jueves, 21 de octubre de 2010

Día II

Son las cinco menos cuarto de este jueves veintiuno de octubre cuando comienzo a escribir el Blog. En breve, sobre las cinco, me traerán la merienda como todos los días. No es que tenga mucha hambre porque hoy he comido algo tarde ya que tenía que esperar a que se acabara uno de los medicamentos de quimio que me infunden, el que dura dos horas, para poder al menos tener un brazo un poco liberado y comer de este modo un poco más a gusto. De todos modos la merienda no es que sea para tirar voladores, que seguro que la conocéis de alguna visita al hospital: un café o té según se escoja y un paquete de galletas tostadas. Yo en cualquier caso tengo por ahí escondido para estados de emergencia “complementos vitamínicos” en forma de napolitanas rellenas de chocolate y alguna que otra barrita de muesli, que no es plan tampoco de pasar hambre.

Hoy he leído en la prensa regional que una de las compañías que operan en nuestro ya de por sí mal comunicado aeropuerto, ha decidido eliminar alguna de sus conexiones directas, entre ellas la que unía Asturias con Bruselas, algo que me irrita muy especialmente por motivos personales. No sé qué pasa con nuestra región pero a las malas comunicaciones por carretera y tren, parece que ni siquiera se quiere poner remedio con un aeropuerto aceptablemente comunicado y con unos precios de billete razonable. Al contrario: los billetes son de lo más caro en el horizonte nacional y las conexiones cada vez son menores en número. Es el precio que paga una región sin ningún tipo de peso político a nivel nacional. A fin de cuentas, ¿de cuántos diputados estamos hablando? Ridículo. No interesamos.

Todo este asunto de las comunicaciones me retrae a mis recuerdos de infancia cuando en verano, casi siempre en Agosto, nos íbamos a Italia a ver a mis abuelos y resto de familia. Las primeras veces lo hicimos en tren, y dado lo pequeño que yo era, prácticamente no recuerdo nada de aquellas ocasiones, salvo que eran viajes muy largos, con varios trasbordos de por medio, con mis padres cargando con maletas como porteadores y encima con un par de niños bajo el brazo, que afortunadamente para ellos no eran demasiado traviesos. Eran horas y horas en tren, metidos en compartimentos incómodos y rebosantes de gente, algunas más agradables que otras. Sí que recuerdo las barritas de Toblerone que mis padres nos compraban para endulzarnos la pesadez de permanecer tanto tiempo enclaustrados en aquellos compartimentos. ¡Qué bien sabían!

Luego llegaron los viajes en coche. Teníamos para la ocasión un SEAT 127 color marrón que nunca nos dio un problema. Eran los finales de los setenta e inicios de los ochenta. Recuerdo que salíamos de sábado hacia las seis de la mañana, hacíamos una primera parada en San Vicente de la Barquera para desayunar y comprar pan, y más o menos comíamos ya en las inmediaciones de la frontera con Francia. De aquella lo de la Autovía del Cantábrico era ciencia ficción y hasta Bilbao lo único que encontrabas era una nacional infernal como pocas. Desde ahí la cosa cambiaba bastante, y una vez que te adentrabas en territorio francés prácticamente salvo algún tramo, el resto era todo autopista. De hecho, una vez que alcanzábamos Marsella, no abandonábamos la autopista hasta la salida que nos dejaba en nuestro pueblo, después de atravesar Italia de norte a sur. En total recorríamos dos mil trescientos kilómetros. La primera noche la hacíamos en Francia, por la zona de Toulouse mientras que la segunda ya era pasada Génova y sus cientos y cientos de túneles por aquella impresionante autopista alpina. La llegada era por tanto de lunes, a la hora de la comida. Aquello debieron ser las dos o tres primeras veces, porque luego los tiempos se fueron recortando, en parte por las mejoras de la carretera en España, en parte por el cambio de automóvil, de modo que las últimas veces que fuimos en coche conseguimos plantarnos en día y medio, lo que no estaba ya nada mal. No sabría decir las veces que en total iríamos a Italia en coche, pero seguro que no fueron menos de diez veces. Toda una aventura.

De aquel mes que luego pasábamos en el pueblo no tengo nada más que muy felices recuerdos: los lunes el mercado, las fiestas –Il Festone- a finales de agosto, los helados de limón en la plaza del pueblo, las tertulias inacabables delante de la casa de mis abuelos… El pueblo no es que fuera gran cosa –y sigue sin serlo por lo que pude comprobar la última vez que estuve ahí hace tres años-, pero tenía ese encanto de los pueblos del sur de Italia, con sus colores característicos y su gente extremadamente alegre y expresiva. La alegría de vivir conformándose con lo que se tiene en cada momento y disfrutando al compartirlo con los uno más quiere.

Sobre el idioma no sabría deciros cómo aprendí italiano. En mi casa nunca se habló otra cosa que no fuera castellano. Pero debieron bastar los cuentos que mi padre me narraba en italiano en la cama, para que mi oído se fuera haciendo al idioma, de modo que luego con aquellas estancias veraniegas no me resultó complicado y fue en cierto modo un aprendizaje natural para un niño. De hecho no sólo entendía y hablaba italiano, sino que también comprendía con cierta soltura el napolitano, el dialecto que se hablaba en la zona, y que por supuesto era lo que utilizaba la gente mayor como mis abuelos.

