miércoles, 24 de noviembre de 2010

Día XXXVI

Son las cuatro y cuarto de la tarde de este miércoles veinticuatro de noviembre, cuando comienzo a escribir el Blog. Un día en el que de nuevo estamos disfrutando de un tiempo algo variable, aunque casi podríamos decir que han predominado por momentos los claros a las nubes. Eso sí, para mañana que a nadie le pille con el pie cambiado: se anuncia la llegada de un frente polar que nos hará buscar en el armario nuestro más preciado abrigo. Yo de todos modos no tendré problemas porque en esta habitación en la que me encuentro felizmente alojado no bajo de los veinticuatro grados.

La segunda noche en el hospital fue un poco más movida que la primera, pero tampoco puedo decir que fuera mala. La sorpresa me la llevé poco antes de echarme cuando me anunciaron que el ciclo que habíamos puesto de doce a tres de la tarde, era cada doce horas, lo que significaba que tenían que volver a ponérmelo desde la medianoche hasta las tres de la madrugada. No me hizo ni pizca de gracia porque en primer lugar, eso me iba a dejar de nuevo enganchado a dos máquinas durante tres horas, pero sobre todo, porque significaba que si con suerte no había alarmas de por medio, lo que sí estaba garantizado es que a las tres la máquina sonaría para indicar el fin del ciclo, o sea, una faena a esas horas. Como es algo que se repetirá tanto hoy como mañana, hemos acordando ir adelantando progresivamente los ciclos de este medicamento, de modo que hoy al mediodía ya me lo han puesto a las once y media, y para esta noche intentarán colocármelo sobre las diez y media, con lo que el ciclo concluiría más o menos coincidiendo con la hora a la que vienen a cambiarme sueros y así únicamente me tendrían que despertar una vez. Si al final es sólo organizarse.

Aparte de este pequeño contratiempo, como digo ya solucionado, o eso espero, nos tocó –mi hermano estuvo de sufridor conmigo esta noche- despertar en unas cuantas ocasiones. La máquina del ciclo de veinticuatro horas se puso un poco tonta a partir de las cinco de la mañana, y hasta que consiguieron que funcionara de forma continua, tuvieron que entrar varias veces cada vez que saltaba la alarma. Además una de las vías que tenía puestas se acodó, con lo que no dejaba pasar el fluido por ella, así que tuvieron que quitármela y cogerme una nueva para que así pudiera seguir entrando la medicación. No es la mejor forma sin duda de comenzar la mañana.

Como a las ocho estábamos bastante cansados los dos, alargamos el levantarnos. A mí el desayuno me llegó como de costumbre a las ocho y cuarto de la mañana, pero lo tuve en la bandeja hasta cerca de las nueve, hora a la que decidí poner un pie a tierra.

Hoy el día está resultando relativamente tranquilo. Hemos puesto la quimio –a estas horas estoy ya únicamente con el ciclo de veinticuatro horas-, y en estos momentos estoy viendo el partido de tenis entre Berdych y Roddick. Para por la noche además del partido de Champions del Barcelona, tenemos el encuentro que enfrentará a Nadal contra Djokovic. Probablemente me incline por esta opción. Bueno, dejaré que mi hermano –que ya que se sacrifica quedándose esta noche conmigo otra vez- también opine, para que no diga que no lo trato bien.

Esta mañana lo que no me tocó fue realizar analítica –será mañana-, pero no por eso me libré del pinchazo. A media mañana vinieron a tomarme una muestra por si fuera preciso mañana realizarme alguna transfusión, bien de hematíes, bien de plaquetas. Es algo que tampoco entiendo mucho, porque vamos, más conocida y fichada que tienen que tener mi sangre… pero entiendo que son protocolos que tienen que seguir y respetar.

La médico pasó temprano pero apenas nos dijo nada nuevo, salvo para reiterarnos que ella tiene toda la intención del mundo de mandarme para casa en cuanto sea posible. En teoría la quimio se acaba el viernes por la mañana, así que quién sabe, lo mismo el finde lo disfruto ya en casa. De todos modos no quiero hacerme ilusiones con ello, y mentalmente sigo concienciado en que será el lunes cuando con toda probabilidad me den el alta. Lo importante es estar bien.

La comida hoy no estuvo nada mal –por algo la había escogido yo mismo ayer entre las dos opciones que me dieron-: una menestra de verduras de primero y una pechuga de pollo, de tamaño generoso, de segundo. Quizás lo más flojillo fue la manzana asada de postre, que no tenía mucho por donde coger. Para esta noche si no recuerdo mal me había pedido una sopa de verduras de primero con una tortilla de patatas de segundo y un arroz con leche de postre. Suena bien sobre la carta. A ver qué menú me ofrecen para mañana.

Después de la comida estuve reposando un poco mientras escuchaba la radio, aunque ya a las cuatro llegó otra vez mi madre, quien me había acompañado durante la mañana, y será ella quien esté conmigo hasta que llegue mi mujer cuando salga de trabajar y que a su vez se quedará hasta que aparezca mi hermano para la noche. Esto parece una carrera de relevos.

