miércoles, 27 de octubre de 2010

Día VIII

Son las cinco de la tarde cuando comienzo a escribir el Blog, en este miércoles veintisiete de octubre. Y lo hago desde la habitación donde tantas horas pasé estudiando años atrás. Bueno, bien pasado creo que podía haber estudiado unas cuantas más y haber dedicado menos a mis fantasías y sueños. Lo cierto es que os escribo desde la casa de mis padres donde pasaré unos días mientras me recupero un poco. El hecho de no tener ascensor en mi casa nos ha hecho ser precavidos porque las últimas veces que había tenido que subir por ellas –y eso que únicamente es un tercero- me fatigaba enormemente. Así que veremos qué tal paso estos próximos días y luego ya decidiremos. De momento, ¡qué mejor sitio para estar que en casa de tus padres! Lo malo es que aquí sí que tengo recuerdos para dar y tomar, así que no os vais a poder librar de mis historietas de cuasi cuarentón. Con deciros que delante de mis narices tengo mi orla de la promoción del 89/90 del Codema. ¡Vaya caretos!

Vamos por partes: esta mañana la médico nos confirmó que lo mejor dado ya mi estado, y sobre todo teniendo en cuenta la fase de aplasia en la que entraré, era que dejara el hospital. En casa estaré mucho más protegido, pero eso sí, me advirtió de extremar todas las precauciones, por lo que no podré recibir visita alguna. Habrá que vigilar que no sufra sangrados y estar atentos a que no me suba la fiebre. Y ante cualquier síntoma extraño tocaría coger el petate e irse al hospital. Pero vamos a ser positivos y pensar que todo irá bien. Si es así -que será-, la primera cita la tengo para este mismo viernes en el Hospital de Día para que me infundan plaquetas y hematíes con el fin de mantener estables los valores sanguíneos. Será todo lo rápido que pueda ser para no tenerme por ahí deambulando mucho rato. Aprovecharán por supuesto para hacerme la correspondiente analítica y valorar de paso si procediera administrarme alguna dosis extra de defensas en forma de inyección de Neupogen o Neulasta. Luego no debería volver hasta el martes siguiente. Así que ese es el planning: que pasen los días e ir cumpliendo los pasos a recorrer.

Para ver luego en realidad si el tratamiento está funcionando o no habrá que esperar probablemente un par de semanas, y sería entonces cuando entraran a valorar la fecha para el segundo chute de quimio. Ahí dependerá todo de cómo mi cuerpo haya reaccionado y asimilado este primer envite y de si está listo o no para otro arreón. Si por mí fuera no esperaría ni un día más de lo preciso, pero sé que estas cosas no son como uno quiere. Lo importante es que esta vez sea la buena y lo que toca ahora en primer lugar es cargar de nuevo mis pilas de la paciencia y aprender a ver cada día como un pequeño éxito hacia el objetivo. Mirar más allá no hace sino llenarme de frustración y ansiedad.

Os hablaba al principio de la habitación donde os escribo. No sé ni las horas que pasaríamos mi hermano y yo jugando en ella de niños -y no tan niños- al Scalextric. Que llegaran las vacaciones de Navidad por ejemplo, era sinónimo de poner a montarnos aquellos circuitos que inventábamos, uno nuevo cada día. Porque el Scalextric –sin duda mi juego favorito de la infancia- comenzaba así: por un pequeño circuito circular que un día te regalaban tus padres, pero al que luego casi a cuentagotas, ibas añadiendo unas rectas, unas curvas, una chicane, un nuevo puente,,, nuevos coches. ¡Hasta un cuentavueltas mecánico rojo que a los dos días ya fallaba! Y así hasta que cuando te dabas cuentas no te cogía todo aquello en la habitación. Mi hermano y no nos dedicábamos por supuesto también a armar y desarmar coches, a cambiar escobillas, intercambiar motores, poner o quitar ruedas… Y por si todo esto fuera poco todavía se nos unían muchas veces nuestros primos que venían con su coche recién comprado o con más utensilios para pasar con nosotros la tarde. No sé, lo mismo un día le echo un vistazo al viejo Scalextric, aunque me imagino cómo estará. ¡Quién sabe! Igual me da una sorpresa y funciona. Ya se sabe que como los juguetes de antes ninguno.

Bueno, que me toca la merienda. Es una de esas pocas cosas buenas que tienen los hospitales, así que habrá que mantenerla.

Hoy no tengo la hermosa vista de Cabueñes, pero sin duda me encuentro igualmente mucho más feliz y tranquilo en mi habitación de siempre. Un fuerte abrazo a todos… “y mañana más”.

3 comentarios:

  1. El Scalextric!!! Cómo molaba!! :) Yo no lo tuve, pero tenía el 'mi bebé' y 'la Rosaura' :P
    Los que sí lo tenían eran los vecinos del 6º, y cuando nos dejaban subir a jugar me acuerdo que yo siempre pasaba los límites de velocidad :) El coche aquel acababa siempre rodando por el suelo...Yo creo que aquel peralte no estaba bien diseñado, porque yo conducía muy bien :D

    Besinos Fili. Me alegro que estés en casa :)

    ResponderEliminar
  2. Yo jamás tuve scalextric, y quien más se frustró por ello fue mi padre por supuesto. Yo era una niña muy cursi y ejercía bastante de niña. Los coches no me interesaron salvo cuando pude subirme en ellos con los chicos :), y la verdad, si me lleva mi chico de ahora lo prefiero a conducir yo. A lo que iba que me pierdo... Mi padre que se había quedado frustrado, le regaló un scalextric a mi hijo Diego. Tamaño mini (los hay ahora más pequeños, adaptados a las minúsculas casas en las que vivimos). Mi hijo lo abrió con mucha ilusión, pero... qué desastre. Aquello efectivamente se salía, se golpeaba, las escobillas fallaban, el mando estaba loco... y ¿sabes qué ocurrió? que mi hijo me dijo que prefería jugar al Mario Car WII con su mando circular, que no falla nunca, y puedes estar sentado en el sofá, en vez de tirado en el suelo. Asi que tengo el Scalextric cogiendo polvo sobre el armario. Yo creo que los mejores juguetes no son los de antes, sino los que disfrutas de niño :)
    Espero que descanses mucho en tu habitación "de soltero" como dicen por aquí en Málaga. Al menos tus padres la mantienen, los mios la desmantelaron a los dos meses de emanciparme jajajajajaja... En esa orla me temo que voy a estar yo, qué pintes rediós!!! Besines.

    ResponderEliminar
  3. seguro que la merienda de hoy no son unas tristes galletucas, a que no!
    Mira que era yo chiquitina y me acuerdo de aquel circuito que montábais. Ocupaba todo el suelo de la habitación. Es que yo creo que no hubo niños que tuvieran tantos juguetes como vosotros; mira que mi hermanita y yo éramos buenas, pero a esos Reyes de Oriente no sé porqué en el 4ºC se les rompía el saco y dejaban y dejaban cosas.
    Animo cariño, que en casa vas a estar muy bien ya verás.
    Miles de besinos

    ResponderEliminar