lunes, 31 de enero de 2011

Día CIV

Son las cinco menos cuarto de este lunes treinta y uno de enero, último día del mes, cuando comienzo a escribir el Blog. Hoy tenemos un día nublado pero sin lluvias. Las previsiones apuntan a que a medida que transcurra la semana subirán las temperaturas y las nubes irán dejando progresivamente paso a los claros. A ver si es verdad y podemos así prescindir un poco de la calefacción, que a este paso vamos a quemar la caldera de tanto trabajar. Aunque yo creo que lo que quemarán antes serán nuestros bolsillos, porque hay que ver con el famoso diez por ciento de la luz y el cuatro del gas. No sé yo, pero a nosotros en la factura que nos acaba de llegar nos ha llegado un pico que ni que esto fuera una central nuclear.

Como os había anticipado, ayer fue un día tranquilo, en el que il dolce far niente –esa feliz expresión italiana inventada para expresar el placer de no hacer nada- fue protagonista. Y hoy más o menos vamos en esa misma línea.

Ayer a parte de caminar un poco por la tarde en la cinta, estuve viendo la debacle del Madrid en Pamplona. Me fastidió por afectar de forma indirecta al Sporting en su lucha por la permanencia, pero bueno, nosotros ganando nuestros partidos no debemos mirar lo que hacen el resto. Pero sería de agradecer que los grandes, en especial el Madrid, dejaran de regalar puntos a los de abajo; que luego cuando juegan contra nosotros no sé qué pasa que nunca se relajan.

Por la noche después de cenar vimos la película que echaban por La Primera, La Isla, con Scarlett Johansson y Ewan McGregor. No la habíamos visto y lo cierto es que resultó entretenida. A mí además me gustan particularmente ese tipo de películas futuristas, aunque por supuesto hay películas y películas. Para esta noche ya tengo escogido lo que veremos: El Último Rey de Escocia. A las diez por La2. Muy recomendable.

Por lo demás sigo encontrándome bien, sin fiebre ni ningún otro síntoma relacionado con el virus. Esta mañana me han realizado la analítica pero desconozco los resultados. Tal vez cuando venga la enfermera más tarde me diga algo.

Pasando a la sección “recuerdos de mi tierna infancia y más allá”, me hizo gracia escuchar uno de estos días por la radio comentar el famoso tema de la prohibición de vender en los colegios productos con exceso de grasas, o que puedan considerarse insalubres para los niños. Digo que me hizo gracia porque recordé el viejo comedor que había en el colegio al que bajábamos como locos cada vez que llegaba la hora del recreo. Unos para comprarse un bocata -¡menudas flautas que vendían!-, pero la mayoría para comprarse bollería tipo donuts, triángulos de chocolate, etc. Y no había apenas problemas de obesidad. ¿Por qué? Pues muy fácil: porque éramos como torbellinos que no parábamos en los treinta minutos que duraba el recreo. Bueno, en realidad no lo hacíamos en todo el día. Así era que en los vestuarios abundaban más las costillas que los michelines. No sé si ahora seguirá siendo así, pero me da que no.

Luego, ya de chaval, recuerdo que con un par de amigos –esos "de toda la vida" que os comentaba el otro día-, cuando salíamos, hacíamos una parada obligada en El Hornín de Gusmaín y para cada uno nos comprábamos tres pasteles a cual más contundente. Entre ellos aquellas míticas bombas rellenas de crema que no te cabían en la boca. Recuerdo que la dependienta nos miraba un poco extrañada y al principio pensaba que era un pastel para cada uno, hasta que le aclarábamos que no, que eran tres los que queríamos por cabeza. Y ahí nos quedábamos luego sentados junto a la vieja sala de juegos, disfrutando de aquel festín calórico, mientras la gente que pasaba por la calle nos miraba con curiosidad, algunos diría que hasta con envidia. Tal vez más por nuestros años que por lo que comíamos. Tal vez por ambas cosas.

Bueno, que tanto hablar de comida me ha abierto el apetito. Voy a ver qué encuentro para merendar. Un abrazo, que tengáis una semana tranquila… ”y mañana más”.

domingo, 30 de enero de 2011

Día CIII

Es la una y cuarto de la tarde de este domingo treinta de enero cuando comienzo a escribir el Blog. Esta mañana de nuevo ha tocado madrugar ya que a las nueve venía la enfermera a colocarme la medicación. Como ésta no pasaba del todo bien por la vía, y parecía tener alguna molestia en ella, finalmente hemos optado por retirarla para prevenir cualquier complicación. Por la tarde cuando vuelva la enfermera me colocará una nueva que espero me dure al menos cuatro o cinco días. Cuanto menos haya que pinchar mejor para las venas. Hay que cuidarlas.

Lo que estoy es encantado con esto de que vengan a tu casa y no tener que ir al Hospital, y mucho menos estar ingresado. Además, el personal que trabaja en la Unidad de Atención Hospitalaria es de lo más agradable y cumplidor. Se les ve muy entregados a su labor y eso que no es fácil, todo el día yendo de acá para allá y siempre pendientes del móvil. Un poco estresante para mi gusto. Pero se ve que lo llevan muy bien, o eso tratan de transmitirte, siempre con una sonrisa para regalarte.

Ayer fue una tarde fantástica. Después de la obligada siesta, pude disfrutar con mi mujer del partido del Sporting. El fútbol tiene estas cosas. ¿Quién hubiera apostado por un 0-4 en Mallorca? En realidad, ¿quién hubiera apostado por una victoria aunque fuera mínima? Siempre se tienen esperanzas, pero de ahí a que luego se cumplan… Con esta victoria el Sporting iguala su mayor goleada fuera de casa en Primera División, aquel mítico 0-4 en el Camp Nou frente al todopoderoso Barcelona. Corría el año 1987. Recuerdo aquella noche escuchando el partido por la radio. ¡Qué locura! Luego el partido lo echaron por la televisión sólo para Asturias, no recuerdo si el mismo lunes, o algún día después. Fue algo histórico.

Pero tengo que reconocer que la alegría de la tarde me la dio un buen amigo del trabajo que se ha adjudicado el concurso de carteles del Antroxu de Gijón. Y no sólo por este hecho en sí mismo, que ya me hubiera alegrado, sino porque en una entrevista que le hicieron en El Comercio, tuvo el enorme detalle de dedicarme su premio. Son cosas que te emocionan y que te hacen sentir muy afortunado por más que las circunstancias sean las que son.

Hoy el día se presenta de lo más relajado. Me he pasado la mañana viendo la tele, primero un documental sobre animales, luego la final del Open de Australia, y ahora estoy enganchado al esquí. Después de comer seguiré realizando mis ejercicios de meditación trascendental sobre la cama, o lo que vulgarmente se conoce como siesta, y luego ya veremos. Supongo que veré un poco el partido del Madrid y tal vez aproveche para hacer un poco de ejercicio en la cinta antes de que llegue la enfermera, que suele hacerlo a eso de las siete aproximadamente.

Mañana haremos la analítica y el control de serología y podremos saber pronto cómo va el tratamiento contra el virus. Espero que cuanto antes podamos librarnos de él y así centrarnos de nuevo en nuestra batalla principal. Aun así lo más probable es que como ya os he comentado, esto pueda dilatarse dos o tres semanas. Habrá que tomárselo como un pequeño descanso obligado.

Bueno, que como es domingo no quiero enrollarme mucho más. Disfrutad de lo que queda de fin de semana… ”y mañana más”.

sábado, 29 de enero de 2011

Día CII

Es la una de la tarde de este sábado veintinueve de enero cuando comienzo a escribir el Blog. Esta mañana me ha tocado madrugar como un día normal porque a las ocho y media venía la enfermera para colocarme la medicación. De todos modos como había dormido bastante bien durante la noche, tampoco me costó demasiado. Y además, después de comer, ya tendré tiempo de echar una siesta.

Ayer por la noche como no había nada decente por la tele, al menos para nuestro gusto, decidimos ver una de las pelis que tenemos grabadas en el disco duro multimedia -¡qué gran invento!-. No sé por qué, pero nos dio por elegir El Equipo A. Bueno, he de reconocer que en realidad la elegí yo. Y la verdad es que la película nos gustó. Por supuesto no es una película para optar a los Óscars, eso ya nos lo imaginábamos, pero en realidad esperábamos menos. Suele suceder con los remakes de grandes series de televisión cuando se pasan al cine. No hay más que recordar el engendro que crearon con una serie como era Los Ángeles de Charlie.

Mucho han cambiado las series policíacas y de intriga que veía en mi niñez y adolescencia de las que se ven ahora. Podría enumerar una docena. Desde el blanco y negro de El Santo, con un jovencísimo Roger Moore, pasando por Los Hombres de Harrelson, los inigualables Stursky y Hutch, la mencionada Los Ángeles de Charlie, o la más cercana en el tiempo, Corrupción en Miami. ¡Qué curioso! Todas han tenido su correspondiente película. Y ninguna de ellas le llegó a la altura de los zapatos.

Ahora resulta mucho más complicado seguir una serie con fidelidad, porque hay cien mil. No hay más que darse una vuelta por canales como AXN, FOX, Canal13… Hay tantas que algunas ni siquiera has oído hablar de ellas. Sin ir más lejos, sólo de CSI existen tres diferentes, Las Vegas, Miami y New York. Una locura.

Pero volvamos al mundo real, en concreto a mi mundo. De nuevo hoy sigo sin fiebre, lo que sin duda es una buena noticia. Tengo por ello mucha curiosidad en conocer los resultados de los análisis que haremos el lunes para ver la evolución del virus. Y también para ver si las inyecciones de Neupogen han surtido efecto. Hoy me toca poner la segunda.

El fin de semana se presenta por tanto en principio tranquilo. Cayendo la lluvia que cae y con el frío que hace uno no echa tanto en falta el poder salir a dar una vuelta. No obstante esta mañana he aprovechado igualmente para dar un paseo en la cinta. Poca cosa: veinte minutos.

Para la tarde tenemos cita obligada a las seis con el Sporting. Vamos a ver si después de dos victorias consecutivas somos capaces de seguir en la misma línea de resultados y traernos algo de Mallorca que no sean las típicas ensaimadas. Me acuerdo ahora de una vez que en Barajas me encontraba esperando por la maleta cuando algo que observé en la cinta de equipajes me llamó poderosamente la atención: ¡qué cantidad de cajas de ensaimadas salían por aquella cinta! Como dos y dos suelen ser cuatro, no tardé demasiado en atar cabos y deducir que o en Asturias alguien había comenzado a producir ensaimadas en plan industrial y yo no me había enterado, o estaba en la cinta equivocada. Por supuesto me incliné por esta segunda opción. Para cuando llegué a la cinta correcta ahí estaba ya mi maleta sola mareada de tantas vueltas que debía haber dado esperándome mientras yo me dedicaba a contar las cajas de ensaimadas.

Bueno, y con esta anécdota un tanto absurda os dejo por hoy. Un fuerte abrazo, disfrutad de este sábado… ”y mañana más”.

viernes, 28 de enero de 2011

CI

Son las cinco menos cuarto de este viernes veintiocho cuando comienzo el Blog. Acabo de levantarme después de dormir la siesta y me he encontrado que las tímidas lluvias con las que me eché han dado paso a unas mucho más persistentes y que tienen toda la pinta de acompañarnos lo que queda de tarde. ¡Qué diferencia con el sol que tuvimos a mediodía! Llevamos un par de días bastante volubles en lo climatológico.

Por mi parte, hoy llevo sin fiebre todo el día. Ayer ya había desde el mediodía dicho adiós a esas pocas décimas de febrícula con las que me había levantado. No sé si será el antiviral, pero me parecería demasiado rápido su efecto. De todos modos tampoco quiero fiarme porque como el tiempo esto puede cambiar de la noche a la mañana. Hasta que los análisis no confirmen que el virus ha desaparecido la posibilidad de que vuelva la fiebre o que aparezcan otros síntomas está ahí. El lunes haremos la primera prueba al respecto aunque habrá que esperar luego un par de días para los resultados.

No obstante esta mañana me realizaron una analítica ordinaria para ver cómo sigo en cuanto a los parámetros habituales. Los resultados los tuvimos justo a la hora de la comida. Fue el propio médico responsable de la Unidad de Atención Hospitalaria quien desde Cabueñes me llamó para comentarlos conmigo. Y si bien tanto la hemoglobina como las plaquetas se mantienen más o menos estables, lo que sí ha experimentado una disminución ha sido el número de neutrófilos. Después de valorarlo, ha decidido así que ponga un par de inyecciones de Neupogen para intentar darles un pequeño empujón. El que esto haya sucedido entraba dentro de lo posible como comentábamos ayer, al ser un efecto secundario del antiviral. En la próxima analítica, también el lunes, veremos si las inyecciones han hecho su trabajo.

