jueves, 4 de noviembre de 2010

Día XVI

Son casi las siete de la tarde cuando comienzo a escribir este Blog, en este jueves cuatro de noviembre. He tardado tanto porque la verdad es que ha sido, o mejor dicho, está siendo, un día un poco duro.

Para empezar esta mañana como sabíais teníamos cita en el Hospital de Día para hacer un chequeo en profundidad y tratar de detectar de este modo si la fiebre que arrastro desde el martes, puede tener algún origen vírico o bacteriano, o si por el contrario, es consecuencia de la aplasia.

La médico vino a verme antes de empezar con todo lo que íbamos a hacer. Me comentó que en función de lo que pudiéramos ver en los análisis y en la placa que también me harían, determinaríamos si debía quedar otra vez ingresado o podía irme a casa.

Así que empezamos con unos cuantos pinchazos de los que extraer la sangre para los cultivos que se necesitan de cara a ver si hay algún virus por ahí dando la lata. La faena es que son cuatro frasquitos –en realidad son cuatro pares, van dos a dos- para los que es necesario sacar la sangre de distintos puntos. Es decir, que fueron necesarios unos cuatro pinchazos. Por lo menos uno de ellos ya quedó aprovechado para colocarme la vía por la que luego me administrarían todo lo que la médico había prescrito.

Lo de mis brazos empieza a asemejarse a los de un nazareno en plena Penitencia. Las pocas plaquetas que tengo hace que cualquier pinchazo me produzca un moratón bastante feo, con lo que no sé a este paso si me va a quedar sitio para que me sigan pinchando. Los tengo además bastante doloridos y no es un tema que me tenga demasiado tranquilo, sobre todo de cara a futuros ciclos.

Lo primero que me pusieron por la vía fue una bolsa de Paracetamol, para contener las décimas de febrícula que a primera hora de la mañana ya tenía. Sigo de verdad asombrándome cada vez que me toman la temperatura con el dichoso artefacto para niños que te colocan en el oído. No habrá nada más inexacto en el mundo de los termómetros y sin embargo se utiliza absolutamente en todos los hospitales, por la siempre razón de su comodidad. ¡Pero si más cómodo todavía es no tomarla! A parte de la inexactitud en sí misma del aparatejo, luego está la mayor o menor pericia de quien te toma la temperatura. Os aseguro que me han llegado a colocar el termómetro fuera del oído, medir 35 y quedarse tan campantes. ¡Hombre, un poco podían mosquearse, digo yo! Pero eso: que son aparatos que según lo introduzcas o apoyes más o menos dentro del pabellón auditivo, pueden darte medidas con hasta un grado de diferencia. Os juro que no os estoy exagerando ni un ápice.

A continuación del paracetamol, tocaba pasar dos bolsas de antibiótico. En realidad son los mismos que estoy tomando en casa, pero siempre se absorben de forma más eficaz administrados por vía venosa. Justo cuando estaba acabando con el segundo de los antibióticos me bajaron a hacer un par de placas de tórax, que como ya sabéis de otras veces, te realizan siempre que tienes fiebre.

Entre una cosa y la otra serían cerca de las doce y media cuando llegaron las plaquetas y comenzamos con su transfusión. Luego, al acabar ésta, cuando ya tenía la bolsa de sangre correspondiente, llegó la médico para comentarnos que en principio a la vista de todos los análisis y pruebas, no parecía que hubiera nada por lo que preocuparse, más allá de la molestia lógica que me produce la fiebre, pero que podría tener su origen simple y llanamente en la propia aplasia. Todo esto con las lógicas reservas que hay que tener en estos casos. Así que por su parte, y de momento, nos daba vía libre para irnos a casa, pero eso sí, con la condición de volver de nuevo mañana para un nuevo análisis y fundamentalmente, una nueva transfusión de plaquetas. Según me vea decidirá si darme el finde “libre” o si retenerme en el hospital para más transfusiones el sábado y el domingo. Ya veremos.

