domingo, 26 de junio de 2011

Día 530_42

Son las doce y cuarto de la mañana de este espléndido domingo veintiséis de junio. A estas horas seguro que la mayoría de vosotros estáis tumbados en alguna toalla, sintiendo la brisa del mar, o al amparo del frescor de una oportuna sombra. Lo cierto es que aquí en la 530 aunque el termómetro marca casi 28º no tengo una sensación especial de calor. De hecho ahora mismo mientras os escribo me estoy tomando una infusión templada, que tanta agua me estaba dejando el estómago como una charca. Ayer casi alcancé los tres litros y medio de líquido.

Bebiendo tanto no es extraño que mi vejiga siga siento la necesidad de vaciarse cada poco, así que por la noche no sé ni las veces que me levantaría, y ahora en la mañana, que llevo más de litro largo bebido, he perdido también la cuenta.

La médico que hoy está de guardia ha pasado y me ha vuelto a comentar que está todo dentro de la normalidad, y que es cuestión de que las cosas sigan su propio curso. Lo único reseñable es que los hematíes han bajado otro poco -con toda seguridad por la hematuria que sigue acompañando mi orina-, con lo que hoy me transfundirán una bolsa de sangre además de la habitual de plaquetas, si bien éstas, han superado las cincuenta mil. Por lo que se refiere a las defensas, como estamos también justo en el límite, pondremos una inyección de Neupogen para darles un buen empujón. Mañana veremos los efectos de todas estas acciones.

Lo que no cambia es la percepción de que mi alta no será como mucho antes de finales de la semana que viene. No sé, yo a veces pienso que lo mismo me toca todavía pasar el que fin de semana que viene aquí hospedado, pero bueno, en realidad, estando como estoy ahora, tampoco es mayor incoveniente salvo el lógico que representa llevar cuarenta y dos días encerrado en una habitación.

Para esta tarde tenemos previsto un último cambio de acompañante con la reentrada triunfal de mi padre. Necesito que Mónica los próximos días se centre en preparar la casa para que todo esté perfecto para cuando llegue, y además la verdad es que en los últimos días estaba con bastantes molestias en el estómago, y no es plan que empeore. La comida del hospital mata a un caballo. Será triste verla marchar, pero el pensar que muy pronto nos reencontraremos en casa me servirá también de motivación. Además será divertido volver a tener a mi padre conmigo. Veremos si me reconoce al llegar, porque han pasado casi tres semanas y mi aspecto no tiene nada que ver con el que él dejó cuando se fue.

Y nada más por este domingo. Mañana comenzamos una nueva semana, la séptima y ojalá que la última. Disfrutad de este magnífico domingo veraniego, bebed mucho, echaros cremita de verdad y saboread un buen helado italiano. Un abrazo muy fuerte para todos... "y mañana más".

2 comentarios:

  1. Ánimo cariño!
    Dentro de poco estás descansando en casina con Mo y disfrutando en Quintes.
    Y las comiditas que os van a preparar!
    Miles de besinos

    ResponderEliminar
  2. Animo campeón
    La razón por la cual no notas los 28 grados en la habitación es porque eres incombustible.
    Vista larga y paso corto amigo.
    Un abrazo

    ResponderEliminar