Anoche en la cama, pensaba precisamente en la cantidad de decisiones que hemos ido tomando en estos últimos meses. Algunas acertadas, otras quizás menos. Aunque en realidad tampoco tienes nunca la perspectiva completa para juzgarlas con rotundidad. Y me acordaba entonces de una colección de libros que leía de niño. Se llamaban Elige tu propia aventura. Quizás alguno también se acuerde de ellos. La peculiaridad de estos libros consistía en que mientras los ibas leyendo, en un momento dado, el libro te daba la oportunidad de elegir ante una decisión que el protagonista de la historia debía de tomar. Ibas de este modo a través de decisiones construyendo tu aventura y encaminándote a uno de los posibles finales que el libro tenía. Por supuesto cuando el final era trágico o simplemente no te gustaba, lo que hacías era volver atrás y cambiar alguna de tus decisiones anteriores. Al final si uno lo piensa fríamente la vida es eso: una sucesión continua de decisiones. Vamos escribiendo nuestro propio libro a través de elecciones sin saber muchas veces a dónde te conducirán. Lo que hoy parece correcto visto desde una perspectiva mayor, por ejemplo en unos años, quizás no lo parezca tanto o incluso nos demos cuenta de habernos equivocado. Cuántas decisiones que pudieron cambiar en un momento dado nuestras vidas. ¿Pero hacia dónde? La única pega de nuestro libro es que en este caso no podremos cambiar el final una vez llegue. Aquí las páginas escritas no se pueden arrancar. Es un libro único con multitud de capítulos. Algunos mejores que otros que incluso desearíamos borrar, pero son los que han hecho de nosotros lo que somos. Para lo bueno y para lo malo.

Dejando los libros a un lado y volviendo a la realidad, como viernes que es, no quiero entreteneros demasiado. Comienza otro fin de semana que espero que disfrutéis al máximo. Yo confío en hacer también lo mismo. Un fuerte abrazo… ”y mañana más”.

jueves, 27 de enero de 2011

Día C

Son las cinco y cuarto de este jueves veintisiete de enero cuando comienzo a escribir el Blog. Si os habéis fijado en la letra que representa en números romanos el número de este blog, os habréis entonces dado cuenta que con el de hoy cumplimos cien. Cien días en esta segunda etapa. Cien días en los que al principio tal vez predominaran las sombras, pero cien días en los que al final se han impuesto los claros. Más o menos como el día de hoy que después de amanecer entre lluvias, ha dejado paso al sol.

Ahora mismo acabo de despertar de una "señora" siesta. Nada menos que dos horas que me he tirado durmiendo y soñando como una locomotora. Lo necesitaba después de una noche en la que he vuelto a dormir regular. Creo que de nuevo el motivo fundamental es que a partir de las tres o así, comenzó a subirme un poco la fiebre. Aun así no ha sido tanto como ayer, porque cuando me levanté apenas pasaba de los 37,3. Es un poco curiosa esta fiebre. Ayer, después de tomarme al mediodía el paracetamol me pasé luego la tarde entera por debajo incluso de 36. Un efecto antipirético demasiado exagerado, por así decirlo. Y esta mañana ni siquiera he tenido que tomarlo a pesar de lo cual a estas horas de la tarde tampoco tengo fiebre. Parece así como si no respondiera a ningún patrón establecido. Bueno, tal vez sea porque al virus que la provoca no le hemos dado tiempo de hacerse fuerte al haberlo cogido prácticamente al inicio.

Ayer por la tarde vino la enfermera de la Unidad de Atención Hospitalaria, y esta mañana ha vuelto a repetir visita, aunque en este caso era otra persona. Ha sido todo tan sencillo como me imaginaba. Vienen con todo lo necesario transformando tu salón en una improvisada habitación de hospital, pero con una pequeña gran diferencia: que es tu salón. Ha sido una suerte que aprobaran el atenderme en casa porque la verdad es que haber tenido que pasarme dos semanas en un hospital para únicamente colocarme un gotero por la mañana y otro por la tarde no me hubiera hecho ninguna gracia. Y habiendo esta posibilidad que ahora disfruto mucho menos. Hacen un gran servicio sin duda.

El medicamento que tendremos que poner durante las próximas semanas es un antiviral, específico para el citomegalovirus, que lo que hace es bloquear la síntesis de ADN viral inhibiendo así su replicación, su multiplicación. Como cualquier medicamento tiene sus posibles efectos secundarios o reacciones adversas. En este caso, y parece que siempre fueran en la misma dirección, lo que puede es provocar una disminución en los valores hematológicos. Espero que no sea así, porque no es que los tenga precisamente muy elevados.

No obstante, para ver cómo se está portando en ese sentido el tratamiento, los lunes, miércoles y viernes haremos una analítica. Además veremos la evolución del virus. Cuando obtengamos dos pruebas consecutivas en las que el resultado sea negativo, o sea, que no hay virus, podremos entonces retomar el otro tratamiento, aunque habrá que volver a hacerlo desde el principio, es decir, comenzando otra vez primero con las dosis progresivas y escalonadas antes de seguir de forma continua con la de 30mg que estábamos poniendo.

Y con esto os dejo por hoy. Voy a ver si meriendo un poco. Tal vez un trozo de tarta de manzana o tal vez unas marañuelas. ¿O por qué no ambas? Creo que será lo mejor. Un fuerte abrazo… ”y mañana más”.

miércoles, 26 de enero de 2011

Día XCIX

Son las cinco menos cuarto de este miércoles veintiséis de enero cuando comienzo a escribir el Blog. El día ahora mismo está nublado, gris, de ese gris pesado que parece que el cielo en cualquier momento pudiera venirse abajo. Me resisto a que pueda contagiar mi estado de ánimo y subo así el volumen de mi portátil por el que los Status Quo con su música cien por cien rockera transmiten energía positiva a toda la habitación donde me encuentro.

Esta pasada noche no dormí demasiado bien. Desperté en multitud de ocasiones y por momentos tuve la sensación de que me estaba subiendo la fiebre. Así que nada más levantarme, lo primero que hice fue ponerme el termómetro y tengo que decir que tampoco me resultó una excesiva sorpresa el ver que tenía treinta y ocho. El día se presentaba duro.

Subimos a Cabueñes para la analítica correspondiente, aunque todo hacía indicar que sería complicado el poder llevar a cabo del tratamiento con esa fiebre. Cuando llegaron los resultados, en éstos no había nada fuera de lo común, sino que más o menos se mantenían los valores de la última realizada el lunes. El problema vino al conocer el resultado de la serología realizada también el lunes: había dado positivo en el test para detectar la presencia del citomegalovirus. Ahí estaba la razón de mi fiebre.

El citomegalovirus es uno de esos virus oportunistas de los que hablábamos que podían aparecer en estas semanas del tratamiento en las que nos encontrábamos. Es un virus que poseemos todas las personas en nuestro cuerpo, y que por lo general no ocasiona ningún problema, salvo que claro, se manifieste en una persona con el sistema inmunológico deprimido como es mi caso. Entonces la cosa puede ser más seria.

Las posibilidades que se planteaban en ese momento eran dos: el ingreso en el hospital o el poder realizar el mismo tratamiento para combatir el virus en mi domicilio a través de la unidad de Atención Hospitalaria en el Domicilio. La duración del tratamiento, de dos a tres semanas, hacían que por supuesto yo me inclinara por la segunda opción, pero para ello debía ser aprobado por los responsables de esa unidad, que como podéis imaginar, están muy sobrecargados de trabajo.

La respuesta la tuvimos a la una de la tarde: por fortuna habían aceptado. Fui a hablar con ellos para que me comentaran los detalles y tengo que decir que se portaron de forma sumamente amable conmigo. Me he quedado muchísimo más tranquilo porque la mera idea de tener que ingresar dos o tres semanas me producía pavor y no era además lo más aconsejable en mi estado actual. Así que a partir de esta misma tarde vendrán a mi casa todos los días, fines de semana incluidos, dos veces: una a primera hora y otra antes de cenar, para colocarme el antiviral con el que intentaremos acabar con el bicho. Sólo nos queda cruzar los dedos para que funcione y no tengamos que acabar ingresando.

Lo malo es que hasta que el citomegalovirus no desaparezca no podremos seguir con el tratamiento contra el linfoma, así que para entonces, habrá que volver prácticamente a empezar de cero, con las dosis iniciales para volver a acostumbrar el cuerpo a la tolerancia del medicamento. Pero bueno, eso ahora no es lo más importante. Ahora lo que toca es pensar en que tenemos que librarnos cuanto antes de este visitante oportunista que se ha presentado sin invitación. Así que pondremos los cinco sentidos en eso.

Bueno, pues ya veis que como siempre digo no se pueden hacer planes a medio plazo, porque a veces se pueden chafar. Pero aun así vamos a verle el lado positivo, que no es otro que al menos estoy en casa. Todo lo más habrá que tomar algún Paracetamol cuando me suba la fiebre. Y postres, muchos postres, que seguro que me ayudan también. Así que nada, a seguir peleando… ”y mañana más”.

martes, 25 de enero de 2011

Día XCVIII

No son aún las cuatro y media de la tarde de este martes veinticinco de enero cuando comienzo a escribir el Blog. En el portátil los primeros acordes de One Vision de Queen en su Live Magic hacen que mis dedos quieran escribir más rápido de lo que en realidad son capaces de hacer. Miro por la ventana y veo que el cielo está completamente despejado. Hace tres cuartos de hora cuando me eché a dormir la siesta no estaba así. Pero cuidado con llevarse a engaños: el sol apenas ha logrado que el termómetro supere los once grados. Esta mañana cuando subía a Cabueñes para la realizar ecografía del corazón el coche marcaba tres grados en el exterior.

La prueba ha ido bien. Hoy bromeaba por mail sobre lo de la “prueba del corazón” como si de un chiste se tratara en el que uno llega a la consulta y se encuentra al médico haciéndole preguntas sobre Jesulín, la Pantoja, Cayetana o Ana Obregón. Por cierto, siempre que algún sábado vemos el programa que echan por La Primera antes del telediario, el que presenta Igartiburu, mi suegro de forma muy atinada se pregunta qué pasará en este país el día que se muera la Cayetana porque es que parece que no hay otra persona de la que hablar en ese programa. ¡Qué pesadez con la tía! ¡Y mira que a la pobre ya no se le entiende ni lo que dice! Bueno, lo de pobre es decir, claro.

Así que nada, como digo la ecocardio ha salido tal y como esperábamos dentro de la normalidad. El corazón ha aguantado los envites de todos estos meses de quimio y tratamiento sin resentirse. No voy a negar que me quedo más tranquilo. Para celebrarlo nada más volver a casa me metí cincuenta minutos en la cinta. Pero que nadie se asuste: fueron a ritmo de prejubilado caminando por El Muro. ¡Anda que no me los "cepillaba" yo ni nada cuando daba mis paseos! ¡No se me resistía ni uno! Los iba dejando atrás uno tras otro como el que adelanta caracoles. Competitivo hasta para caminar, así soy.

Mañana toca de nuevo volver a Cabueñes, esta vez para mi tratamiento habitual. Siempre repito lo de que a veces siento que el tiempo pasa muy despacio, pero luego veo que por ejemplo mañana será la décima sesión del tratamiento y caigo en la cuenta de que pasa más rápido de lo que pienso.

Hablando del tiempo y de cómo pasa, a raíz de una tontería que le escuché decir a un presentador en la tele cuyo nombre ahora no viene al caso, me dio por pensar la suerte que tengo por tener amigos de esos que se denominan “de toda la vida”. Y es que en este caso además es así de verdad. Con alguno llevo compartiendo aventuras y andanzas desde Preescolar. Más de treinta años juntos. Casi nada. Y lo que nos queda.

De mi época de Preescolar como podéis imaginar no tengo demasiados recuerdos. Mi madre me bajaba a la parada del Corazón de María para coger el autobús que nos llevaba a todos a Contrueces, donde estaban las aulas para los más pequeños. Recuerdo sin embargo como si fuera hoy mi número de clase: el nueve. Quizás por ir a buscarlo tantas veces escrito en la percha donde colgábamos el mandilón o la chaqueta. Y recuerdo el nombre de la monja que tenía por profesora: Irene. Veo también aquel aula, con sus mesas de colores, tan pequeñas como lo éramos nosotros. Tan pequeños como grande era nuestra imaginación.

