viernes, 12 de noviembre de 2010

Día XXIV

Son las cinco menos cuarto cuando comienzo a escribir el Blog, en este viernes doce de noviembre. Llevamos un día soleado con una temperatura de lo más agradable que contrasta con el inicio de la semana; y es que hemos vuelto a tener nada menos que veinte grados al mediodía. No me extraña que luego la gente coja los catarros que coge. Con este tiempo es imposible no hacerlo. Mañana por si alguno se ha librado de ellos volveremos a tener lluvias, que continuarán el domingo con un nuevo bajón en el termómetro. De locos.

Esta noche he dormido regular. Parece que es una constante las noches anteriores a tener que visitar el hospital. Despierto un montón de veces y no consigo así dormir del tirón más de una hora y media seguida. Eso luego lo noto durante el día, al andar un poco más bajo de lo normal. Menos mal que una parte de las fuerzas las recupero con una buena siesta, como la que acabo hace nada de regalar a mi cansado cuerpo. La única parte negativa de dormir la siesta es que me levantó siempre de mal humor y con pocas ganas de hablar. Es curioso porque por las mañanas, aunque haya dormido mal, me pasa justo todo lo contrario: me levanto de lo más hablador y casi siempre de muy buen humor y con ganas de comerme el mundo.

Esta mañana subimos al hospital a primera hora para un nuevo control. Eso supuso que como siempre, a las siete y media ya estuviéramos en pie. Mi padre nos sube en coche a mi mujer y a mí y luego él se va a la espera de que le llamemos al acabar para pasar a recogernos. Hoy la estancia en el Hospital del Día fue afortunadamente algo más corta, de modo que a las doce y cuarto estábamos tranquilamente de vuelta en casa.

La analítica sigue mostrando que las defensas, aunque de forma moderada, continúan con su ascenso. Como ya os he comentado en más de una ocasión, parece que este aspecto de la analítica en realidad es al que más atención prestan los médicos y al que más importancia dan, de modo que por el momento están tranquilos al ver cómo mis neutrófilos van progresando. Esto indica que la médula está trabajando y que es capaz de producir defensas por sí misma. Por otra parte, aunque mi nivel de hematíes era aceptable, la hematólogo decidió igualmente añadir una bolsa de sangre a la habitual de plaquetas. Así estaré con "gasolina" recién puesta para tirar sin problemas el fin de semana. Luego el lunes, día en el que tengo que volver, veremos cómo ando. Estaremos entonces en el inicio de la cuarta semana del primer ciclo, y si todo sigue en la misma dirección, es probable que sea la que marque el final del mismo y comencemos a prepararnos para el segundo. No hay que dar tregua a la enfermedad.

En casa de mis padres me encuentro como podéis imaginar muy bien atendido. De hecho diría que no podría estar mejor cuidado. Sin embargo mi intención es al menos pasar los últimos días del ciclo en mi casa. Necesito precisamente un poco más de tranquilidad para prepararme para un nuevo ingreso en el hospital ya que como ocurrió en el primero, tendré que estar unos cuantos días seguidos sometido al tratamiento con la quimio. Luego probablemente tenga que volver a casa de mis padres si mis fuerzas me impiden poder subir las escaleras de mi piso. Eso lo veremos sobre la marcha.

Hablando de coger fuerzas, esta mañana al volver del hospital he dado otro paseo por mi circuito casero. Si ayer fueron veinticinco vueltas hoy he llegado a las treinta para un total de dieciocho minutos. No está mal; supongo que el estado de la pista y el haber puesto las zapatillas con las suelas blandas ha hecho que mejorara mis tiempos de ayer.

Y es que ya estoy -como les ocurrirá a muchos- en clave de F1 ante el fin de semana apoteósico que nos espera por delante. De hecho esta misma mañana en el hospital estuve viendo los primeros libres; los segundos los seguí en casa. Por lo visto hoy en la pista del Yas Marina Circuit de Abu Dhabi, en el duelo esperando entre los dos RedBull y Alonso con su Ferrari, los McLaren podrían interponerse de por medio. Es algo que no me gusta porque sin duda al haber más competencia, resultará más complicado el que Alonso alcance ese segundo puesto que como mínimo necesita para asegurar el título sin tener que mirar cómo quedan el resto de rivales al mismo. Mañana en la clasificación, a las dos de la tarde, se jugarán gran parte de las cartas de cara a la carrera del domingo, puesto que como en la mayoría de los circuitos, las posibilidades de adelantamiento son bastante limitadas. No obstante, tampoco debemos olvidar el hecho de que en los últimos años, siempre que un campeonato se ha decidido en la última carrera, con varios aspirantes de por medio, hemos asistido a auténticos golpes de escena que han dado a unos y quitado a otros. De verdad que la carrera del domingo puede ser de las que haga historia.