Cuando llegamos a casa, no sin cierto alivio por no habernos quedado de nuevo alojados en Cabueñes, eran las tres de la tarde. Me puse a comer un buen plato de garbanzos y de segundo di cuenta de un par de hamburguesas de carne elaboradas por mi madre. Tenía mucha hambre porque apenas había desayunado nada. Ya entonces empecé a sentir esos escalofríos que recorren mi cuerpo en cuanto la fiebre quiere hacer acto de presencia. Me fastidiaba bastante porque no hacía ni cuatro horas que me habían puesto el paracetamol y eso era demasiado pronto como plantearse siquiera tomar otro. Lo mínimo son seis horas entre dos dosis.

Así que acabé de comer y me fui a tumbar al sofá para ver si se me pasaba un poco, pero lejos de eso, fue yendo a más. Realmente son momentos en los que te sientes muy cabreado y con ganas de desahogarte con lo que sea: ¡por qué narices no puedo estar ni ocho míseras horas tranquilo! Pues no hay manera. Aguanté la fiebre como pude, más por el cansancio acumulado que por otra cosa, hasta que a las cinco pude tomar un nuevo paracetamol.

Me quedé entonces adormilado, esperando que al despertar hubiera hecho efecto. No dormiría ni una hora, pero al menos sí que desperté ya sin los dichosos escalofríos. A estas horas que os escribo noto que aún tengo fiebre, pero al menos puedo moverme y como veis hasta ponerme delante del ordenador. Eso sí, tengo una cantidad de mails que van a tener que esperar un poco para que los vaya respondiendo. Sólo espero aguantar en este estado por lo menos hasta la hora de la cena, después de la cual, me tomaré un nuevo chute para intentar pasar la noche lo mejor posible.

Así que ya veis qué día más “fabuloso” he tenido. Y por mucho que haya tenido unos cuantos de éstos, en especial en los últimos días, uno no acaba de acostumbrarse; ni se hace más duro, ni nada de eso. Hay que pasarlos y punto.

En fin, que lo único que puedo pedir en estas circunstancias es que no vaya a peor y que mañana, después de pasar por el Hospital de Día, me vuelva para casita y luego ya nos apañaremos con la fiebre el fin de semana. Mucho mejor si desaparece, claro.

Bueno, por hoy os dejo, que ya es tarde. Un fuerte abrazo para todos y lo dicho… “y mañana más”.

6 comentarios:

  1. Pues no, a vivir enfermo no se acostumbra nadie. La cosa está clara. La fiebre es una putada. Y perdón por ser tan clara. Estar enfermo es una putada, y lo único que se desea es que pase de una puñetera vez, y encontrarse mejor. Y cuando te encuentras mejor, sientes ese alivio... qué gusto por favor, un rato tranquilo. Ojalá mañana sea un día menos mierdoso que hoy, y que pases buena noche. Es que ya no se pide nada más que una pequeña tregua para por lo menos descansar... Lo de tus brazos debe ser muy gore, pero en finsss por ahí entra tu medicina así que habra que aguantar morados... Besos mi valiente. No se de dónde sacas fuerza para sentarte en el ordenador y escribir. Pero aquí estamos como siempre incondicionales con vosotros. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. no te bajes... aguanta el tiron campeonazo

    ResponderEliminar
  3. Hoy fue un día malo, pero ya pasó; y vamos a por mañana con fuerza y pensando que va a ser mucho mejor que este. Tiene que serlo.

    Miles de besos cariño

    ResponderEliminar
  4. Un abrazo muy grande Filipo,de parte de todos.

    ResponderEliminar
  5. Vaya Fi, como siento que no tengas ni un momentín de descanso, tiene que ser agotador, bueno sólo pensar que la semana se está acabando y tu dia a dia superando todos los tropiezos que te ponen en el camino, estoy segura que el finde lo pasarás en casa viéndolo llover otra vez :) ..en casa aunque estés malín todo se ve de otra forma y se está infinitamente mejor..un besín muy fuerte a los dos.

    ResponderEliminar
  6. Vamos Fili...Aplasia y fiebre van de la mano...Todo parece que es lo normal, lo que se espera del tratamiento...No hay 'bichos raros', y eso es buena noticia...Son unos días, en los que como te decía ayer se necesita paciencia, paciencia y tu fuerza!! Ojalá mañana sea mucho mejor!!!!! Pensemos que sí!!
    Besínnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn

    ResponderEliminar