Algo que en más de una ocasión discuto con esos amigos de toda la vida, es que de nuestra promoción, el único que fue al C hasta segundo de BUP, cuando de cuatro clases se pasaba a tres, fui yo. ¡Qué tontería lo de la letra a la que vayas!, ¿no? En realidad no, porque para nosotros ser del C era como un distintivo especial. Lo mismo que supongo que sería para los que iban al A, al B o al D. Pero a lo que iba. Curiosamente en Primero pasé de ser el nueve al uno en la lista de clase. Y al año siguiente en Segundo, era el cuarenta y cinco. ¿Qué pasó? Pues cosas de un colegio que resultan un poco inexplicables. No sé cómo pero absolutamente todos mis compañeros de Primero pasaron al B y únicamente yo me quedé en el C. Pero sin embargo por más que pienso en ello no encuentro el que aquello me creara ningún complejo ni nada por el estilo, por verme de repente en una clase toda con gente nueva, que aunque conocías de vista de los recreos, no sabías ni cómo se llamaba. Creo que hasta me resultó divertido el tener nuevos compañeros de clase. Creo que en el fondo siempre me he sabido adaptar bastante bien a las nuevas situaciones, aunque me guste la estabilidad y el tenerlo todo controlado.

Bueno, basta de rollo por hoy. Ahora toca tomarse una infusión y luego a merendar, que hay que cuidar como oro en paño estos kilitos que hemos recuperado… ”y mañana más”.

lunes, 24 de enero de 2011

Día XCVII

Son las cuatro y cuarto de este lunes veinticuatro de enero cuando comienzo a escribir el Blog. Hace un día soleado aunque el termómetro no pasa de los diez grados. Sin embargo os puedo garantizar que en una cama de hospital dándote el sol durante cinco horas agradecerías sentir en parte ese fresco exterior. A lo más que puedes recurrir es a bajar la persiana, pero aun así, los rayos del sol contra la ventana hacen que toda la habitación se caliente como un invernadero. Y si al menos pudieras moverte un poco. Pero tienes que permanecer ahí, tumbado en la cama, atado a la máquina por la que primero pasa la premedicación, luego la medicación y finalmente el suero de recuperación. ¡Total!, al final son sólo eso: cinco horas.

Pero volvamos al inicio. A las ocho como siempre tenía a mi padre esperándome debajo de casa para subir al hospital. Cuando me subo al coche sé perfectamente que lleva por lo menos diez minutos ahí aparcado con el motor encendido para que cuando yo me suba haya dentro una temperatura agradable. El tráfico hasta el hospital a esas horas es más o menos fluido aunque en las entradas a las rotondas se forman algunas retenciones. No tardamos en cualquier caso más de diez minutos en estar a la puerta de Cabueñes.

La analítica la realizo apenas llego. Después toca esperar a que me llamen a la Consulta para conocer los resultados. En ese sentido tengo la suerte de que son muy amables conmigo, ya que sabiendo el tiempo que luego habré de pasar en el Hospital de Día, por lo general me suelen llamar el primero. De los resultados poco que añadir a lo comentado en los de la semana pasada salvo pequeñas variaciones. Por un lado han bajado las plaquetas, pero parece ser que entra dentro de lo previsible a estas alturas del tratamiento. De todos modos sería conveniente que no bajaran más pues de lo contrario tendríamos que recurrir a transfusiones, algo que ya ni recuerdo. En cuanto a los neutrófilos, ahí siguen con su particular lucha sobreviviendo frente a los ataques del medicamento, que en ocasiones se los lleva por delante junto con su principal objetivo: los linfocitos. Esperemos no obstante que sigan así aguantando, porque hace diez días de la última inyección de Neupogen, con lo que cuanto más podamos pasar sin inyecciones será mucho mejor. Y para el final como ya sabéis que me gusta hacer, dejo las buenas noticias: la hemoglobina ha subido otro medio punto alcanzando la bonita cifra de diez punto cinco.

Esta es la tercera semana de tratamiento y si todo sigue según lo establecido inicialmente es probable que la próxima podamos plantearnos poner fecha a una nueva biopsia de médula para ver de forma más manifiesta el estado actual de la enfermedad y la efectividad del tratamiento. A partir de ahí se podrían establecer distintos caminos a seguir: desde continuar con él sin cambiar nada, pasando por introducir algún componente de quimioterapia, hasta considerar la posibilidad de meterme ya en lista de espera para cuando hubiera cama disponible en la unidad de trasplantes. En ese sentido no creo que la cosa vaya a ir tan rápido. Me conformo con que vaya bien aunque requiera de algo más de tiempo. Por eso pienso que probablemente tengamos que seguir todavía unas cuantas semanas más con el tratamiento. Además no puedo quejarme mientras siga como hasta ahora sin darme apenas molestias.

Las décimas de febrícula con las que ayer desperté no han ido a más, y no pienso que vayan a hacerlo en los próximos días. De momento la siguiente cita es mañana otra vez. En este caso para una ecografía del corazón. Es una prueba rutinaria para comprobar que todo sigue estando como tiene que estar. No me llevará demasiado tiempo. Si es como la anterior que realicé, en apenas veinte minutos estás fuera. Por fortuna no es necesario ir en ayunas, así que siendo a las nueve, lo que haré será desayunar antes y luego subir tranquilamente. Para el miércoles tendría la segunda sesión de tratamiento y el viernes sería la tercera, así que esta semana viene completita.

En fin, que como siempre lo llevaré con paciencia y con toda la energía positiva y optimismo del mundo para ayudar a que cuanto antes, si acaso este verano, pueda tomarme un delicioso gelato al limone, como ahora mismo canta Paolo Conte a través de mi portátil. Un fuerte abrazo… ”y mañana más”.

domingo, 23 de enero de 2011

Día XCVI

Son las doce y cuarto del mediodía de este domingo veintitrés de enero cuando comienzo a escribir el Blog. El día ha amanecido con predominio de claros, pero pronto han aparecido las nubes que nos han dejado ya algunas lluvias. Para el resto de la jornada no sabría bien qué vaticinar, salvo que seguirá haciendo mucho frío.

Ayer tuve una tarde noche perfecta. En primer lugar logré vencer al Parchís -si no lo escribo reviento-. Después disfruté de unos excepcionales spaghetti a la crema de oricios preparados por mi mujer. Y todavía tuvimos tiempo de ver una peli antes de irnos a dormir. En realidad, yo todavía estuve leyendo un cuarto de hora para ver si acabo el libro con el que estoy ahora, que ya tengo ganas de empezar con algún otro, no porque éste no me guste, sino porque tengo en cartera unos cuantos a los que tengo muchas ganas de hincar el diente.

Os comentaba ayer que me había levantado con algunas décimas de más. Sin embargo éstas fueron desapareciendo a medida que transcurrió el día. Aun así me sentí quizás un poco más de lo cansado de lo habitual, por lo que opté por echar una buena siesta después de comer. Incluso antes de la comida ya me había tirado una hora en la cama para reposar. Como digo, esas décimas fueron yéndose de modo que a las ocho me di un pequeño paseo en la cinta.

Hoy me he vuelto a levantar con algo más de temperatura de lo habitual. A mediodía tenía 37,2. Pero espero que al igual que ayer vaya remitiendo. De todas formas no me siento tan cansado ni con el ligero dolor de cabeza que ayer sí sentía. Además mañana tenemos consulta en Cabueñes, así que podremos comentarlo. Yo creo que es algo normal dentro del tratamiento y que no hay motivos para preocuparse, porque cuando hay algo serio la fiebre sube de forma mucho más brusca y acentuada. Esto lo mismo es que mi médula la pobre está fabricando como una loca plaquetas y glóbulos rojos y se ha recalentado más de la cuenta. Es broma claro, pero me gusta imaginarme que pudiera ser algo así. A veces le hablo a mi cuerpo como si pudiera darle órdenes del estilo: “¡venga médula!, ¡a trabajar!, no me seas vaga…” Es una forma que tengo para desdramatizar todo esto.

Para esta tarde además de la cita con la siesta nada más acabe de comer, el acontecimiento ineludible será el partido del Sporting contra el Atlético de Madrid a las cinco de la tarde. Después de la victoria de la semana pasada llegamos con la moral por las nubes, lo que siempre está bien, si sabe manejarse adecuadamente. Soy optimista de todos modos para el partido de hoy.

En fin, que se nos va poquito a poco este fin de semana, uno más. Para el próximo casi nos tocará arrancar la primera hoja del calendario, cuando hace nada estábamos brindando por el Nuevo Año.

Así que nada más, disfrutad de lo que queda de domingo… ”y mañana más”.

sábado, 22 de enero de 2011

Día XCV

Son las diez y media de la mañana de este sábado veintidós de enero cuando comienzo a escribir el Blog. El día ha amanecido más o menos como el de ayer, con nubles y claros, aunque se nota que las temperaturas han bajado. En el exterior a estas horas no pasamos de los nueve grados.

Esta noche dormí bastante bien. Raro en mí no desperté por primera vez hasta pasadas las cuatro de la mañana después de haberme acostado a eso de las doce. Esta mañana al levantarme recordaba perfectamente un sueño curioso que tuve durante la madrugada y que nunca antes había soñado. En él corría por el Muro como tantas veces he hecho en la vida real, pero había algo distinto: no había absolutamente nadie más que yo. Los sueños, ¡qué mundo tan desconocido! Cada uno de nosotros seguro que podríamos escribir un libro con esos sueños que de forma periódica se repiten en nuestra cabeza. Con otros como el que hoy tuve, que aparecen un día, y tal vez nunca vuelvan a presentarse. Aunque la mayoría quedan en el olvido una vez que despertamos. En mi caso casi siempre es así. Ahora, que si hay una cosa que llevo mal es despertar en medio de un sueño en el que estabas disfrutando como si fuera auténtico. Porque luego por más que tratas de volver a colarte en él, todos tus esfuerzos resultan en vano, o ya no es exactamente lo mismo. Me considero de todas formas afortunado en tema de los sueños porque por lo general suelen ser plácidos y es rarísimo que sufra pesadillas. Es algo que siempre ha sido así desde que tengo uso de razón. Además, parece que tengo en ocasiones una especie de sensor que me avisa que estoy soñando con lo que llego incluso a controlar el sueño y a despertarme si la cosa se pone realmente fea. Creo que es un reflejo claro de cómo es mi personalidad y mi carácter. Tal vez por eso nunca me haya metido en jaleos.

Ayer por la tarde la pasé tranquilamente tal y como tenía previsto para reponerme de la mañana por el hospital. He notado sin embargo que mi temperatura ha subido dos o tres décimas por encima de lo que venía marcando en los últimos días. Esta mañana me he levantado también con esas décimas de más. Pero aun así no llegan siquiera a febrícula. Podría ser cualquier cosa. Mientras siga así no hay motivo alguno para preocuparse.

Como os había comentado, ayer había sido jornada de pesca de oricios, así que para la cena pude disfrutar de un espectacular salteado de verduras acompañado de un revuelto de huevas de oricio, que con su sabor a mar inundan todo el plato. Para esta noche ya hemos decidido que prepararemos unos spaghetti en crema de oricios. Es extraño, pero no recuerdo haber nunca visto en la carta de un restaurante algo similar. Quizás inventemos algo.

Así que entre tanta comida abundante y tanto postre, hoy al pesarme tampoco me ha sorprendido en exceso comprobar que estoy ya en 72 kilos. A partir de ahora sí que puedo decir que estoy en un peso más que aceptable, aunque todavía me faltarían otros dos o tres para estar en el ideal.

Y nada más que contaros por este sábado. Salid bien abrigaditos no me vayáis a pillar un catarro. Buen fin de semana a todos… ”y mañana más”.

viernes, 21 de enero de 2011

Día XCIV

Son las cuatro y media de la tarde de este viernes veintiuno de enero cuando comienzo a escribir el Blog. Afuera las nubes que pasan, de vez en cuando dejan que entre ellas se cuele algún rayo de sol, no demasiados la verdad. Hace además un día tirando a fresco. Dentro la temperatura es mucho más agradable, unos veintidós grados, y en mi portátil suena Bob Dylan. Contrastes.

Esta mañana he estado por el Hospital de Día. La estancia no ha sido ni más larga ni más corta de lo habitual, sino que más o menos se ha ajustado a la media: entrada a las ocho y cuarto y salida justo siete horas después. Hoy ha sido mi hermano quien me ha acompañado y quien luego se ha quedado a comer conmigo. Ahora lo tengo entretenido viendo una película mientras yo me dedico a esto que tanto que me gusta: escribir.

De la analítica realizada esta mañana todavía no se pueden sacar conclusiones sobre la eficacia del tratamiento, pero los resultados son los que son y no mienten. Por una parte la hemoglobina ha alcanzado los diez puntos, algo que desde mi recaída nunca se había producido. Por otro lado los neutrófilos siguen aguantando las embestidas del medicamento con lo que tampoco hoy tendremos que recurrir a las inyecciones de Neupogen. Y por último las plaquetas, siempre tan reacias a aumentar, aunque sin grandes alardes, sí que han subido también un poquito.

