingreso, diría que este segundo ciclo ha sido mejor que el primero, sobre todo en lo anímico, aunque reconozco que en este aspecto todavía queda trabajo por hacer. En el primer ciclo si recordáis estuve casi dos semanas con fiebres que me dieron bastante la lata y que me obligaban a tomar casi de forma constante paracetamol.

Cambiando de tema, ayer os hablaba del libro que estaba leyendo: el de la mujer que se reencarnaba en hormiga. No sé por qué esta mañana leyendo unos capítulos mientras trataba de coger sueño, me vino a la cabeza una pregunta tan estúpida como la de que en qué animal me gustaría reencarnarme si fuera esto posible. No sé; muchos supongo que se inclinarían por un águila por ejemplo, por aquello de poder volar y verlo todo desde las alturas, pero a mí no me parece tan buena idea. Y menos ahora con la proliferación de parques eólicos con sus molinos de vientos que son auténticas guillotinas para las pobres aves incautas que tengan la desgracia de pasar demasiado cerca de sus aspas. Luego es probable que a otros les viniera a la cabeza el reencarnarse en un gran felino, digamos un león. Bueno, la vida de un león no es del todo mala. En realidad no dan un palo al agua, pero tienen un problema: con la vejez siempre aparece un león más joven y fuerte que te echa a patadas de tu territorio y te roba todo tu harem, con lo que te ves abocado a buscarte la vida, para lo cual ya no estás preparado. Es como quien se independiza a los cincuenta. Y seguro que más de uno podría tal vez optar por un hermoso animal marino, tipo delfín. ¡Qué preciosidad todo el día buceando y tan simpáticos y listos que son! Puede ser, pero a mí lo de nadar se me da fatal, y sería muy irónico reencarnarme en algo que tuviera su hábitat natural en el agua. No, yo pensé que lo primero que buscaría sería ser un animal grande, por aquello de que siempre tienes menos enemigos y lo segundo, de manada, donde se respetara la vejez. Y por supuesto longevo. Así que de momento me he quedado con una elección: si algún día pudiera reencarnarme en animal lo haría en elefante. Si encontráis alguna cosa mejor no dejéis de comentármela.

Bueno, dejemos las tonterías para otro día, que de momento ya han sido bastantes. Por hoy os dejo. Os envió un caluroso abrazo… “y mañana más”.

4 comentarios:

  1. Hola Fili: ¡¡Un elefante!! Demasiado grande para todo... Yo estaría entre una tortuga (por su longevidad y tranquilidad) o un halcón peregrino (por la velocidad y el hecho de volar), aunque con la mano en el corazón, siempre me he identificado con Flipper, Furia o Lassie. Bueno paquidermo, espero que mañana el médico te alegre --nos alegre-- el día, como decía el viejo Clean Eastwood. HONOR Y FUERZA

    ResponderEliminar
  2. Hola amigo
    Pues yo si me tuviera que reencarnar en algún animal, lo haría en Kai, el perro de mi cuñada. Además de no pegar un palo al agua, comer lo mejor de lo mejor, disfrutar del mejor sitio en el coche y en la casa, recibir el cariño incondicional de toda la familia incluidos masajes y carantoñas; tiene a los dueños continuamente buscándole novias (porque según ellos es guapísimo).
    Lo que menos me gusta es que cuando le hablan al perro (porque le hablan como si les entendiese) refiriendose a mi lo hacen como "el tio Raúl".
    SI quieres te dejo cambiar.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Como dice Revilla yo cuando me reencarne quiero ser como Furaco (oso pardo Cantabron cuya vida "sentimental"con Paca y/o Tola ha traido de cabeza a Cantabria...). A demas no tendría que alejarme mucho de nuestra tierrina, ah?.

    ResponderEliminar
  4. Me lo han quitao!! Yo también diría un oso por muchos motivos: son fuertes y resistentes, duermen lo que quieren y comen de todo!! Qué más se puede pedir!! Y encima son guapinos!!! :) Bueno, como segunda opción elegiría un koala, que vive en suma quietuz en las alturas, lejos de los depredadores carnívoros, y duermen también a la grande!!! :) Encima viviría en Australia; no está mal para 'una de mis vidas';)

    ResponderEliminar