Día CLXIV

Son las nueve de la mañana de este viernes, primero de abril, cuando comienzo a escribir el Blog. Al igual que ayer el día ha amanecido con un sol espléndido y la previsión anuncia además que hoy disfrutaremos de temperaturas si cabe más agradables. A ver si tenemos suerte y nos aguanta todo el fin de semana.

Ayer por la mañana, con el sol que hacía, mi mujer y yo decidimos irnos a dar un buen paseo. Fue además muy especial porque quedamos con dos primos que trabajan fuera de España, pero que coincide que en estos días ambos están de visita. Así que los cuatro nos recorrimos la zona de Fomento, aprovechando para hacernos unas cuantas fotos como cualquier turista. Resultaba gracioso porque efectivamente cuando pedíamos a la gente que nos hiciera una foto la mayoría pensaba que éramos forasteros. Nos dimos también una vuelta por Cimadevilla, subiendo primero por la Cuesta del Cholo -¡cuántas tardes de sidras y bolsas de pipas me vinieron a la cabeza!-; luego callejeando entre el silencio y la tranquilidad que reina allí por la mañanas, llegamos hasta la Plaza del Lavadero. Prácticamente no había nadie así que insistí en que nos detuviéramos a tomar algo; un pequeño capricho que se me antojó. Mientras ellos dieron buena cuenta de una botellita de sidra, yo hube de conformarme con un zumo, que aun así me supo a gloria.

Cuando algo más tarde nos despedimos, se había hecho ya la hora de comer. Subimos a Quintes, donde el viento corría un poco más fuerte que en Gijón, y sobre todo, algo más fresco. No perdoné un par de culines de sidra ni tampoco la posterior siesta. Mientras yo dormía plácidamente el resto de la familia estuvo corchando un pequeño tonel de sidra que este año habíamos llenado. ¡Quién sabe si para octubre estaré ya en disposición de echar una mano –o las dos- cuando toque ir a pañar manzana! Que no todo va a ser beberla sin dar un palo al agua. Aunque tengo que reconocer que esto se me da bien...

Por la tarde todavía hubo tiempo para un nuevo paseo por el Parque del Piles. En esta ocasión mi mujer había quedado con dos amigas para caminar y yo las acompañé durante un rato. Me encantó verlas de nuevo. Esto es de lo que hablo cuando digo que echo de menos mi vida normal. Poco a poco, y sin bajar la guardia, parece que la voy recuperando.

Algunos a veces me preguntáis por el tema de las defensas, así que simplemente os comento que en la última analítica me han contabilizado poco más de 400 neutrófilos por mililitro de sangre, cuando lo normal oscila entre los 2000 y los 7500. Los neutrófilos –creo que ya lo he explicado alguna vez- son de entre los glóbulos blancos, el tipo más numeroso. Su misión es la de atacar y neutralizar a las bacterias o agentes externos que entran en el organismo. Otros tipos de glóbulos blancos menos abundantes serían los linfocitos –que son los que se disparan en el caso de linfomas o leucemias-, los monocitos, lo eosinófilos y los basófilos. Es por esto que cuanto el nivel de neutrófilos decae, el riesgo de contraer enfermedades aumenta y por tanto, hay que extremar las precauciones para evitar contagios.

Justo ahora ha sonado el teléfono; era mi hematóloga. Me acaba de confirmar que el día 12 tendré la consulta en Oviedo para iniciar los preparativos para el trasplante. Según parece, desde Salamanca le han mandado un correo donde confirman a raíz de los primeros resultados de las muestras que hemos enviado, no sólo la remisión parcial, sino que incluso podríamos estar más cerca de lo que parece de una remisión completa, por lo que urgen a realizar el trasplante cuanto antes. Aun así habrá que esperar todavía al dictamen del análisis por biología molecular que será el definitivo.

Bueno, pues con esta noticia de última hora me despido. Os deseo a todos un buen fin de semana… “y mañana más”.