Podemos afirmar así que a la espera de ver la evolución en las próximas dos semanas, que serán realmente las importantes, el tratamiento al menos lo que sí ha logrado es por el momento estabilizar la enfermedad, y por qué no decirlo, parece incluso que pudiera estar ganándole terreno. Lo que ha ganado sin duda para mí son unas semanas de tranquilidad en las que me he encontrado muy bien en todos los aspectos. Ahora no queda más que confiar en que cumpla con su cometido hasta el final.

Para el fin de semana no tengo grandes planes. Lo fundamental es distraerme y descansar de cara al lunes que toca volver de nuevo al hospital, pero sin descuidar tampoco mis sesiones en la cinta de andar. Creo que me han venido muy bien a la hora de mejorar mis analíticas. Bueno, ahora que lo pienso sí que tengo algún plan. Para empezar tengo que encargarme de una buena retahíla de postres que se han acumulado en la nevera y que no podría perdonarme jamás si alguno de ellos se echara a perder. Os cuento: antes de ayer mi mujer había preparado un flan de bizcocho y miel para ir “tirando” estos días. Luego ayer cuando subimos a Quintes a comer con mis suegros nos encontramos con una remesa de arroz con leche a la que por supuesto no podíamos negarnos. ¡Cuál sería nuestra sorpresa cuando al llegar más tarde a casa, en la meseta de la cocina teníamos una tarta de manzana hecha por mi madre! Pues para completar el panorama gastronómico esta mañana mi tía nos ha subido unos flanes de huevo recién hechos. De verdad que yo creo que se están confabulando para ver si cuanto antes recupero mi peso ideal. Y a fe que lo van a lograr como sigan así.

Siguiendo con la comida, es probable también que hoy o mañana tenga la suerte de probar algún oricio. Las mareas han comenzado y mis suegros no perdonan una, así que creo que alguna docena habrá por ahí para catarlos y no olvidarme de este modo de su sabor. ¡Qué sabor! Reconozco que siempre me daba un poco de pereza lo de ir a pescar oricios. Pero al final creo que era de los que mejor lo pasaba, sobre todo cuando me ponía el traje de neopreno y me tiraba al agua. En pleno invierno o principios de primavera el agua está que corta, pero apenas sientes nada con el traje. Lo que sí sientes cuando sales de ella y caminas de vuelta todo el pedrero es que apenas te quedan fuerzas para darte una ducha y sentarte a la mesa a dar cuenta de la pesca. En realidad para ser sinceros, pescar, lo que se dice pescar, yo no pescaba nada en comparación con lo que hacía el primo de mi mujer quien también se metía con traje. Por cada oricio que yo pudiera agarrar él agarraba media docena, y eso tirando por lo bajo. Pero bueno, como digo yo lo pasaba genial. Y no digamos ya una vez en casa cuando las botellas de sidra empezaban a descorcharse y a morro, cada uno con la suya, íbamos comenzando con nuestro festín que se prolongaba hasta bien entrada la tarde. Ir a pescar oricios; otra de las cosas que añoro. Casi, casi tanto como comerlos.

Bueno, por hoy viernes es suficiente. Voy a poner el agua a hervir para prepararme un té con limón. Disfrutad de este fin de semana, que lo tenéis seguro bien merecido. Un fuerte abrazo… ”y mañana más”.

jueves, 20 de enero de 2011

Día XCIII

Son las nueve y media de este jueves veinte de enero cuando comienzo a escribir el Blog. He pasado una buena noche y el día se despierta entre claros que anuncian un día apacible en lo climatológico. Habrá que abrigarse de todos modos un poco más para quienes vayan a salir de casa, que las temperaturas sí que han vuelto a bajar, y seguirán haciéndolo en lo que queda de semana.

Escribo mientras en mi portátil suena la música de Nino D’Angelo, uno de los cantantes napolitanos más famosos, y que únicamente canta en dialecto. Sin embargo su música llega igual a todos los rincones de Italia. Es algo que siempre ha sucedido con la música napolitana. No han sido pocos los grandes cantantes italianos de diversos estilos los que han hecho alguna incursión en la música de la capital de la Campania. Empezando por el insuperable Pavarotti. El napolitano, para quien no haya tenido nunca oportunidad de escucharlo, es un dialecto cantarín, muy agradable de escuchar, alegre, como son los napolitanos, aunque complicado de entender para quien únicamente conoce el italiano. En mi caso lo entiendo aceptablemente puesto que era más o menos lo que hablaban mis abuelos y la mayoría de la gente con la que me relacionaba cuando iba de vacaciones a Italia. Por eso de vez en cuando me gusta escucharlo. Me produce una mezcla de nostalgia y alegría imposible de describir. Una sensación de volver a estar allí pero al mismo de sentirme tan lejos. Una sensación agradable y dura a la par. Como lo es Nápoles y toda la Campania.

Hoy probablemente aprovechemos este mediodía para comer con mis suegros. Salir un poco de casa me ayudará a que la semana no se haga tan tediosa y monótona. Además hoy es San Sebastián y San Fabián en Quintes, una fiesta que se celebra en la parroquia mariñana con misa solemne y bailes regionales. Una pena que no pueda asistir en directo, pero me conformaré con escuchar los voladores desde casa.

Y también me vendrá bien para desconectar un poco del ordenador, que aunque no os lo creáis, ando con una tendinitis en el brazo derecho claramente producida por el uso continuado del portátil y del ratón. Cuando llega la noche tengo la zona tan dolorida que apenas puedo escribir nada. Así que si alguno de vosotros recibe un correo mío algo más corto o si tardo más en responder de lo habitual, ya sabe a qué se debe. Esto de las enfermedades producidas por la nuevas tecnologías es algo que ahora empieza también a estar de moda. Cada vez llega más gente a las consultas con problemas en las muñecas, los antebrazos o incluso en los pulgares por el uso continuado de móviles, mandos de videojuegos o simplemente del ordenador de trabajo. Se dice que algunos de los que ahora son niños, cuando lleguen a la adolescencia, tendrán los huesos artrósicos como si fueran jubilados. Un poco exagerado pero no tardaremos mucho en comprobar si es cierto.

Esta tarde lo que me toca es ponerme de nuevo las inyecciones de EPO. Como sabéis lo hago una vez cada jueves. No sé si será la EPO la causante de ese aumento en mi nivel de hemoglobina de la última semana, pero lo cierto es que sigo teniendo un buen número de reticulocitos –las células precursoras de los glóbulos rojos- en mi sangre, que apuntan a que la situación podría seguir mejorando. Mañana lo comprobaremos con una nueva analítica. Por cierto, tengo que elegir qué película me llevo para ver para pasar el rato en el Hospital de Día.

Y ahora a subirme un poco en la cinta y mover las piernas un buen rato. Disfrutad de este jueves… ”y mañana más”.

miércoles, 19 de enero de 2011

Día XCII

Son las cuatro y media de la tarde de este miércoles diecinueve de enero cuando comienzo a escribir el Blog. Hoy el día ha amanecido nublado, y así sigue a estas horas, pero al menos las nubes de momento no nos están dejando lluvia. Ayer ya tuvimos bastante. En realidad creo que no me importaría si no lloviera en lo que queda de mes. Complicado deseo para que se cumpla teniendo en cuenta que vivo en Asturias. Mi inigualable Asturias.

Esta mañana la he pasado como sabéis por el hospital de donde he vuelto pasadas las tres y cuarto, así que podemos decir que he tenido una buena ración de hospital. Me consuela saber que hasta el viernes no tengo que volver. No os podéis imaginar cómo está aquello con gente tosiendo por todas partes. La gripe se propaga como lo que es: un virus extremadamente contagioso. Además este año por lo que me han comentado los propios médicos ataca con especial virulencia. A veces pienso –reconozco que ahora más porque soy parte interesada, muy interesada- lo poco concienciados que estamos con el tema. En otros países creo que en ese sentido son más responsables a la hora de evitar el contacto con otras personas si piensan que pueden transmitirles algo. Pero aquí tenemos otra cultura. ¿Alguien se va a quedar en casa por una gripe y no ir por ejemplo a trabajar? Estaría mal visto. ¿Qué diría el jefe? ¿Qué dirían sus compañeros? En fin, que sé que no voy a cambiar el mundo que me rodea. Quizás lo que sí haga un día es llevarme una caja de mascarillas y repartirlas a todo el que vea toser. No estaría mal como campaña de prevención.

Bueno, vamos a lo que importa. La analítica de esta mañana por una parte muestra que las plaquetas siguen reacias a aumentar en número, pero puedo estar satisfecho de que al menos tampoco descienden. Los neutrófilos que se habían visto diezmados por la acción del medicamento en este caso se han mantenido, e incluso han experimentado un ligero incremento. Se ve que son luchadores y no se dejan vencer fácilmente; casi tanto como yo al Parchís, que sigo encadenando derrota tras derrota. Así que por el momento no voy a necesitar nuevas inyecciones de Neupogen. Y para el final he dejado lo mejor: la hemoglobina. El lunes si recordáis ya había subido casi un punto con respecto al viernes anterior, situándose por primera vez en mucho tiempo por encima de los nueve puntos; pues bien, hoy roza los diez puntos.

Hemos aprovechado además para echarle un ojo a mis niveles de triglicéridos y colesterol, más que nada por los excesos a los que últimamente estoy sucumbiendo, en forma de dulces y buenas comidas. Ha sido un alivio conocer así que están en niveles dentro de la normalidad –mejor el colesterol que los triglicéridos-, lo que he celebrado dando cuenta de unos bombones después de la comida.

Por otro lado hemos hablado de la posibilidad de que más avanzado el tratamiento, puedan probar a inyectarme el medicamento por vía subcutánea, lo que hasta hace no mucho todavía no estaba aprobado. Esto me permitiría acortar enormemente mi estancia en el Hospital de Día. De todas formas es algo que todavía tienen que valorar y no sería hasta que no disminuyamos la cantidad de corticoide que ahora mismo me están administrando en la premedicación, que de esta forma, podría pasar también a ser oral en lugar de por vía venosa como hasta ahora.

Del tratamiento en sí, poco que contar hoy. Todo ha ido sin problemas, como de costumbre. Para pasar el rato he dado por concluida la serie de películas de la saga Crepúsculo viendo la última, Eclipse. Al final le he cogido cariño a tanto vampiro y hombre lobo y espero con intriga el desenlace de la historia. Quizás no logre aguantarme y me compre el libro antes de que estrenen la película. Amanecer debería titularse.

Y ahora lo que toca es prepararme un té y pasar la tarde tranquilamente. Os envío un fuerte abrazo, garantizado al cien por cien libre de virus… ”y mañana más”.

martes, 18 de enero de 2011

Día XCI

Son poco más de las tres y media de este martes dieciocho de enero cuando comienzo a escribir el Blog. He preferido ponerme a ello en lugar de echar una siesta, porque llevo un par de días que por la noche me cuesta un poco más de lo habitual coger el sueño; a ver si de esta forma lo soluciono. Además tampoco me encuentro nada cansado. Hay veces que parece que el cuerpo te está pidiendo que le des un poco de reposo, pero no es el caso. Y eso que esta mañana caminé cincuenta minutos en la cinta.

Es increíble cómo ha cambiado el tiempo de ayer a hoy. Hemos pasado de unos días de sol a que la lluvia vuelva a ser protagonista. ¡Y vaya si lo está siendo! Desde primera hora no ha parado de llover y no tiene la menor pinta de que vaya a hacerlo en lo que queda de tarde. De todos modos las previsiones apuntan a que afortunadamente la situación irá mejorando conforme pase la semana. Como siempre digo ya veremos si aciertan.

Ayer por la tarde os comentaba que después del tratamiento me encontraba muy bien, y lo cierto es que mi situación no ha cambiado para nada desde entonces. De hecho he empezado la semana como acabé la pasada: perdiendo al Parchís. Pero como soy testarudo por naturaleza, hoy volveré a pedir revancha. Sólo quien no se rinde nunca puede lograr alguna vez una victoria. En ocasiones las victorias más importantes llegan cuando nadie espera por ellas. Nadie menos quien no se ha rendido. Yo nunca me rendiré. Tampoco al Parchís.

Esta mañana me la he pasado en su mayoría viendo el partido de tenis del Open de Australia que enfrentaba al local Hewitt contra el argentino Nalbandian. ¡Menudo partidazo! Se acabó imponiendo el sudamericano en cinco mangas, con un quinto set que se fue por encima de la hora y media de duración. En total fueron casi cinco horas de partido. Bueno, tampoco penséis que estuve ahí todo el tiempo sentado, que en estos partidos maratonianos a uno le da para hacer muchas cosas. Por ejemplo aproveché como os comentaba al principio para caminar en la cinta, que se hace mucho más ameno cuando hay algo interesante que ver por la tele.