Hoy no puedo dejar tampoco de acordarme que tenía una cita con la que por desgracia no voy a poder cumplir. Una despedida de soltero con mis mejores amigos, con mi pandilla, uno de los cuales se nos casa en diciembre. Que nadie se imagine la típica despedida de solteros, que nosotros somos muy tranquilos, pero tampoco voy a desvelar los detalles previstos para esta noche, no vaya a ser que el novio lea esto antes de irse a la fiesta y le chafe la sorpresa. Peor que perderme la despedida de hoy, será el tener que perderme también la boda, pero sé que es inútil lamentarse por algo que no está en tu mano cambiar. Te desgasta en tu interior y no aporta nada positivo.

Cambiando de tema, y volviendo a los deportes, ayer en una noche lamentable, el Sporting cayó en su eliminatoria de la Copa del Rey que le enfrentaba al Mallorca. Es triste ver a un equipo que sale al campo sin la actitud mínima que un partido como el de ayer exigía. Si algo se puede disculpar es la falta de aptitud, más que evidente en muchos de nuestros jugadores como anoche volvió a demostrarse, pero lo que no puede tolerarse en modo alguno es que falle también la actitud, pues entonces el fracaso está asegurado. Y aquí el entrenador tiene gran parte de culpa.

Recuerdo hace muchos años cuando acudía al fondo Este de El Molinón dos horas antes de que se iniciara el partido para poder coger sitio delante de una de las barandillas que había dispersas por el graderío, que era todo de pie, y poder así ver el encuentro mucho más cómodo. Tenía nueve años e iba al estadio acompañado de mi padrino. Todavía tengo guardado ese primer carnet, que era de aquellos de papel acartonado en los que con un perforador a la entrada te iban tickando los partidos a los que ibas acudiendo.

No he podido después de nuestra debacle de ayer, recordar un partido, también de Copa, en este caso frente al Valencia, en el que teníamos igualmente que remontar el uno a cero con el que habíamos caído en la ida. Era la temporada 81/82. La noche era de perros, llovía a mares y en aquella grada todos estábamos calados hasta los huesos. La cosa se puso realmente mal cuando a los pocos minutos el Valencia se adelantó en el marcador. Necesitábamos así dos goles para igualar la eliminatoria –por aquel entonces no existía en Copa lo del valor doble del gol conseguido en campo contrario en caso de empate-. Sin embargo aquel equipo rojiblanco, aun sin Quini, ya traspasado al Barcelona, seguía siendo un equipo con enorme calidad pero sobre todo con un corazón y una fe capaz de lograr lo imposible. Comenzaron así a llegar los goles: uno, dos, tres… La lluvia que seguía cayendo dejó de importarnos porque en el campo estábamos asistiendo también a una lluvia, pero de goles. Nada menos que seis fue los que en esa noche mágica el Sporting le endosó al Valencia, logrando de este modo la clasificación para los octavos de final. Fue un año a la postre en el que por segunda vez lograríamos alcanzar la final, en la que habíamos caído un año antes frente al Barcelona, y en la que por desgracia volvimos a caer frente al Madrid. Quizás el actual entrenador del Sporting desprecie la Copa, pero debería escuchar el sentir de una afición para la que esta competición guarda muy gratos recuerdos, y a la que se ha visto obligada a renunciar desde la llegada del cántabro año tras año.

Bueno, se me olvidaba comentaros antes de acabar que sigo sin fiebre, que no sólo os voy a hablar de ella cuando se porta mal conmigo. Es verdad que he tenido unas décimas esta mañana pero de nuevo el corticoide tomado con el desayuno ha actuado rápidamente. Así que nada, esperemos que sea la tónica de los próximos días. Y ahora sí me despido de vosotros: un fuerte abrazo a todos, buen fin de semana… “y mañana más”.

1 comentario:

  1. Hola Fili: Caramba... Seis goles al Valencia... Pues la verdad, o no me acuerdo, o no quiero acordarme. Pero al menos uno de los dos equipos llegó a la final. Me alegra que sigas sin fiebre.
    HONOR Y FUERZA

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