lunes, 4 de abril de 2011

Día CLXVII

Cuando son poco más de las nueve de la mañana de este lunes cuatro de abril comienzo a escribir el Blog. Al levantar las persianas nos hemos encontrado con un cielo prácticamente despejado, aunque a estas horas no tenemos más de diez grados en el exterior. Tendremos que esperar al menos hasta las once o las doce antes de salir a dar nuestro paseo matutino.

Esta noche he vuelto a dormir aceptablemente, aunque como de costumbre, sigo despertando mucho. Además, estoy convencido de que a pesar de que no recuerdo prácticamente nada de mis sueños, éstos no deben estar exentos de su emoción, porque cuando me levanto, últimamente noto ciertas molestias en la mandíbula, síntoma inequívoco de que he estado apretando los dientes como un poseso.

De todas formas hoy me he levanto sintiéndome como nuevo. La garganta sigue un poco tocada, pero nada que un lingotazo de miel con limón en ayunas no pueda solucionar. Debería intentar no hablar demasiado cuando salgo a caminar, en especial cuando tira algo de aire frío, pero para mí estar callado es casi imposible. Quienes me conocéis seguro que lo corroboráis.

Ayer por la mañana antes de subir a Quintes mi mujer y yo dimos un primer paseo por El Muro, acompañados por dos de mis primos, hermanos ambos. Me hizo especial ilusión porque con el mayor de ellos hacía mucho que no hablaba largo y tendido como ayer mientras caminábamos. Luego claro, la garganta lo paga y me quejo…

De las carreras de motos poco que comentar salvo que en MotoGP por un momento pensé que Rossi podía dar la campanada. Ese momento se prolongó hasta que se fue al suelo llevándose consigo a Stoner. Aun así lo curioso es que mientras que el australiano hubo de retirarse, el italiano acabó la carrera en quinta posición. Increíble. Victoria final para Lorenzo, seguido de Pedrosa, con lo que el duelo hispano vuelve a estar servido esta temporada.

Y después de la siesta vino el plato fuerte del día. Sabía que toda mi pandilla había quedado en casa de uno de ellos para comer juntos, que llevaban un buen tiempo sin reunirse. Así que quise darles una pequeña sorpresa y aparecí con mi mujer cuando estaban ya con los cafés. No podría explicaros la sensación de volver a encontrarme con todos ellos. A algunos los había visto por separado durante este año que llevo en este particular ostracismo, pero así juntos nunca. En realidad sentí como si el tiempo no hubiera pasado. Allí estábamos los seis otra vez arreglando el mundo, mientras nuestras parejas –a veces viéndolas me pregunto cómo todos tuvimos tanta suerte- nos miraban con aire casi de compasión ante nuestras salidas de tono, envalentonados por vernos de nuevo reunidos. Y en medio, sin entender nada de lo allí estaba ocurriendo, pero con su sonrisa celestial, estaba mi ahijada, que la próxima semana cumplirá sus dos añitos, justo el día que yo tengo mi consulta en Oviedo. Ese sí que es un buen presagio.

Empezamos así una nueva semana, con la sensación de encontrarme más fuerte que nunca, tanto a nivel mental como físico. ¡Que no decaiga! Un fuerte abrazo, que tengáis una feliz semana…“y mañana más”.

2 comentarios:

  1. Pues sí cariñín!! es cierto que todos habéis tenido mucha suerte....y ellas también. Sois un grupo estupendo!!

    Miles de besinos

    ResponderEliminar
  2. Qué emocionante esta entrada, no la había leído. Qué maravillosa sobremesa, me alegro mucho por todos. Esto parece un buen presagio Fili de verdad que lo parece. Besotes.

    ResponderEliminar