Hoy he recibido un correo de una buena amiga que me ha hecho mucha gracia. Me escribía que le había regalado a su sobrina de trece años, por petición expresa de ésta, el libro Tengo Ganas de Ti, ese que precisamente estoy yo ahora leyendo. Parece ser que la niña había leído Tres Metros Sobre el Cielo –que es digamos la primera parte de la historia- y había quedado encantada con él. Mi amiga, por pura curiosidad, el día que le llevó el libro, le pidió que le dejara echarle un ojo. Cuál fue su sorpresa cuando se encontró justamente con un pasaje que digámoslo así, no es que fuera a priori muy adecuado para una niña de trece años. Como yo le respondía medio en broma, medio en serio, a esa edad yo leía las aventuras de Los Cinco o de Los Hollister. Pero ahora todo ha cambiado y parece lo más normal del mundo que un niño pueda leer un libro donde no hay lugar reservado para la inocencia. Diría que ni siquiera para la imaginación.

En fin, que nada más que contaros por hoy. Ahora lo que toca es descansar bien esta tarde que mañana volvemos al hospital para una nueva sesión de tratamiento. Cada vez me da más miedo lo de meterme ahí tantas horas porque cada vez son más los casos de gripe y el riesgo de contagio se incrementa. Yo de todas formas soy muy precavido y a parte por supuesto de ir provisto de mi mascarilla, intento no quedarme por ejemplo en la sala de espera si hay demasiada gente, aunque al final todo es cuestión de suerte. Pero como se suele decir también uno puede echarle una mano a la suerte.

Bueno, ya os diré qué tal me ha ido. Un fuerte abrazo… ”y mañana más”.

lunes, 17 de enero de 2011

Día XC

Faltan pocos minutos para las cinco menos cuarto de este lunes diecisiete de enero cuando comienzo a escribir el Blog. Hoy lo hago mientras escucho uno de mis cantantes italianos favoritos, Ligabue. Sé que la mayoría de vosotros ni habréis oído hablar de él, pero en Italia es un mito. Un mito, un adjetivo que a los italianos les encanta utilizar para definir a alguien realmente grande, a una persona que todos quisieran ser, aunque fuera por un instante. Un mito.

Pero bueno, a lo nuestro. Esta mañana he tenido visita a Cabueñes y de nuevo se me ha hecho un poco tarde, de modo que no hace ni media hora que he acabado de comer. En este caso el problema surgió a la hora de la consulta cuando mi historia médica no estaba y tuvieron que ir a por ella. No sé qué manía le han cogido a mi historia que no es la primera vez que esto ocurre. Debe ser que como es ya una carpeta bastante abultada y que debe pesar lo suyo, nadie quiere cargar con ella. Habrá que tomárselo con humor. Al final media hora arriba o abajo qué más da. No sé por qué a veces a todos nos atacan esas prisas cuando en realidad no tenemos otra cosa más qué hacer en todo el día. Creo que empiezo a desarrollar en mí el gen jubilado. Un poco prematuro por mi parte.

De los análisis más o menos lo esperado. Las defensas han bajado de forma notable, pero hemos de considerar que la última vez estaban muy hinchadas por las inyecciones de Neupogen. Sigo de todas formas en cifras de momento aceptables pero es probable que el miércoles pueda necesitar de alguna inyección extra. Por lo que se refiere a las plaquetas, como siempre las más remolonas, ahí siguen: ni para arriba ni para abajo. En cualquier caso el que se mantengan estables es positivo para no tener que recurrir a transfusiones. Y para el final dejo lo que más me sorprendió: la hemoglobina. Prefiero esperar de todos modos a la analítica del miércoles para confirmarlo, pero hoy tenía un punto más que el viernes, lo que es una subida importante. De hecho no recuerdo haber tenido un nivel de hemoglobina superior a los nueve puntos desde que me hacían transfusiones de sangre. Es cierto que sigo poniéndome EPO una vez por semana, pero la EPO no provoca subidas tan repentinas sino que su efecto es más gradual, así que a la espera de ver qué sale el miércoles, diría que mi médula ha fabricado este fin de semana un buen número de glóbulos rojos. Seguro que la fabada del sábado ayudó lo suyo.

En el Hospital de Día todo fue también según el protocolo habitual. Primero la premedicación, que me tiene "ocupado" durante aproximadamente una hora y media. Después la medicación en sí, que tarda dos horas, y finalmente un suero para reponer un poco fuerzas, que tarda otra media hora más. ¿Que cómo pasó todo ese tiempo tirado en una cama? Bueno, la primera parte es fácil, la de la premedicación, porque me la paso prácticamente toda durmiendo. Luego para la medicación, como se me hacía bastante pesada, lo que he hecho estos últimos días es cargarme películas en el iPad, de modo que me paso las dos horas inmerso en mi sesión de cine particular. Hoy en concreto he visto Luna Nueva, la segunda película de la saga de Crepúsculo –la primera la había visto el viernes-. Bueno, a muchos os sonarán y sabéis de qué van: fantasía, vampiros, adolescentes inmersos en amores imposibles, en fin, nada muy intelectual ni profundo que digamos, pero en ocasiones uno necesita simplemente entretenerse sin más. Las películas más complicadas prefiero verlas con mi mujer para que me las explique cada vez que me voy perdiendo.

Por lo que se refiere al día de ayer, repetí visita a mis suegros en Quintes. En este caso además subieron mis padres también a comer con nosotros. El día de nuevo acompañaba y uno no puede a estas alturas del año perdonar cuando viene un día así soleado. Fue un domingo de lo más tranquilo, de esos que sirven para que la semana que tienes por delante sea menos dura. El fin de semana que viene repetiremos seguro.

Y nada más por este lunes. Espero que todos tengáis una semana tan buena como la que confío yo en tener. Sobre todo en lo que se refiere al Parchís donde la pasada no conseguí ganar ni una sola partida. ¡Qué desesperación! Un fuerte abrazo… ”y mañana más”.

domingo, 16 de enero de 2011

Día LXXXIX

Son las once menos cuarto de este espléndido domingo dieciséis de enero cuando comienzo a escribir el Blog. Promete ser otro día de sol aunque algunas nubes que se ven a lo lejos podrían estropear un poco la tarde. Así que habrá que aprovechar bien la mañana y luego ya se verá.

Ayer fue un día perfecto. Por la mañana después de escribiros estuve haciendo cuarenta minutos en la cinta. A ver si hoy me da tiempo a hacer algo, aunque ya voy con el tiempo un poco justo. Después, subimos a Quintes a comer con mis suegros. No estuve demasiado tiempo fuera, pero al llegar sí que me di un mínimo paseo para respirar un poco de aire y sentir un el sol sobre mi cara, que ya casi había olvidado esa sensación.

La comida fue la que todo enfermo convaleciente necesita para recuperarse: una espectacular fabada con todo su compango. Como no podía de ser de otro modo, un culín de sidra también cayó, pero os juro que fue sólo uno. La verdad es que cuando acabé mi plato de buena gana me hubiera tomado otro, pero tampoco hay que abusar, y además había que dejar sitio para el postre: un delicioso pijama que preparó mi mujer.

Después de la obligatoria siesta que a toda buena fabada ha de seguir, bajamos para ver el partido del Sporting en casa. ¡Por fin una victoria! Nunca pensé que pudiera ser además de forma tan fácil. Un partido de los que hacía tiempo que no recordaba, sin temer en ningún momento por el resultado, aunque también es cierto que este Sporting siempre te deja un poco a ver qué puede liar, pero ayer parecía imposible. Esperemos que esta victoria sea la primera de todas las que necesitamos para salvarnos, que todavía sigue siendo un objetivo muy complicado.

Después de cenar estuvimos viendo la peli que echaban por Antena3. Acostumbrados como estamos a ver películas del disco duro o del Plus, sin publicidad, lo de tener que aguantar cortes de quince minutos para anuncios es algo que se lleva muy mal, y más a ciertas horas de la noche. Pero bueno, por una vez tampoco pasa nada y además era sábado y podíamos permitirnos irnos un poco más tarde de lo habitual para la cama.

La noche fue igualmente tranquila. Dormí bastante bien y esta mañana me encuentro otra vez con las pilas bien cargadas para lo que se presenta como otro día de descanso antes de volver mañana al hospital para afrontar la primera de las tres sesiones de tratamiento que esta semana me tocarán. Será la segunda semana completa y quizás podamos empezar a sacar alguna conclusión, aunque lo más probable es que haya que esperar todavía un poco más.

Lo importante es que mis sensaciones siguen siendo por lo general buenas con lo que no sé si el tratamiento estará acabando con la enfermedad, pero al menos, yo diría que sí la está controlando. Ahora mismo no lo recuerdo con exactitud pero creo que hace casi dos meses de mi último ciclo de quimio y desde entonces, me he mantenido más o menos estable. Ahora, ¡a por el tercer mes!

Bueno, a disfrutar del domingo, nada de vaguear y hacerse los remolones, que mañana es lunes. Un fuerte abrazo a todos… ”y mañana más”.

sábado, 15 de enero de 2011

Día LXXXVIII

Son las diez y cuarto de la mañana de este soleado sábado quince de enero cuando comienzo a escribir el Blog. El día ha amanecido espectacular, no se ve una nube y la temperatura a estas horas supera ya los diez grados. Por una vez no se cumple aquello de que llegue el fin de semana y con él las lluvias.

Ayer después de escribiros pasé el resto de la tarde apaciblemente sin ninguna molestia. Hubo tiempo así para jugar una partida al Parchís –que de nuevo perdí- y después de cenar vimos una peli que teníamos grabada, Australia, protagonizada por Nicole Kidman y Hugh Jackman. Típica película de aventuras pero que cumple su misión principal que es la de entretener. Ideal para la noche de un viernes.

Todavía estuve leyendo un poco antes de dormir. Ahora estoy con un el nuevo libro de Moccia, Tengo Ganas de Ti, que es la continuación del famoso Tres Metros Sobre el Cielo. Así que entre una cosa y otra apagaría la luz cerca de la una. La noche la pasé bien, o lo que se entiende bien para mí, que básicamente significa despertar tres o cuatro veces durante la misma. Aun así sigo conservando la misma facilidad para despertarme como para volver a dormirme, así que tampoco me molesta demasiado y sumando, sumando, al final dormiría mis ocho horas reglamentarias.

Esta mañana me desperté con muy buenas sensaciones, mejores aún cuando primero vi el tiempo que hacía y después cuando di buena cuenta de un generoso desayuno. Probablemente comamos así con mis suegros y hasta me anime a dar un paseo si sigue subiendo la temperatura. Un poco de sol no me vendrá mal, que estoy más pálido que los vampiros de Crepúsculo.

Luego por la tarde tenemos cita obligada con nuestro Sporting que juega en El Molinón contra el Hércules, en lo que será su enésima final de aquí a final de temporada para salvar la categoría. A ver si la camiseta que en su día me regalaron firmada por los jugadores, además de por Preciado y Quini, y que esta misma semana he colgado ya enmarcada, nos trae suerte. Digo yo que alguna vez tendremos que ganar, ¿no?

En fin, que como os digo hoy toca disfrutar de este sábado que se presenta tranquilo y agradable. Y mientras yo siga así siento que puedo tirar con lo que sea. De todos modos tampoco me engaño y sé que probablemente vendrán días malos, pero ¿para qué ponerse a pensar en ellos ahora? Lo mismo pasan de largo…

¡Ah!, que no se me olvide: hoy a primera hora justo antes de ducharme la báscula marcó unos 70.0 kgs que casi me hacen darle un beso. Desde la última vez que estuve ingresado he recuperado siete kilos y ahora estoy mucho más cerca de mi peso ideal. A poco que siga ejercitándome en la cinta y comiendo bien, como no dejo de hacer, seguro que lo lograré.

Bueno, pues nada más que añadir. Simplemente que espero que de verdad aprovechéis este finde que acaba de ver la luz. Un fuerte abrazo a todos… ”y mañana más”.

viernes, 14 de enero de 2011

Día LXXXVII

Son casi las cinco de la tarde de este catorce de enero cuando comienzo a escribir el Blog. Aunque os resulte difícil de creer ahora mismo he acabado de comer, así que como os podéis imaginar, la mañana por el hospital fue más larga de lo esperado.

Vayamos por partes: para empezar como de costumbre a las ocho había quedado, en este caso con mi hermano, para subir al hospital. Me sacaron la sangre como siempre muy rápido, sin apenas esperas. El primer problema vino luego, ya que la consulta se retrasó más de lo habitual, de modo que para cuando entré eran casi las diez de la mañana.