En fin, que otro día os cuento más de mis veranos por Grottaminarda, que es como se llama el pueblo, y que se encuentra cercano a la provincia de Avellino, en plena región de La Campania, a unos noventa kilómetros de la gran Napoli. Como me he autoimpuesto objetivos para cuando finalice mi curación, uno de ellos será volver a revivir uno de aquellos Festone a finales de Agosto, saboreando un bel gelato al limone en pleno centro, en las terrazas del Ciotola.

Volviendo a la tranquilidad de mi habitación, hoy ha vuelto a ser un día bastante llevadero. De momento llevo bien la segunda jornada de quimioterapia, aunque los médicos siguen advirtiéndome de que la situación es complicada por los bajos parámetros sanguíneos y que en cualquier momento podrían aparecer problemas en formas de infecciones y sangrados, aunque por supuesto tampoco es que sea algo seguro. Dependerá muy mucho de la fortaleza de mi cuerpo y como siempre de la suerte. Esta mañana me han vuelto a infundir plaquetas, ahora con la merienda me han inyectado el Neupogen para las defensas y creo que luego vendrán con la bolsa de sangre para tratar de compensar en la medida de lo posible la anemia que sufro. Mañana volveremos a hacer análisis de sangre para ver cómo está la situación.

En fin, que esto no acaba sino de empezar y aunque he tenido días mejores estoy convencido de que a medida que pasen los días iré ganando confianza. Luego, si todo va bien y recibo el alta, supongo que en casa todo será más fácil, aunque tendremos que seguir extremando las precauciones porque el estado de aplasia al que me va a conducir este tratamiento de quimio, me dejará un poco vulnerable sobre todo las primeras dos semanas. Pero no hay otro camino y ahora que hemos decido tomarlo no nos queda sino seguir avanzando, aunque sea pasito a pasito.

Bueno, nada más por hoy. Como siempre un fuerte abrazo a todos, muchísimas gracias por vuestros mensajes de ánimo… “y mañana más”.

6 comentarios:

  1. Qué historia tan bonita Fi!, de repente es como si estuviera viendo una peli y te viera corriendo con el helado por las calle con aire de golfillo (de esos de los años 30 que vendían los periódicos en la calle), bueno ahora que lo pienso mas bien irías con mini pantalón ochentero y chandalín al estilo Soprano, je, je, ...yo también quiero ir a uno de esos Festone, recuerda que tenemos pendiente además el viaje a Roma donde me prometiste que harías de Cicerone...y dónde voy a encontrar yo un mejor contaador de historias? Un beso muy muy fuerte tan lleno de amor que rebosa por las esquinas...como el bel gelato al limone :)

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  2. CUANTAME COMO PASO version internacional

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  3. Hola cariño!

    Acabo de llegar a casita; y no sabes con qué ganas enciendo el ordenador para poder leer el blog.
    Sabes que si pides doble ración de galletitas te las dan no? es que un paquete con cinco galletitas de nada para alguien que hacia apuestas con otro Priore que todos conocemos de a ver quién se acababa primero la torre de galletas que venían empaquetadas en el plástico...qué miseria!!
    Tengo que admitir que los helados italianos nos ganan a la versión española; pero solo en eso eh?
    Millones de besos para ti y para Mo

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  4. Eres un narrador excepcional, estoy enganchadísima. Esto promete :)

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  5. Hola Fili: Esta noche estoy en Léon, más cerca de vosotros, pero la semana que viene iré para ASTURIAS, el viernes. Así que nos dejaremos caer por Gijón, aunque no podamos visitarte, al menos espero poder "rondarte" desde la calle, todavía sin la gaita, por respeto a tus vecinos y a tus oídos. Le daré un abrazo a Moo para que te lo haga llegar. HONOR Y FUERZA

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  6. hola FI
    soy DIANA ya sabes quien imagino , sino te lo aclaro , la hija de Kety , la hermana de Sergio. Se perfectmente como te sientes, llevo 7 años luchando contra un cancer , y cada vez que lo creia superado tenia que volver a empezar , hoy se que es para siempre , que este cabron me ha cogido cariño y no se separa de mi, despues de tres operaciones , 70 radiaciones y dos años seguidos de quimio(hasta 7 lineas de tratamiento diferente) admitido está en mi vida y no puedo olvidar que aunque el indice de supervivencia era muy bajo yo aqui sigo y tengo un enano de 4 años que me da mas marcha que nadie. todo esto te lo digo para que no tires nunca la toalla , no te desesperes pienses en positivo y sobre todo que creas en ti.. se lo mal que lo pasan los de alrededor pero haz lo que yo , animalos y obligalos a sonreir porque estamos AQUI y aqui seguiremos mucho tiempo, cuidaros tu y Moo que aunque no la conozco sera tan fantastica como tu....

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