No penséis que os habéis librado de mis historias de juventud, que en cuanto esté de nuevo en casa y tenga algo más de tiempo -y en especial de inspiración- para escribir, volveré a la carga. No sé por qué hoy me acordaba de cuando me regalaron mi primera videoconsola de juegos, una Atari. ¡Aquello era la bomba para aquellos tiempos! He buscado por Internet y he encontrado que aquel modelo era la Atari 2600. Fue la primera videoconsola en utilizar cartuchos de videojuegos y se vendieron de ellas más de cincuenta millones de unidades. Ahora ves aquellos juegos y la verdad que te causan un poco de sonrojo, pero éramos niños y nuestra imaginación suplía con creces la ausencia de calidad y realismo, imposibles por aquel entonces. Por cierto, que no eran ni mucho menos nada baratos los juegos de marras: mil duros que nos costó el juego del Phoenix que después de mucho llorar, conseguimos que mis padres nos compraran. Recuerdo que mis primos tenían otra videoconsola igual en su casa, sólo que ellos, para ir cambiando con nosotros, decidieron añadir a la colección de juegos comunitaria otro mítico título de la época, el Missile Command. Luego no sé quién de los dos compró uno de los pitufos, que tenía mucha gracia, y que ya tenía unos gráficos bastante dignos. Yo creo que si me pongo a pensar seguro que hasta recuerdo aquella musiquilla tan simpática que tenía el juego.

Después de aquella consola Atari, que todavía está por casa, lo siguiente que entró en mi casa fue una SuperNintendo64, así que pensad si pasó tiempo. Y si os digo las veces que jugaría con ella, lo mismo me valen los dedos de la manos. En realidad nunca he sido un gran loco de las videoconsolas de juegos. Hace un año y pico le regalé la Wii a mi mujer, y después de los primeros meses donde sí que jugamos con cierta frecuencia, en especial con el WiiFit ahora la verdad es que lleva bastante tiempo en el dique seco.

Bueno, que os había dicho que otro día os hablaría de mis cosas, y al final me he liado yo mismo. Ahora lo que toca es la merienda que acaba de entrar por la puerta, con unas galletitas de contrabando, y después a pasar lo mejor posible la tarde. Un millón de abrazos… “y mañana más”.

6 comentarios:

  1. Pues en mi casa las consolas son el único uso que tiene la televisión, bueno eso y ver el canal Disney, el Boing y poco más.
    Yo no se lo que es encender la tele para ver nada. Siempre está ocupada por alguien. Por eso mi tele y mi salida al mundo es el ordenador.
    En mi casa hay WII, y se juega bastante, aunque la WiiFit no la tenemos porque pone que se puede romper si se salta sobre ella demasiado fuerte, y eso es muy muy probable que ocurra en mi casa... pero tenemos también la playstation 2 sobre todo para juegos de plataforma que le gustan a mi hijo y para los que nos gustan a nosotras, los Sing it. Mi niña y yo somos felices con un par de micrófonos y cualquier juego de cantar... en fin añade dos nintendo ds, y no quiero pensar en la nueva opción de Microsoft para la XBox, porque cuesta un pastón y me niego. Pero seguro que para dentro de un año caerá algo nuevamente... ES imparable.

    ESpero que la quimio vaya rapidita, la máquina no se encasquille y podáis descansar un poco todos.
    Besotes gordos.

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  2. "Pero éramos niños y nuestra imaginación suplía con creces la ausencia de calidad y realismo". Seguro que esto no se te quitó hasta bien avanzada tu juventud. ;)

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  3. Pues yo todavía conservo el primer espectrum, en el cual se cargaban los juegos con una cinta de cassette, que hacia además un ruido chirriante. Los juegos eran simples, pero en aquella época era la bomba!.
    Espero que pases una noche tranquila.
    Besos

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  4. A mi hermano hubo un año que le trajeron los Reyes un ordenador MSX ¡de 64 Kb! ...una pasada, oye. Los juegos venían en cinta de cassette de toda la vida y tardaban una hora en "cargar". Mis padres se engancharon al Arkanoid y eran terribles los rebotes de mi padre porque siempre ganaba mi madre (de hecho nos ganaba a todos) Un poco como vuestras partidas de parchís...
    A tí te deseo que se te haga corta la estancia en el hospital y que consigas ganar ésta "partida", no tan virtual y sí muy injusta, que te ha tocado jugar.
    Muchos besos,
    Bego.

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  5. Ayyyyyyyyyyyyyy!! creo que el menú te va a defraudar: pero cariño, con les tortilles de las Moreno y el arroz con leche de Marisa, la comparación va a ser terrible!!
    Si yo no mentí cuando dije que a los reyes se les rompía el saco cuando llegaban a vuestra casa...
    Miles de besos

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  6. A ver si pasa la semanina pronto!!! Métete en tu videojuego particular y dale caña a esos bichos malos que se empeñan en habitar contigo!!! No dejes ni uno!!!Caña caña y caña!!!
    Besín :)

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