Los resultados de la analítica no han sido malos. Por un lado ha habido una ligerísima subida en el nivel de hemoglobina, mientras que las plaquetas también han experimentado un discreto incremento. Los que más han aumentado con diferencia han sido los neutrófilos, o sea, las principales defensas contra bacterias y hongos. Esto guarda relación con las inyecciones de Neupogen que me había puesto en los días anteriores, aunque por supuesto es una buena señal en el sentido de que el Neupogen no se saca las defensas de la manga si éstas no se encuentran presentes en la médula. Lo que hace es obligarlas a salir al sistema circulatorio periférico, pero nada más. De modo que si aparecen es porque mi médula las está fabricando, y eso como digo, es bueno. Ahora sólo falta que además de neutrófilos comiencen a fabricarse glóbulos rojos y plaquetas.

Aun así conviene distinguir los neutrófilos de los linfocitos, que son los que ahora mismo tengo prácticamente a cero como consecuencia del tratamiento. Éstos son los que se encargan de proteger al cuerpo de posibles infecciones causadas por virus tanto externos como internos. En estos momentos podríamos decir que estoy completamente inmunosuprimido, como si de un enfermo de SIDA por ejemplo se tratara. Por ello, a pesar de que mi nivel de neutrófilos sea alto, sigo en alto riesgo de contagio por lo que tengo que mantener la guardia más alta que nunca.

En el Hospital de Día todo fue más o menos como cualquier otro día, salvo que tuvimos que esperar también un poco más de lo habitual para que desde Farmacia enviaran el medicamento, con lo que acumulamos otra media hora de retraso. Al final, cuando acabamos eran las tres y media pasadas. No estuvo mal. La buena noticia es que ahora tengo todo un fin de semana para desconectar y relajarme. Las sensaciones son además buenas. Me encuentro muy bien tanto a nivel físico como mental, por lo que creo firmamente que vamos por el buen camino. Siento que es así.

Es una pena cómo ha cambiado el día. Después de una mañana con un sol espléndido y con una temperatura casi primaveral, ahora que os escribo el cielo está completamente gris, aunque se mantienen unos dieciséis grados inusuales para la época en la que estamos. A ver si con un poco de suerte tenemos buen tiempo para el sábado y el domingo. ¿Quién sabe? Lo mismo me hago una escapada. Hay que disfrutar el momento.

Bueno, por hoy me despido, que tengo un montón de mails a los que dar respuesta. No me gusta dejar atrasado el correo; es una manía como otra cualquiera que tengo. En fin, lo dicho, que tengáis todos un muy buen fin de semana… ”y mañana más”.

jueves, 13 de enero de 2011

Día LXXXVI

Son las cinco y cuarto de la tarde de este jueves trece de enero cuando comienzo a escribir el Blog. Ahora mismo el tiempo está nublado pero hemos podido disfrutar de una mañana soleada como llevábamos tiempo sin poder hacer y con una temperatura de lo más agradable.

La tarde de ayer, después de escribiros, fue como esperaba tranquila. Tuve tiempo hasta para dejarme ganar al Parchís por mi mujer, que como ya sabéis es algo que suelo hacer con frecuencia. En realidad con tanta frecuencia como que lo he vuelto a repetir este mediodía después de comer.

La noche la pasé mucho mejor que la anterior, apenas sudé y dormí hasta cerca de las nueve. Luego como de costumbre un desayuno de los que a mí me gustan y a pasar la mañana entre mails, Internet y algo de tele mientras hacía cinta. Hoy he caminado cuarenta minutos, siempre a ritmo muy lento, pero con muy buenas sensaciones. Probablemente esta tarde repita sesión, aunque más corta, que tampoco hay que abusar. Lo mismo noto las inyecciones de EPO que me puse a las doce. De momento y hasta nueva orden sigo poniéndolas cada miércoles.

Estuve también buena parte de la mañana entretenido haciendo una quiniela para jugar con mis amigos de la pandilla. Como en la lotería de El Niño recuperamos parte de lo jugado, bastante más de lo que hicimos en la de Navidad, hemos decidido probar suerte con la quiniela. Alguno recordó mis tiempos de quinielista en la facultad, cuando teníamos una peña y nos dedicábamos a hacer apuestas condicionadas por ordenador –sin mucho éxito la verdad- y con esa excusa me empaquetó la responsabilidad de jugar el dinero recuperado. Así que estuve recordando viejos tiempos y ya la tengo cubierta y lista para validar. Lo de las quinielas condicionadas es un auténtico vicio que engancha. Al final el tema no es más que juegas una serie de triples y dobles por un precio muy inferior al que pagarías si en realidad jugaras todas esas combinaciones. Porque lo que haces es condicionar una serie de resultados de modo que sólo estás jugando un porcentaje determinado de todas las apuestas posibles. Bueno, así dicho y tan mal explicado suena un poco incomprensible, pero de verdad que en absoluto lo es y se pueden obtener resultados sorprendentes. Ya os contaré que tal nos fue. Lo bueno en el caso de que no rasquemos nada –que será lo más probable- es que no podrán darme una paliza por razones humanitarias.

Así que si tuviera que definir el día de hoy, diría que está siendo de los que me a mí me gustan: sin molestias, sin fiebre, con ganas de hacer cosas, buen humor, y por supuesto, con un apetito que devoro lo que me ponen por delante. Si es que además no paran de tentarme. Por si no tuviéramos poco hoy llegaron mis suegros con un cargamento de arroz con leche casero, que vamos, me río yo del de Casa Gerardo. Así que para esta noche, después de unos chipirones rellenos, especialidad de mi madre, tenemos postre más que asegurado.

Por otro lado esta semana he recibido la siempre feliz noticia de que para este año tenemos un par de bodas en vistas, una además dentro de la familia, ya que se casa uno de mis primos. La otra como si lo fuera. Ambas son para la segunda mitad del año, así que es un motivo más que tengo para estar en plena forma para esa época, porque por nada del mundo me las quisiera perder. No recuerdo una boda en la que me lo haya pasado mal nunca. Al contrario, en algunas de ellas he pasado noches memorables. Ya os contaré otro día alguna historia.

Por hoy de momento es suficiente. Mañana como sabéis me toca visita al hospital. Primero analítica y luego si todo va bien el tratamiento. Un fuerte abrazo … ”y mañana más”.

miércoles, 12 de enero de 2011

Día LXXXV

Son las cuatro pasadas de este miércoles doce de enero cuando comienzo a escribir el Blog. Acabo de comer ya que hoy he regresado un poco más tarde de lo habitual. Como me he pasado buena parte del tiempo allí transcurrido durmiendo me encuentro descansado y prefiero no dormir la siesta, no vaya luego por la noche a quedarme en vela. En lugar de eso me estoy tomando un té con limón mientras escucho algo de música, concretamente la banda sonora de la película Crazy Herat, interpretada por Jeff Bridges, y que ganara los óscars al mejor actor y a la mejor canción en el 2009. Es música country ya que la película narra la historia de una vieja gloria de este género de música, que vaga por garitos sobreviviendo a base de alcohol y recuerdos que no volverán. La película realmente me gustó. Quizás influyera el que aun sin saber el motivo y aunque pueda sonar extraño, siempre me ha encantado la música country. Creo que uno de mis sueños sería estar perdido en uno de esos bares de carretera, en mitad de la nada, de los que abundan por la geografía norteamericana y sólo vemos en las películas, rodeado de personajes de lo más variopinto, escuchando un buen concierto de country en directo mientras saboreo una cerveza.

Esta noche supongo que en buena parte por los nervios de tener hoy que ir de nuevo al hospital no dormí demasiado bien. De hecho volví a sudar bastante, cosa que llevaba tiempo sin hacer, o al menos no tanto. Pero bueno, esto también guarda relación con la enfermedad y sirve para recordarme que sigue ahí. Luego, no sé bien a qué hora, y sigo sin entender muy bien cómo, golpeé con la frente en el borde de la cabecera de mi cama. Digo que no lo entiendo porque el borde estará como a cuarenta centímetros de altura respecto a la almohada, así que el giro que debí hacer incorporándome al mismo tiempo tuvo que ser de campeonato. No me hice nada, simplemente un raspón que apenas se nota. Siempre he tenido afición a eso de darme golpes mientras duermo, con la mesita, con la pared si tengo alguna cerca, o a caerme incluso de la cama en uno de los cientos de giros que me doy cada noche. Recuerdo cuando tenía poco más de ocho años que tuve que ir a que me dieran unos cuantos puntos de sutura precisamente por abrirme la ceja contra la esquina de mi mesita. Tuve suerte que mi hermano se percató de la sangre en la almohada gracias a que se encontraba todavía leyendo cuando yo, quien sabe si emulando a mi ídolo Quini, golpeaba con fuerza el mueble traicioneramente pegado a mi cama.

Por lo que se refiere a esta mañana, para empezar los análisis siguen mostrando una ligera caída de las defensas mientras que la hemoglobina y las plaquetas resisten de momento el envite. Lo cierto es que el nivel que ahora mismo tengo de neutrófilos está al límite y si el viernes no remontan o por lo menos se mantienen, tal vez tengamos que suspender por precaución la sesión y dejarla para el lunes a la espera de que mejoren. Confío en que reaccionarán a tiempo.

La mala suerte que tuvimos hoy fue que cuando bajamos al Hospital de Día todas las camas estaban ocupadas, así que hubo que esperar a que se liberara una, con lo que perdimos casi una hora. Fue por ese motivo por el que hemos llegado tan tarde a casa, porque en realidad, lo que es el tratamiento en sí, fue como siempre, salvo por el hecho de que al concluirlo me añadieron una bolsita de suero que tardaría unos veinte minutos en pasar, para prevenir en parte que pudiera repetirse el episodio que sufrí el lunes cuando llegué a casa. No sé si por el suero, o porque hemos vuelto a la dosis de corticoides de 300mg –el lunes pusimos sólo 200mg- hoy no he notado nada raro en absoluto y a estas horas me encuentro francamente bien.

Así que nada, lo que toca es descansar bien toda la tarde, disfrutando aunque sea desde detrás de una ventana de este día de sol. Parece que no o tal vez sea sensación mía, pero ya empieza a notarse poco a poco cómo van creciendo los días. En un mes lo notaremos muchísimo más. Además febrero es el típico mes que pasa rápido, casi como si no existiera. Es increíble lo que pueden notarse esos tres días de menos. O quizás sean las prisas que todos tenemos porque llegue la primavera; o las que teníamos en tiempos porque pasaran los dichosos exámenes.

Bueno, que noto que estoy desvariando demasiado y por hoy es suficiente. Un fuerte abrazo … ”y mañana más”.

martes, 11 de enero de 2011

Día LXXXIV

Son poco más de las cinco y cuarto de la tarde de este martes once de enero cuando comienzo a escribir el Blog. Antes, he puesto a calentar agua para prepararme un té con limón que me ayude a despertar un poco de este sopor con el que uno siempre se levanta después de dormir la siesta. Para hoy he escogido un té verde con aromas de naranja. No penséis que es nada sibarita. Es de la marca Twinings, viene en bolsitas y se compra por ejemplo en el Supercor. Dentro vienen diversas variedades, todas de té verde: con aromas de jazmín, azahar, limón, manzana o el mencionado de naranja. Con los tés me gusta ir probando cosas, aunque reconozco que precisamente no me gustan los que tienen un alto contenido en teína. Recuerdo que hubo una temporada en la oficina en la que me tomaba dos o tres tés rojos todos los días. Era cuando andaba yo con el tema de querer bajar de peso y decían que el té rojo era el mejor quemador de grasas natural que existía. Me hace gracia ahora que lo que quisiera es justo lo contrario: coger algún kilo.

Ayer fue una jornada bastante agitada. Entre lo del hospital y luego la tarde un poco revuelta que pasé, digamos que no fue el mejor de los días. Más que nada fue por el mal cuerpo que nos quedó después del pequeño susto comiendo. Luego pensando, es verdad que en otra ocasión me había pasado algo parecido pero mucho más leve. Ayer por un momento pensé que me desmayaba. Esta mañana hemos vuelto a hablar con la médico sobre el tema y parece ser que es lo que suponíamos: al reducir la dosis de corticoides previa de 300mg a 200mg se ve que mi cuerpo no toleró tan bien el medicamento y sufrió esa reacción. Para mañana probablemente volvamos a la dosis de 300mg y la mantengamos al menos esta semana como medida de precaución. De todos modos en realidad durante la tarde estuve bien y pude cenar con total normalidad y con el mismo apetito de siempre.

Pero hoy sin duda me encuentro mucho mejor. Es algo que noté nada más levantarme esta mañana. Desayuné como a mí me gusta: un poco de esto, otro poco de aquello… por supuesto algo de Panettone que todavía queda… Luego me encontraba tan bien que hasta me animé otra vez a subirme a la cinta. Caminé media hora, pero eso sí, a ritmo muy lento. Lo importante es moverse un poco, algo que le puede venir muy bien a mis defensas.

