Día 61

Son poco más de las ocho cuando comienzo a escribir el blog en este miércoles, primero del cuarto ciclo. Esta noche he dormido de forma aceptable, aunque volví a despertar unas cuantas veces. A las seis y media prácticamente me fue imposible volver a coger el sueño, así que a las siete y cuarto estaba ya con los dos pies fuera de la cama.

Ayer fue un día muy tranquilo y en el que me sentí en perfectas condiciones como me viene ocurriendo siempre en las primeras jornadas de cada ciclo. Fue una pena que el día no acompañara demasiado en lo climatológico, con lluvias esporádicas ya más fuertes por la tarde, porque de lo contrario me hubiera animado a salir a dar un paseo. Me conformé con volver a retomar mis “entrenamientos” en la cinta, con doble sesión de mañana y tarde.

Después de escribir el Blog me dediqué como suelo hacer a primera hora, a contestar varios mails pendientes. Para que os hagáis una idea, eso ayer me llevó hasta las doce de la mañana. Así que tal vez fue precisamente el estar tanto tiempo sentado lo que me animó a subirme a la “máquina de andar” y estar media hora rodando a ritmo muy suave.

Mi padre, como viene siendo habitual, me sigue acompañando durante todas las mañanas, y de hecho, ayer también vino de tarde. Él sigue con su ordenador muy entretenido y alterna de vez en cuando con la lectura del libro que le había dejado la semana pasada, el de Gomorra.

Por la mañana estuve viendo un poco de tenis, aunque no había ningún partido digno de mención. Además, en el torneo de Queen’s, en Inglaterra, la jornada estuvo largo tiempo suspendida por la lluvia, así que me centré en el otro torneo, el de Halle en Alemania, donde a pesar del tiempo también revuelto, disponiendo de cubierta en la pista central, los partidos se pudieron desarrollar sin mayor problema.

Llegó así casi sin darme cuenta la hora de la comida y después de ésta me hice de nuevo fuerte en el sofá para seguir viendo el tenis –por la tarde debutaba Federer en Halle; hoy lo hará Nadal en Queen’s- y posteriormente el final de la tercera etapa de la Dauphiné Liberé, que como el día anterior, fue bastante insulsa con final al sprint. Espero que no sea un presagio de lo que veremos en las primeras etapas en el Tour, aunque mucho me temo que así será. Entre medias, llegó mi prima para ponerme la inyección de Neulasta, que como recordaréis, pongo siempre al día siguiente de recibir la quimio y cuyo cometido, es favorecer la producción de defensas.

Como no tenía nada mejor que hacer, fue al acabar la etapa cuando realicé la segunda sesión del día en la cinta, aunque en este caso, únicamente fueron quince minutos.

Nada más llegar mi mujer de trabajar, y antes de la cena, preparamos el “terreno de juego” para un enfrentamiento al Parchís donde como ocurriera ayer, volví a salir triunfador. Como todavía teníamos algo de tiempo, jugamos entonces una partida al Dominó, en la que no tuve ya tanta suerte.

Después de la cena estuvimos viendo un poco la tele a la espera de que comenzara el partido de España contra Polonia. Tengo que reconocer que apenas iniciada la segunda parte y con el tres a cero en el marcador, decidí que era un buen momento para irme a la cama y seguir así con la lectura del libro en el que estoy enfrascado. Yo es que en realidad soy más de partidos con el marcador igualado y con algo de sufrimiento. Supongo lo que llevaré en los genes.

Hoy ha amanecido muy nublado y lloviendo. Las previsiones se han cumplido y parece que para los próximos días tendremos agua acompañada de una bajada de temperaturas. Menos mal que para el fin de semana ya dan un poco de mejoría. Y mientras escribo estas líneas, os prometo –me prometo- una cosa: “y mañana más…”