sábado, 23 de octubre de 2010

Día IV

Son las cinco y cuarto de la tarde de este sábado veintitrés de octubre cuando comienzo a escribir el Blog. Hoy las cosas están yendo mejor que ayer en lo que a horarios se refiere, y de esta forma, al menos ya tengo una mano libre de goteros –la izquierda-, mientras que mantengo la derecha como de costumbre unida a la quimio a través del palo de peregrino con el comparto vida, y que más bien parece un árbol de Navidad dada la cantidad de frascos –hasta seis- que a veces cuelgan de él. Si se mantiene el programa establecido mañana únicamente tendría una sesión de quimio con lo que acabaríamos este primer ciclo. A partir de ahí tocaría esperar la evolución del tratamiento y reponerse de la mejor forma posible a la espera del segundo que podría ser en unas cuatro semanas.

Mi estado de ánimo sigue asemejándose al de una noria, aunque intento por todos los medios estar el mayor tiempo posible en lo más alto; pero inevitablemente son muchas horas las que pasas metido en esta habitación y creo que es lógico que haya momentos no tan buenos. Esta mañana ha pasado la médico de guardia, a la que ya conocía de cuando me tocaba venir al Hospital de Día en Cabueñes, y me ha dado muchos ánimos. Además me ha transmitido todo el cariño de parte del servicio de la Unidad de Trasplantes de Oviedo, con los que ayer mismo mantuvo una conversación al llamarles éstos para interesarse por mi estado. Sé que están muy pendientes de mí y eso me tranquiliza y me da fuerza para seguir luchando. Desgraciadamente –o a veces quién sabe si afortunadamente- aunque la medicina no es una ciencia exacta, la Dra. que llevó todo mi trasplante y posteriores revisiones, se muestra convencida de que a pesar de las dificultades podemos lograrlo.

Estos días en los que lo que sobran son las horas para pensar de todo, volvía a mi cabeza una vieja teoría mía, que no llega ni a rango de filosofía, con la que en alguna ocasión he atormentado a quienes han tenido que padecer el escucharla, normalmente eso sí, mitigados en parte sus efectos dañinos para la mente gracias a la ingesta de unas buenas pintas de cerveza. Intentaré ahora aprovecharme de vuestra compasión para en cuatro líneas explicaros en qué consiste mi teoría de los eslabones, que es como la denomino. En realidad podía haberla llamado de cualquier otro modo. Y que me disculpen quienes ya la conocen, y más aún quienes a partir de ahora formarán parte de este sufrido club.

En realidad todo parte de una premisa -que lo mismo no es cierta y me hunde todo el cotarro pero aceptémosla igualmente-: cada uno de nosotros estuvimos de algún modo u otro en el primer instante de vida humana que hubo en este planeta. Fácil de entender, ¿no? Según mi punto de vista no somos más que un eslabón en una cadena que desde ese instante se fue generando -en realidad fueron millones de cadenas distintas- y que por una serie de casualidades nunca ha llegado a romperse. Si por ejemplo mi antepasado prehistórico que gustaba de salir a cazar con los amigotes en las noches de luna llena, se hubiera despeñado por cualquier acantilado antes de tener a su prole -en concreto al miembro que habría de continuar con mi cadena-, a estas horas yo no estaría aquí sentado escribiendo estos disparates. O si a mi no sé cuántas veces tatarabuelo romano, metido en guerras todo el día contra quien hiciera falta, lo hubiera mandado al limbo un resfríado en plena campaña por las Galias antes de perpetuar su estirpe, otro tanto podríamos decir. Y así una y otra vez durante cientos y cientos de generaciones en los que la cadena pudo llegar a estar tirante, a punto de romperse, pero nunca acabó por ceder. Sería fantástico tener esa máquina del tiempo con la que todos en alguna ocasión hemos soñado para ver una a una todas esas vicisitudes en las que por puro azar la cadena no llegó a quebrarse.

¿Que a qué viene esta tontería de los eslabones? ¡Qué sé yo! Supongo que será tanta medicación. Pero lo cierto es que me he planteado un objetivo por encima de todos: que no seré yo el último eslabón de mi particular cadena. Así que para lograrlo ya sabemos qué toca.

Mañana de verdad que os prometo que si la quimio lo permite, volvemos a mis recuerdos, tal vez con alguna historieta de la universidad, como cuando me dedicaba a escribir de pe a pa la revista que luego vendía para sacar unas pelillas. O del colegio cuando fuimos la primera clase mixta en una edad tan “apropiada” para ello como Primero de BUP. O mis andanzas por el barrio de El Coto con la cárcel y el cuartel en pleno apogeo. Treinta y ocho años dan para muchas historias. Y tenemos mucho tiempo por delante.

Disfrutad de este fin de semana y a ver si nos llevamos alguna alegría con el Sporting y con Ferrari. Como siempre os envío un fuerte abrazo a todos y con la certeza de que … “y mañana más”.

7 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo Fi!yo también lo había pensado, si ya la vida en este planeta supone un sin fin de casualidades imagínate que nuestros antepasados hayan sobrevivido a guerras, pestes, acusaciones de brujería y demás...somos realmente afortunados :)...
    Un besín muy fuerte.

    ResponderEliminar
  2. Por supuesto que no serás último eslabón, así que agarra a Mo por banda, jeje. Mucho ánimo a los dos!

    ResponderEliminar
  3. Hola Fi!!
    Yo nunca había pensado en los eslabones :)...En cambio siempre pienso en la cantidad de casos que desafían los pronosticos...Yo te mando un superbeso a ti y otro a la doctora de transplantes de Oviedo! Estoy con ella!!!!!!

    ResponderEliminar
  4. lo de la teoria de los eslabones es muy de santa ana a las 6 de la mañana, ja,ja,ja, pero bueno estamos muy contentos de que estes un poco mas animado y esperamos nuevas teorias sorprendentes. BSSSSSSSS

    ResponderEliminar
  5. Estoy de acuerdo con la doctora, convencida de que lo conseguirás! Es evidente que tus antepasados te han transmitido fuerza y coraje!
    Un beso muy fuerte.

    ResponderEliminar
  6. jajajajaajaj, menuda teoría!!!!! Pues mira si es extraña que si hacemos caso a otras teorías mi hija tiene sangre Neanthertal, y según otras es un ser de otro planeta que ha venido a salvar a la humanidad... en fins... debe ser la medicación.
    Yo comprendo que tengas ganas de tomar a tu mujer por banda y hacerle un hijo como Dios manda, sin goteros ni molestias físicas, jejeejeje, pero no pongas excusas de eslabones perdidos que lo que te pasa es lo de toda la vida... un hombre solo en una habitación pensando en lo único jijijiji ;-) Me has hecho reir y mucho. Un beso. NO se si quiero que sigas escribiendo, me ha dado miedo eso de tus recuerdos de 1 de BUP primer clase mixta... ¿y si nos saltamos esa parte? No se si voy a poder soportarlo otra vez, fue bastante duro ver a todo un colegio de chicos/hombres rodeándonos como si deseárais comernos en mitad del patio el primer día de curso.Al menos para mi no fue precisamente alagador... ainssss

    ResponderEliminar
  7. ¿Y yo supuestamente conozco tu teoría de los "eslabones"? 1ª noticia. Pero es interesante!
    Animo!
    1 besazo.

    ResponderEliminar