Sigo leyendo multitud de información sobre el tratamiento que estoy recibiendo. Hay gente que prefiere no leer nada. A mí me gusta estar informado lo máximo posible y saber los riesgos a los que me enfrento y que asumo. Lo que ocurre es que en este caso apenas se encuentran estudios sobre el uso de este medicamento en el tratamiento de linfomas como el mío, puesto que es una vía abierta no hace mucho tiempo y no exenta de debate. Baste decir que en mi hospital hasta el momento sólo han sido dos las personas tratadas con este medicamento en el caso de un linfoma, y sin ser exactamente el mismo tipo. Mi única coincidencia con ellos es que como a ellos las primeras líneas de tratamiento fracasaron. En principio a las dos les fue aceptablemente bien, y una de ellas curiosamente era una señora de ochenta años; así que bueno, quiere esto decir que a veces un cuerpo que puede parecer más castigado, como podría ser también mi caso, puede dar una grata sorpresa al resistir primero y responder después de forma satisfactoria al tratamiento.

Esta tarde lluviosa voy a seguir dedicándola sobre todo a descansar y leer un poco. De verdad que en días como éste a veces me cuesta creer que estoy enfermo por lo bien que me siento. Vale que me encuentro un poco cansado, que el corazón se me agita a poco que me esfuerce y que no estoy por ejemplo ni mucho menos para salir a correr como solía hacer. Pero creo que si me dijeran que iba a ser así el resto de mi vida podría acostumbrarme a ello y lo firmaba ahora mismo. Pero por desgracia no es el caso. O tal vez sí lo será algún día, pero antes hay que acabar con la enfermedad. No puede haber tregua.

Hablando de leer, hoy leía precisamente en la prensa regional un artículo que había referente al Sporting, y que mencionaba el antiguo cine Albéniz. Traté entonces de recordar la de películas que habría visto en aquella sala de cine, lo mismo que en las de los desaparecidos Goya, María Cristina, Robledo, Hernán Cortés o Arango. Me puse entonces a investigar un poco y descubrí por ejemplo que la primera proyección de cine realizada en Gijón fue nada menos que en 1896, un doce de agosto –de nuevo la fecha del cumpleaños de mi padre de por medio-. Fue en el antiguo Teatro Jovellanos. Posteriormente se abrió el Goya, en 1910, inaugurado con el nombre de Versalles, teniendo así el honor de ser el primer edificio de la ciudad destinado a albergar la sala de un cine. Todavía recuerdo la pena que me dio cuando allá por el 1987 lo demolieron para construir lo que ahora es el Hotel Begoña. Aun así cualquiera de estos vetustos cines lograron mantenerse abiertos durante periodos de tiempos muy superiores a las salas multicines que como los Hollywood o posteriormente Los Fresnos, trataron de hacerse un hueco en la vida social de la ciudad. Ir al cine nunca volvió a ser lo mismo. Y no digamos ya en las macrosalas que ahora existen. ¿Tendrán también sus días contados?

Bueno, por hoy os dejo; mañana me toca darme una vuelta por Cabueñes así que os contaré qué tal siguen las cosas. De momento aprovechad lo que queda de este martes… ”y mañana más”.

lunes, 10 de enero de 2011

Día LXXXIII

Son las cinco y cuarto de la tarde de este lunes diez de enero cuando comienzo a escribir el Blog. Acabo de levantarme de dormir una siesta porque realmente la necesitaba después de sentirme muy fatigado a la vuelta del hospital, y eso que me había pasado allí buena parte del tiempo dormitando mientras me iban administrando el tratamiento.

¡Qué contraste con el día de ayer! Me sentí muy bien durante toda la jornada y de hecho hasta me atreví a caminar un cuarto de hora en la cinta. Mis padres vinieron a comer conmigo a casa y luego estuvimos viendo juntos el partido del Sporting, con el resultado que todos sabéis: otro empate in extremis y un solo punto cuando lo que necesitamos con urgencia es sumar de una vez por todas de tres en tres. En fin, peor habría sido venir derrotados.

Esta mañana como sabéis tocaba subir a Cabueñes a primera hora. La analítica ha mostrado un descenso en las defensas, los neutrófilos, lo que ha llevado a mi médico a recetarme nuevamente las inyecciones de Neupogen. Por lo que se refiere a la hemoglobina y las plaquetas apenas han sufrido variaciones, es decir, que siguen un poco bajas. ¿Podemos asumir como normales estos resultados? Bueno, si algo he aprendido en todo este tiempo es que hablar de normalidad o anormalidad en una enfermedad como la mía es muy complicado. Basta considerar que existen no menos de treinta tipos de linfomas no Hodgkin, de entre los cuales, casi la mitad corresponden a los de células T, si bien su incidencia (un 10% de los linfomas totales), mucho menor, y su agresividad, por el contrario mayor, los diferencia claramente de los de células B, algo más previsibles y con mejor pronóstico a medio plazo.

Es por eso que cuando uno lee estudios en los que se analizan grupos de casos, se encuentra en primer lugar con que se trata por lo general de grupos muy reducidos y bastante heterogéneos, sobre todo en el caso de los que se refieren a linfomas de células T. Y en segundo lugar, una y otra vez todos los estudios llegan a la misma conclusión que suena como un anhelo: sería necesario un tratamiento específico para cada paciente porque es imposible predecir con exactitud los resultados que de aplicar un tratamiento u otro pueden generarse en un mismo paciente, del mismo modo que no es posible extrapolar resultados positivos en un paciente a otro incluso cuando este tuviera similares características, tanto físicas como asociadas a la enfermedad.

Así que volviendo a la pregunta: ¿son normales los resultados de mis últimas analíticas? Podrían serlo, pero tampoco podemos afirmarlo con seguridad. Hay que tener en cuenta que mi médula se encuentra un poco saturada con tanto tratamiento, después de los seis ciclos de CHOP de quimioterapia recibidos antes del trasplante, del propio trasplante y del posterior intento nuevamente con quimio con ciclos de ESHAP/IFE una vez sufrí la recaída. Es probable por ello que requiera un poco más de tiempo para salir a flote y que tengamos que esperar todavía alguna semana para saber si vamos por el buen camino.

Como os comentaba al inicio, después de pasar la mañana en el hospital llegué muy cansado a casa. Tanto que a la hora de comer noté que me faltaba casi el aire. Tuve que echarme un rato así en el sofá por lo que seguramente fue una bajada de tensión unida a la taquicardia con la que llego cada vez que me suministran el tratamiento. Ahora me encuentro mejor, y espero pasar una tarde y noche tranquilas. Hasta el miércoles no toca volver al hospital y de lo que se trata ahora es de aprovechar este tiempo en casa para desconectar un poco, aunque no siempre es fácil.

Bueno, comienza con esto una nueva semana que a pesar de todo, espero sea tan llevadera como la pasada. Un fuerte abrazo… ”y mañana más”.

domingo, 9 de enero de 2011

Día LXXXII

Son las diez y media de la mañana de este domingo nueve de enero cuando comienzo a escribir el Blog. El día ha vuelto a amanecer lluvioso y las temperaturas parecen también haber descendido. Esto hace que la gente se vuelva un poco más remolona a la hora de salir de casa, algo que compruebo por las pocas personas que en estos momentos veo pasear por la calle desde mi ventana. La mayoría de ellas lo hacen con la fiel compañía de un perro, por lo que intuyo que probablemente sea más por obligación que por ganas.

Hoy me he vuelto a levantar bastante temprano para ser un domingo, aunque he dormido muy bien. Así a las nueve y media ya estaba preparándome el desayuno. Mis sensaciones son muy buenas lo que me hace concebir esperanzas para los análisis de mañana. No me siento cansado ni fatigado, aunque eso normalmente suele ser más bien al atardecer. Debe ser que las pilas no me dan para todo el día.

Ayer pasé toda la jornada en casa, algo que repetiré hoy, pero no penséis que tuve tiempo para aburrirme. La mañana pasa volando entre que te pones a contestar el correo, escribes algo y lees cuatro noticias. También estuve viendo la tele, deportes invernales, lo normal a estas alturas de temporada. La suerte que tengo es que en tema de deportes me vale cualquier cosa.

Después de comer y de la correspondiente siesta, mi mujer y yo –más ella que yo- nos pusimos a preparar una tarta de queso. Debe ser que hemos comido pocos dulces estas Navidades que todavía nos hace falta “fabricar” alguno más. Pero bueno, a una tarta de queso uno no se puede resistir. Hoy le hincaremos el diente para ver qué tal ha salido.

Justo cuando acabamos con la tarta, llegó la “visita” de mi ahijada con sus padres. Digo visita entre comillas porque mis visitas sociales se reducen a que piquen al timbre, que mi mujer baje a abrir, les acompañe hasta el parque situado frente a nuestra casa, y yo desde ahí asomado les salude. Pero aun así merece la pena, y ayer más si cabe. Teníamos que darle a la pequeña Águeda los regalillos que los Reyes habían dejado para ella debajo de nuestro árbol. Así que aunque desde la ventana, pude ver con qué satisfacción los abría y cómo jugaba con ellos. Y cómo miraba hacia arriba buscándome cuando sus padres le decían que me dijera hola y me mandara un besín. Y aquellos besos, los sentía llegar a mí como si los estuviera recibiendo de verdad en mi cara.

Luego nos llegó la hora de la cena y tras ésta la correspondiente película del sábado, nada del otro mundo pero suficiente; una bastante antigua de Bruce Willis. Con decir que en ella todavía lucía flequillo…

Para esta tarde por supuesto la cita ineludible es a las cinco con el partido que el Sporting juega en Santander. Como gritaban las legiones romanas antes de entrar en lucha: vencer o morir. Sin llegar a ese radicalismo la situación es que de no ganar en Santander y con toda una vuelta por jugarse, el equipo tendría ya pie y medio en Segunda. Vamos a darles el enésimo voto de confianza. No sé si merecen tanto.

Bueno, pues nada más, que aunque sea domingo seguro que más de uno estará pensando en irse a aprovechar que la mayoría de los comercios abren por las dichosas Rebajas. Así que por hoy me despido… ”y mañana más”.

sábado, 8 de enero de 2011

Día LXXXI

Son las once de la mañana de este sábado ocho de enero cuando comienzo a escribir el Blog. Después de una noche bastante lluviosa ha amanecido con algún que otro claro, aunque las previsiones no es que sean demasiado alentadoras. Por lo menos las temperaturas se mantienen en unos agradables catorce grados. Algo es algo.

Me he levantado cerca de las diez después de haber descansado bastante bien. Me costó eso sí dormirme más de lo que es normal para mí, que soy de taparme con las sábanas, dar media vuelta y estar ya roncando. También es lógico porque por la mañana en el hospital había estado cabeceando unas cuantas horas mientras me ponían el tratamiento y luego todavía dormí una buena siesta por la tarde de casi una hora.

Antes del desayuno me pesé –llevaba tiempo sin hacerlo- y me llevé la grata sorpresa de que he recuperado un par de kilos desde la última vez que me había subido a la báscula. Se ve que las buenas comidas durante estas semanas y los postres navideños han surtido efecto. De todos modos todavía necesitaría coger al menos otros tres o cuatro más para estar en un peso próximo al que sería óptimo para mí.

Este fin de semana me fastidia un poco el tener que quedarme encerrado en casa, ya que como os había comentado, las defensas me han bajado y no es conveniente que ande por ahí arriesgándome a pillar cualquier cosa. No es que vaya a pasar nada, pero mejor prevenir, que fines de semana quedan muchos por delante. Además al tener también baja la hemoglobina me fatigo con facilidad, así que por ejemplo si salgo de casa, para volver, el tener que subir hasta el tercero por las escaleras me pone el corazón a mil. Es cuando más lo noto. Caminando en llano, por ejemplo en la cinta, no se me acelera tanto.

Así que nada, para hoy –y mañana- tocará mucho Internet, mucha tele, algo de lectura y seguro que alguna que otra partida al parchís con mi mujer, a la que por cierto ayer conseguí derrotar. Luego el lunes veremos qué tal salen los análisis y si podemos plantearnos algún paseo si el tiempo acompaña.

Lo principal es que pasemos estas primeras semanas de tratamiento sin problemas. Antes de comenzar tenía mis dudas y miedos pero después de haber recibido ya dos dosis de 30mg sin mayores contratiempos tengo plena confianza en que podré llevarlo adelante con éxito. Y estoy convencido de que lograremos además el objetivo de hacer desaparecer la enfermedad para muy pronto estar pensando en el trasplante. Ahí es donde nos jugaremos el todo por el todo. Pero para ello es importante llegar en las mejores condiciones posibles.

