martes, 22 de febrero de 2011

Día CXXVI

Son las cuatro y media pasadas de este martes veintidós de febrero cuando comienzo a escribir el Blog. Seguimos al igual que ayer con un tiempo bastante desapacible y lluvioso aunque todo debería cambiar según las previsiones gracias a un anticiclón que mañana comenzará a dejarse caer por estos lares, aunque su efecto será más notable el jueves.

El día está transcurriendo con tranquilidad, sin nada relevante que contaros. Es lo que tienen estos días sin visita de por medio al hospital. He aprovechado la mañana para hacer un poco de ejercicio en la cinta mientras veía uno de esos documentales sobre animales que tanto me gustan. El de hoy iba concretamente sobre la vida de los canguros, unos bichos que creo que en la mayoría de las personas despierta profunda simpatía. El dato que más poderosamente me llamó la atención fue la población que existe de estos animales: se habla de unos cincuenta millones –algunas cifras los sitúan en sesenta-, es decir, que en Australia prácticamente hay tres canguros por cada persona. Con semejante superpoblación no es de extrañar que en ocasiones surjan los habituales conflictos entre personas y animales.

Cambiando de tema, el otro día –y no sé ni yo mismo por qué narices se me ha venido esto a la cabeza- leí un artículo de esos que únicamente lees, uno, si estás verdaderamente aburrido, dos, si eres un raro al que le gustan esos temas en particular, o tres, si te encuentras sentado en el baño. Dejando al lector con la intriga sobre en qué supuesto me hallo o hallaba, vamos a lo que iba: el artículo trataba sobre que se habría añadido un nuevo signo zodiacal a los doce que conocemos. Su nombre, Ofiuco. ¿Cómo podía ser esto posible? Sería algo así como si de repente quisieran colarnos otro mes en el año; si al menos fuera de vacaciones... Pero en realidad no es así, porque según se podía leer en el artículo fue en el año 1440 cuando el papa Gregoriano –¡con la Iglesia hemos topado!- cambió de calendario lunar a solar y estableció doce signos y doce apóstoles, ya que hasta la fecha, habían sido precisamente trece los signos del zodiaco, incluyendo al luego desterrado Ofiuco. Si dividimos los 365 días del año entre los 28 días de cada ciclo lunar está clara la cuenta. Así que la moraleja a todo este cuento chino (¿o tal vez no?) que os he contado es que a quienes os dé por leer el horóscopo cada día –conozco gente que lo hace- que sepáis que puede que estéis leyendo el que no os corresponde.

Volviendo a poner los pies en la tierra y dejando los astros en su sitio, mañana toca tratamiento. Tengo especial interés por ver si mis defensas han resistido en número o si por el contrario han descendido aún más. Probablemente tengamos además los resultados de la ecografía lo que podría darnos algún dato sobre el estado de la enfermedad. Pienso sinceramente que debería estar al menos controlada a tenor de la ausencia de síntomas durante estos últimos meses. Pero también sé que eso no es suficiente. Necesitamos eliminarla para que de este modo podamos dar el paso definitivo hacia la curación que no es otro que el del trasplante alogénico.

Hablando del trasplante, hoy me he enterado que el próximo mes participará en un Chat del diario El Comercio, Juan Carlos Vallejo, Jefe de Sección del Servicio de Hematología y Director del Programa de Trasplante Hematopoyético de Asturias. Tuve la oportunidad de conocerlo en persona durante mi estancia en el HUCA con motivo de mi trasplante, y sólo puedo tener palabras de agradecimiento y reconocimiento por su trato y profesionalidad, así como constatar el gran equipo que existe en Asturias para este tipo de tratamiento, donde hace no mucho apenas éramos nadie a nivel nacional y donde ahora mismo, podemos decir que somos incluso pioneros en algunos casos. Me alegra además el que los medios se hagan eco de personalidades que de verdad aportan algo a la sociedad y que por una vez no recurran al famoseo para satisfacer el supuesto interés general.

En fin, que nada más por hoy. Me despido mientras saboreo un té –al limón, como a mí me gusta- al tiempo que escucho a Spandau Ballet. En el fondo sigo anclado en los ochenta; lo sé: no tengo remedio. Un fuerte abrazo … ”y mañana más”.

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