martes, 23 de noviembre de 2010

Día XXXV

Son las cuatro y media de la tarde cuando comienzo a escribir el Blog en este martes veintitrés de noviembre. Hoy el día en lo climatológico ha sido bastante variable: estamos teniendo en general bastante día nublado, donde ha caído algo de lluvia, pero donde también el sol se ha dejado entrever a ratos. Día otoñal donde los haya por tanto.

Anoche pasé mi primera noche de ingreso en el hospital. Al final, dado que sólo era para comenzar a hidratarme con suero, decidimos que nadie se quedara a dormir conmigo. Bastante es que tenga que aguantar yo las noches interminables de hospital, con gente entrando y saliendo cada poco, para que tenga que estar alguien conmigo sin necesidad. Hoy como hemos comenzado ya con la quimio, y por si pudiera sentirme mal por la noche o necesitara de cualquier ayuda adicional, será mi hermano quien pase por esta "maravillosa" experiencia. Pero bueno, él es un poco como yo, que se despierta con la misma facilidad con la que se vuelve a dormir. Si no aquí te volverías loco.

Así que ayer después de cenar ya en el hospital, mi mujer se despidió de mí para ir a casa a hacer lo propio, y me quedé entonces viendo tranquilamente el partido de tenis que jugaban Nadal y Roddick. Un partido bastante entretenido y que me tuvo enganchado desde las nueve que comenzó hasta pasadas las once y media, que fue cuando por fin Nadal pudo imponerse después de tres sets al norteamericano. Aun así, todavía estuve leyendo media horita antes de apagar la luz. De todos modos a la una iban a entrar ya por primera vez a cambiarme el suero, así que no tenía excesiva prisa por dormirme.

A partir de esa hora como digo, más o menos cada dos horas entraron a cambiar algo. Y a las cinco y cuarto de la mañana vinieron a hacerme la analítica. Ahora entiendo cómo se sienten los ciclistas cuando los despiertan a esas horas para un control antidoping. Lo que sí es cierto es que estás tan dormido que el pinchazo apenas si lo sientes.

A las siete luego empieza toda la parafernalia de medir la tensión, temperatura, etc., etc. A las ocho para mi sorpresa vinieron ya con la intención de cambiarme la cama –normalmente suelen venir bastante más tarde- y a las ocho y cuarto tenía el desayuno delante de las narices. Nada más acabarlo decidí echarme otro ratito a ver si conseguía recuperar algo de sueño antes de comenzar con el tratamiento. Apenas conseguí quedarme adormilado porque sobre las nueve y media llegó mi madre para hacerme compañía durante la mañana. Aproveché entonces para caminar algo por la habitación, con mi palo de peregrino a cuestas, ese compañero inseperable que me sigue allá donde voy.

La médico llegaría a verme sobre las once para comentarme que según los análisis sigue todo más o menos estable, aunque es cierto que las defensas han subido, algo por otra parte lógico habida cuenta de las inyecciones de Neupogen que habíamos puesto los últimos cinco días. Pero bueno, la verdad es que después de no transfundir ni hematíes ni plaquetas desde el jueves pasados, estar igual creo que hasta lo podemos considerar como una buena noticia. Mejor ver siempre la botella medio llena, ¿no?

Hacia mediodía llegó la enfermera encargada de colocarme toda la parafernalia para el tratamiento. Son dos máquinas de quimio las que tengo conectadas pues son dos los medicamentos que de forma simultánea me administran. Una la tengo enchufada durante tres horas, para lo cual hemos tenido que coger una nueva vía, mientras que la otra es que la que tendré de continuo las próximas setenta y dos horas. Un poco rollo pero es lo que toca.

La comida dentro de lo que cabe no estuvo mal: fabada con almejas –dos concretamente, y claramente identificadas- y de segundo carne guisada con zanahoria y cebolla de guarnición. Ha tenido gracia que esta tarde han venido a preguntarme el menú que quería para mañana. Te dan dos opciones para cada plato y eliges según tu gusto. Ni en un restaurante de tres estrellas…

Después de comer estuve escuchando la radio y entonces sí conseguí dormir unos veinte minutillos interrumpidos por la alarma de una de las máquinas que en ese momento por lo que fuera, dio error. Es algo que suele pasar con relativa frecuencia, y os podéis imaginar la gracia que te hace cuando esto ocurre a altas horas de la madrugada cuando estás en el mejor de tus sueños.

Hace nada que ha finalizado la bolsa de las tres horas, así que por lo menos me han desenchufado una de las máquinas y vuelvo a estar unido a un único palo, y no a dos como antes, con lo que ya puedo moverme otra vez libremente por la habitación, o al menos, mientras dure la batería que lleva la otra máquina, y que le permite estar desenchufada unas dos horas más o menos.

Como veis, resulta todo un poco engorroso pero te acabas acostumbrando. Son tres días de sueros, quimio y cables, pero luego si todo va bien, te puedes ir para tu casa tranquilo, y sobre todo, con la sensación de que has cubierto un nuevo paso.

Para lo que queda de tarde intentaré distraerme a base de ver un poco de tenis –ahora mismo Federer está barriendo a Murray-, merendar, caminar un poco más, jugar con el ipad, internetar, ver con mi hermano el partido del Madrid contra el Ajax y leer unos cuantos capítulos más del libro que empecé el otro día, el de La Traición de Roma. Así que casi que no voy a tener tiempo para hacer tantas cosas.

Bueno, vamos a ver cómo toleramos este primer día de quimio, que de momento podemos decir que va bien. Un montón de abrazos para todos… “y mañana más”.

3 comentarios:

  1. Hola Fili: Buenas noticias. Todo va como estaba previsto. Poco a poco. A ver si el Ajax le baja un poco los humos al R. Madrid... Fabada con almejas, para que luego digas de la comida del hospital, menos mal que había 2, ja, ja. Fili Peregrino, no decaigas en la lucha. Vas por el buen camino. HONOR Y FUERZA

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  2. ANIMO FI QUE TU PUEDES CON UN PALO CON DOS Y CON TRES SI HACE FALTA... LA BOTELLA SIEMPRE MEDIO LLENA Y PARA ATRAS NI PARA COGER IMPULSO... SALUDOS A PAU QUE ESTA HECHO UN VALIENTE ¿QUIEN LO DIRIA? UN ABRAZO

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  3. Animo Fili. Cuando acabes con el libro y para no cambiar de tema sigue con "El primer hombre de Roma" de Colleen McCullough si no lo has leido. Es una serie de siete libros, cinco mil páginas para estar entretenido. Cuando acabes con ellas seguro que ya estarás perfecto y te habrá pasado este mal trago en un abrir y cerrar de ojos. Tú puedes.

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