Hoy que es sábado no me quiero enrollar demasiado, que tenéis todo un fin de semana por delante con un montón de cosas seguro en la cabeza que hacer. Así que aprovechadlo al máximo… ”y mañana más”.

viernes, 7 de enero de 2011

Día LXXX

Son casi las cinco de la tarde cuando comienzo a escribir el Blog en este siete de enero, día en el que dan inicio en casi todas partes las Rebajas, y que con el que se dan por concluidas las fiestas navideñas. Ahora no queda más que contar los días que faltan para las próximas. La abuela de mi mujer solía decir que un día era Santa Ana y al siguiente Navidad. ¡Cuánta razón tenía! La sabiduría de los mayores.

Ayer como os había anticipado celebramos de nuevo una comida familiar aprovechando que mi estado era bueno. Ese fue en realidad el mejor regalo de Reyes que recibí, aunque como también os había contado en blog de ayer, cayeron algunos regalillos más. Se ve que me había portado bien.

Durante la comida nos llevamos la sorpresa de que nuestro párroco de El Coto, quien por cierto es también Capellán del Sporting, Don Fernando Fueyo, había repartido con sus papeletas de lotería el número anterior al primer premio del Sorteo del Niño. Concretamente vendió el 70012 mientras el número agraciado con los dos cientos mil euros al décimo fue el 70013. Nosotros alguna papeleta llevamos, así que por supuesto que te presta –son algo menos de setenta euros por euro jugado-, pero luego piensas que por un número cada papeleta podía valer diez mil euros y la sensación es extraña, por definirla de algún modo. Se da la circunstancia además de que como sabéis en El Niño los números se extraen cifra a cifra, así que puedo imaginarme el infarto que le daría a alguno en el barrio si estaba en ese momento viendo la tele. Como dijo Don Fernando, nos faltó un rezar padrenuestro para habernos llevado el premio gordo. Aun así como siempre lo que toca es estar agradecido, que a otros les ha ido peor, y sobre todo, pedir lo principal y que nunca nos cansamos de repetir: que haya salud.

Mi buena suerte siguió en la sobremesa de la comida, puesto que me tocó la figurita escondida en el roscón de Reyes. Bueno, sobre esto sí que hay mil versiones: que si al que le toca tiene que pagar el roscón el año que viene, que si tiene que ponerse la corona que trae el roscón… Yo me quedo con la que dice que será una persona a la que durante todo el año la fortuna le sonreirá. Con esa idea me guardé la figura en mi bolsillo y la pienso llevar a todas partes conmigo.

Pasando al día de hoy, a primera hora me tocaba analítica en Cabueñes. Los valores han salido algo más bajos que los de la última que habíamos hecho el miércoles. Tanto la hemoglobina como las defensas y las plaquetas han descendido. De momento vamos a esperar a ver cómo paso este fin de semana y el lunes, que es cuando tengo que volver, veremos si procede realizar alguna transfusión y tal vez, pensar en poner alguna inyección de Neupogen para elevar las defensas. La idea no obstante es que no realice muchos esfuerzos y que extreme las precauciones a la hora de evitar el contacto con personas, salvo con aquellas que sea estrictamente necesario.

Después de la analítica procedimos al tratamiento habitual, es decir, la dosis de 30mg, con la premedicación previa. Como tenía la vía puesta todo ha ido si cabe más rápido. Aun así hoy he preferido quitarla para estar más tranquilo el fin de semana. Luego lo que haremos será volver a ponerla el lunes y dejarla hasta la sesión del viernes. Cuantos menos picotazos mejor: menos riesgo de infecciones.

Yo me sigo encontrando bien, aunque es cierto que tal vez algo más cansado, lo que es normal por el nivel de hemoglobina, y quizás a estas horas con un ligero dolor de cabeza. Lo fundamental es que siga sin indicios de fiebre porque por lo que se refiere por ejemplo a la taquicardia, por lo visto otros días, parece claramente un efecto pasajero del tratamiento, y que va remitiendo conforme pasan las horas.

¡Ah!, con la comida me llegó a casa el último regalo de Reyes. Era un encargo de mi mujer y que se retrasó un poco más de lo esperado por el tema de las fiestas y que debían estar saturados de pedidos. Como digo ha sido el último pero como si hubiera sido el primero, porque ¡vaya sorpresa que me he llevado! Es un precioso calendario en el que en cada hoja, mes a mes, aparecen fotos nuestras de años anteriores justamente en esos meses. Ahora mismo lo tengo delante y recuerdo así a través de sus instantáneas nuestros primeros días de Enero en Praga en el 2008, en Roma en el 2005… ¡o en Punta Cana!, más recientemente en el 2009. Tengo que ir pensando un buen destino para el 2012. Pero casi tenemos decidido que repetiremos Roma.

Y nada, que ayer fiesta y hoy viernes, con todo un fin de semana a las puertas. Parece que el tiempo no quiere acompañarnos mucho, pero seguro que lo disfrutaremos igualmente. ¡No gastéis más de lo necesario en las Rebajas! Un fuerte abrazo… ”y mañana más”.

jueves, 6 de enero de 2011

Día LXXIX

Son poco más de las diez y media de la mañana de este Día de Reyes cuando comienzo a escribir el Blog. Hoy hemos madrugado un poco más de lo habitual porque la verdad es que me pasé la noche un poco nervioso pensando en si los Reyes se habrían acordado de pasar por nuestra casa. ¡Y vaya si se acordaron! Cuando me levanté debajo del árbol de Navidad estaba todo lleno de paquetes. Bueno, tampoco os penséis, que no eran todos para nosotros; que alguno han dejado también para nuestra familia. Así que hoy nos tocará hacer el correspondiente reparto aprovechando que vamos a comer todos juntos.

Es curioso lo de la tradición de los Reyes Magos. ¿Sabíais que en Italia quien se encarga de entregar los regalos es la Befana? Se trata de una bruja, pero en este caso buena, cuyo nombre deriva de la fiesta de Epifanía que es la que hoy celebramos. Hay cantidad de versiones sobre el origen de la Befana, pero la que más parece imponerse es la de que cuando los Reyes Magos iban hacia Belén, en un momento de su viaje se desorientaron y fueron a pedir ayuda a una viejecita que encontraron en su casa. Ésta les indicó la ruta a seguir pero no accedió a acompañarles a pesar de las súplicas de los Reyes Magos para que lo hiciera, pues estaba muy atareada con sus labores según les dijo. Cuando éstos se fueron siguiendo sus indicaciones, la viejecita se arrepintió de no haberse ido con ellos y decidió entonces seguirles. Para ello cogió su escoba voladora, llenó una bolsa con dulces y caramelos, y en su camino fue parando en todas las casas por si por alguna de ellas habían pasado los Reyes y de paso hallaba así al niño Jesús, dejando a su paso a los niños que encontraba parte de los dulces y caramelos. Y desde entonces, para hacerse perdonar por no haber acompañado a los Reyes, no ha faltado nunca a su cita con los niños. Pero eso sí, también lleva en el fondo de su saco cenizas y carbón para aquellos que no hayan sido buenos.

Comentaros que ayer pasé una tarde muy buena, sin ni siquiera febrícula y con la pequeña taquicardia que se fue corrigiendo según pasaron las horas. Por lo demás nada digno de mención. Mañana, cuando hagamos de nuevo la analítica antes del tratamiento, comprobaremos si el número de linfocitos sigue disminuyendo, algo que ya pudimos observar en parte en la analítica realizada tras recibir la dosis de 10mg, así que tras recibir ayer la de 30mg lo lógico es pensar que hayan experimentado una disminución aún mayor.

Al destruirse los linfocitos en teoría lo que se espera es que la médula tenga entonces la capacidad al verse liberada, de comenzar a fabricar con mayor facilidad el resto de componentes, para de este modo recuperar unos valores de hemoglobina, defensas y plaquetas más acordes a la normalidad. Lo malo es que como ya habíamos hablado, además de los linfocitos cancerígenos vamos a destruir a los buenos, con lo que en definitiva no tendré glóbulos blancos con los que luchar contra cualquier infección que en mi cuerpo se pudiera desatar. Vamos a confiar en que no sea así.

De momento vamos a disfrutar del día de hoy, y luego ya pensaremos en lo que venga más adelante. El día ha amanecido lluvioso pero la temperatura no es del todo mala. A estas horas tenemos catorce grados. Al final el tiempo es lo de menos. Lo importante es poder estar todos juntos otra vez. ¡Quién lo hubiera dicho hace apenas un mes!

Así que nada, ya me contaréis qué tal los Reyes, que seguro que han sido generosos con lo bien que sé que os habéis portado. Un fuerte abrazo… ”y mañana más”.

miércoles, 5 de enero de 2011

Día LXXVIII

Son casi las cinco de la tarde de este cinco de enero, Noche de Reyes, cuando comienzo a escribir el Blog. Lo hago mientras me preparo una infusión y a la par que escucho el último recopilatorio de Robbie Williams, quien fuera el líder de los Take That, grupo que arrasara en los noventa entre el público adolescente, y que ahora, después de quince años de separación, vuelven a unirse para un nuevo disco. Me ha apetecido escuchar al cantante británico, primero porque reconozco que me gusta su estilo de los últimos años en solitario, y segundo porque ayer veía una película en la que una de sus canciones, She’s the one formaba parte de la banda sonora. La película, Perdona si te llamo amor, es una comedia italiana dirigida por Federico Moccia, autor del libro con el mismo título en el que se basa. Quizás a algunos este autor os suene más porque es el mismo que escribió la novela Tres metros sobre el cielo, y que ahora arrasa en la cartelera española en su adaptación al cine realizada por el director Fernando González Molina.

¿Por qué os cuento todo este rollo? Pues porque la película me gustó aunque estuviera orientada quizás como lo estaba la música de los Take That a un público más bien adolescente. Y tal vez la razón de ello sea que en mí ese eterno adolescente que muchos no queremos dejar atrás, siga en parte muy vivo. Esa época maravillosa que al menos fue para mí, con sueños, amores imposibles, alegría, mucha alegría, aunque por qué no decirlo, también con más de una decepción. Y si a todo esto añadimos que la película se desarrolla en Roma, la Roma de mis amores, pues creo que sobran más argumentos.

Volviendo al presente, comentaros que esta mañana he lidiado sin problemas con la tercera sesión del tratamiento. La dosis administrada era ya la terapéutica, es decir, los 30mg. Y lo cierto es que la he tolerado muy bien. He llegado a casa sin febrícula y simplemente de nuevo con una ligera taquicardia, que si se repite lo sucedido en la tarde de ayer, irá remitiendo conforme pase el tiempo.

Hemos vuelto a tener suerte de que todo ha ido de nuevo muy rápido, de modo que a las dos y media estaba sentado delante de la mesa de mi cocina dando cuenta de un buen plato de arroz con su correspondiente filete empanado. El apetito es algo que no pierdo ni por asomo, y eso es algo muy importante, porque me ayuda a mantener las fuerzas. Además, como seguro que habréis a estas alturas intuido, disfruto con la comida. Sigo complementando mi dieta con algún caprichillo en forma de dulce navideño, que todavía nos quedan unos cuantos. Y para cuando se acaben procederemos con las cajas de bombones, que alguna tenemos por ahí guardada esperando ser esquilmada.

La analítica sigue estable, lo que no es mala señal. Incluso han subido un poquito las plaquetas. Esto posibilita el que mañana pueda disfrutar en el Día de Reyes de una nueva comida familiar, el mejor regalo sin duda que puedo tener. Aunque ya veremos además si como he sido bueno este año, sus Majestades se portan como siempre lo han hecho y se añade alguna sorpresilla.

Por otra parte, lo que hoy hemos decidido es dejar la vía puesta en lugar de quitarla porque eso representaba tener que dar dos pinchazos cada vez que fuera a recibir el tratamiento, uno para la analítica previa y el segundo para el tratamiento en sí. Como además la médico ha optado porque este mismo viernes tenga ya una nueva sesión, sólo será llevar la vía hoy y mañana. Por supuesto si me diera alguna molestia no tengo más que acudir mismamente a mi Centro de Salud para que me la retiren. Pero no creo que sea necesario; en el hospital a veces las llevaba durante diez días sin problemas. De hecho, si el viernes vemos que sigue perfecta la dejaremos hasta el lunes. Hay que cuidar las venas mientras se pueda.

Bueno, pues por hoy nada más. Esta tarde, aunque en buena parte de la Península tendremos lluvia, no dejéis de disfrutar de la Cabalgata de los Reyes Magos. Yo era algo que nunca me perdía, ni de niño, ni ahora de mayor. ¡Y pronto para la cama! Que de lo contrario no hay regalos. Un fuerte abrazo… ”y mañana más”.